Janis.
Al despertar, lo único que se podría escuchar en la casa, a las cinco de la mañana en medio de la ajetreada Londres eran los ronquidos leves de Jimmy y algo que caía por las escaleras.
The Tower House de noche me daba un poco de miedo, era oscura, y dormir en la misma habitación donde lo hizo Aleister Crowley no ayudaba mucho.
La puerta estaba entreabierta, pero podría jurar que horas atrás, Jimmy la cerró después de varios besos.
El sonido de algo cayendo por las escaleras se hizo un poco mas fuerte. Me levante con cuidado envuelta en sabanas, y decidí asomarme a través de la puerta. Después de no ver nada, me asomé en el barandal, pero no vi nada, el sonido se fue haciendo cada vez mas leve hasta llegar a lo inaudible. Volví de regreso donde los ojos verdes esmeralda me miraban curiosos.
—¿Fuiste al baño?
—Eh... Si, no tarde nada.
—Ven, sé que estas cansada —abrió las cobijas dejándome ver cierta parte de su cuerpo.
—¿Qué? ¿El frío hizo que te dieran ganas? —dije burlona mientras me acurrucaba a su lado de nuevo.
—Si, y muchas.
Lo besé y deje que hiciera lo que quisiera. A veces si dejaba que se inspirará sabía sacar ese lado mas experto, haciéndome pensar en que era un experto en eso de las artes del amor.
Y eso, lo comprobó esa madrugada.
Después de haber utilizado su lengua y llevarme al éxtasis, entró en mi como había hecho horas antes.
—Jimmy... ¡Pagey!
—Eso... Di mi... Nombre...
Y si, lo repetí muchas veces, demasiadas. Una vez la capa de sudor que el sol naciente hacía mas que evidente, el cansancio volvió a invadirnos. Esta vez me quede dándole la espalda, pero con su pecho húmedo pegado a mi, dejando en claro que ambos estábamos agotados.
—Despierta, amor.
—¿hmmm?
—Jan, es hora de levantarse, arriba, ya preparé el desayuno, anda. —me besó para después morderme el brazo.
—¡Jimmy!
—¿Qué? —puso una cara de inocente, así que al sentarme, le lancé una almohada a la cara.
—¡Janis! —esta vez la almohada me dio a mi.
—Bien, vamos abajo... ¿Me ayudas a buscar mis bragas? Olvidalo, ya las vi —me puse de píe para ir por ellas, que yacían en una esquina.
—Toma —me puso su camisa sobre los hombros —. Hace frío.
Decidió bajarme cargando cual princesa, y no es como que me hubiese opuesto demasiado.
Mientras comía, me atreví a hacer una pregunta.
—Jimmy...
—¿si?
—En la madrugada... Yo, escuche un ruido, como de algo cayendo por las escaleras, al asomarme no vi nada, así que quería saber que es lo que lo producía.
—Oh, bueno, incluso antes de que Aleister Crowley viviera aquí, un hombre fue decapitado, por lo que su cabeza cayó rodando por las escaleras, así que es eso lo que se escucha de vez en cuando.
Me quedé pasmada. Y mas que nada por la tranquilidad con la que lo decía... Eso era lo mas impactante.
Jimmy
Luego de tener un baño, donde si logré alcanzar a mi ahora esposa, nos pasamos la tarde hablando de cualquier cosa mientras caminábamos a través de Londres, que solía ser ajetreada.
—Mira... Un disco de Hendrix —dije recordando viejos tiempos donde Robert me dijo que a Jan le gustaba Hendrix.
—El día que lo conocí, supe por que amaba crear música —sonrió para entrar a la tienda de vinilos.
—¿Como era?
—Pues me dijo que le gustaba expresar eso que sentía cuando estaba bajo los efectos del LSD, aunque tenía razón en algo.
—¿En qué?
—La música nunca se compara cuando estas drogado y la escuchas, el sonido de la psicodelia es mucho mas intenso.
Escogió varios discos, los cuales pagué por ella aunque se negara. Poco después volvimos a casa, donde el sonido de la cabeza rodando volvió a escucharse.
—¿Oyes eso? —preguntó asustada.
—Si.
—Eh... Llamaré a mi padre... —acto seguido, fue a hacerlo —. Hola, ¿que tal todo?... Que bien... Ajá... Si, hasta luego —colgó.
—¿Qué tal?
—Preguntó si había quedado preñada... —sus ojos se pusieron llorosos.
—Oh, no, Jany, no llores, amor, él no lo sabe, te apuesto a que lo dijo con la mejor intención del mundo —la abracé lo mas rápido que pude, dolía aún que esas heridas de hacía ya tanto se abrieran de vez en cuando.
—Yo sé... Pero quizá si supiera evitaría decir cosas así —bajó la mirada y se limpió la cara.
—Linda, ya habíamos hablado de eso antes... Además, no sabemos si en realidad quedaste preñada —bese su cuello haciéndola reír.
—Quizá si, quizá no —me agitó el cabello, haciéndome sonreír.
—Bueno, deberíamos hacer la maleta para la luna de miel, el vuelo ya está ahí, y bueno, el Starship ya te ama.
—Si... Jamás creí viajar tantas veces en ese avión.
—Yo no creí que tu serías quien viajaría conmigo. —bese su frente y después sus labios.
—Anda, a hacer las maletas, corazón.
Tomé su mano y la besé, para luego darle una vuelta y pegarla a mi cuerpo de nuevo, sus mejillas tomaban un color rosa que me enterneció por completo. Antes de subir le besé el rostro entero.
Notaba, que desde hacía un tiempo para acá, ella se alejó de golpe de las drogas. Pero yo no podía. Las ocultaba de ella, las escondía donde pudiera, y el problema, era que tenía heroína en el avión. Llamé a Robert, quien se encargó de recoger mi arsenal antes de que ambos llegáramos.
—Ya estoy lista —sentí sus brazos rodearme desde atrás.
—Vamos —tomé ambas maletas y baje las escaleras junto a ella.
Después de subir al auto, conduje hasta llegar al aeropuerto. Bajamos juntos, y fuimos a las salas para esperar la llamada a abordar.
—Pasajeros del Starship con destino a Galés, favor de abordar por la puerta número cuatro.
Jan sonrió para tomar mi mano y llevarme junto a ella. Pero las fans nos interceptaron antes de llegar. Janis sólo asintió y tomó distancia, las chicas se tomaron fotografías conmigo, también autografiaba lo que ellas me daban a firmar.
Cuando por fin me dejaron, pude abordar en paz, abracé a mi esposa y volé junto a ella hasta Galés. Si o sí, la llevaría a conocer nuestra cabaña en medio de la nada. Bron-Y-Aur.
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Una carta para Jimmy Page
FanficEl decía que ella era una chica hueca. Ella decía que el era un ególatra. El decía que ella no valía la pena. Ella decía que el tenia un ego mas grande que el mundo. El no sabia quien era ella. Ella si sabia quien era él. Jimmy Page decía que no la...