16. Buscador

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Mi amor por las computadoras no hizo más que crecer.

Con mucho esfuerzo, aprendí a diseñar páginas web y programas simples. Esto me convirtió en alguien importante en el cybermundo, que me conoció como "Billybonk" o "Wattsdan". Tuve, incluso un blog hilarante en el que relataba mis más extrañas y bizarras aventuras bajo el seudónimo de "MikeTheDandy".
Pero no pude evitar notar que existían rincones oscuros en la basta internet.

Sepan que hay personas tremendamente extrañas en el mundo. Personas que caminan por las calles con la frente en alto y que te saludan con una sonrisa cuando pasas por su lado. Cuando esas personas llegan a sus casas, se quitan su disfraz y es en esos rincones oscuros y sucios de Internet en donde dan rienda suelta a sus enfermedades mentales.

¿Qué puedo decir? Vi una especie de negocio en ese mundo asqueroso.

¡ESPEREN! No es lo que creen...

Mi negocio fue bastante simple pero tenía que ajustar un par de tuercas:

¤ Como primer medida, necesitaba un socio. Algún inútil que quisiera reconocimiento y estuviera dispuesto a desembolsar una buena cantidad de dinero
¤ Poner manos a la obra y llevar a cabo mi idea.
¤ Contratar un mejor servicio de conexión a internet.

Decidí empezar con lo más sencillo: mejorar el servicio. Hice todo lo posible pero, ¿qué creen? Esa compañía del demonio no mejoró nada.

Tuvimos que mudarnos al Distrito Federal, en donde la rapidez del Internet casi me provocaba orgasmos. Todavía hoy me sigue sorprendiendo la rapidez.

Thomas se quejó y lloró bastante por tener que dejar el pueblito y a sus queridos amigos. Además, había llegado a querer a Doña Elisa como a una madre. Creo que todos esos desarraigos de su infancia le convirtieron en el tipo frío y malhumorado que hoy es. En fin, Perdóname Thomas.

En el D.F. (donde el Internet es una delicia), contraté una Nana para mi hijo. La mujer vivió hasta su muerte con nosotros, ¿Recuerdan a "Mamá Anita"? Sí, seguro que sí. Esa mujer hizo mi vida mucho más fácil por veinticinco años.

Creé una página, un portal en Internet, al que sólo puede accederse con un código de cliente que se consigue tras un pequeño depósito en Bit Coins. Pero, en esa época, sólo podías conseguir tu código si realizabas una llamada a una cabina telefónica (que quedaba justo en frente de mi casa) a las cinco de la tarde, hora del Pacífico.

Cuando la persona metía ese código en su computadora, podía ingresar en mi portal. Mi portal era una especie de buscador ó archivero dividido en secciones como:

Armas.
Conoce gente.
Descargas.
Drogas.
Fotos, buscador.
Páginas extrañas (no entres aquí).
Prostitutas, buscador.
Sicarios, buscador.
Todo compras.
Vídeos, buscador.
Servicios varios.

Todas esas secciones te llevaban a un listado de páginas especializadas en esos temas en los que podías (puedes, en realidad) desde encontrar información a realizar compras. Me llevó mucho tiempo armar ese repertorio de paginas. En conoce gente podías chatear con cualquier usuario en línea en el portal.

Y después estaba mi sección favorita:

Personas, buscador.

Ese servicio sólo podías obtenerlo realizando un depósito en una cuenta bancaria a nombre de "Pequeñas Sonrisas", un comedor infantil en Colombia. Tras esa operación, recibes un mensaje a los tres días en el que se te pide algún dato de la persona en cuestión. Una semana más tarde, recibes tu informe completo.

Sí, señores. Yo me filtraba en los archivos de los gobiernos y les enviaba los datos a esa persona. No quiero imaginar la cantidad de gente que murió gracias a mí así que no lo haré (nunca lo hice, negocios son negocios).

Ahora, para contratar ese servicio, debes llenar un formulario y hacer depósito en Bit Coins en mi cuenta.

Bien. No diré el nombre de mi portal porque no quiero que entren en él.

Ese "código de cliente" que la persona ingresa, me da permisos especiales para espiar entre sus archivos, rastrear sus equipos, leer sus historiales.

De esta manera, obtuve informaciones desagradables. Aún a día de hoy me cuesta conciliar el sueño cuando algunas de esas imágenes vienen a mi mente.

Como verán, con ninguna de esas actividades ganaba dinero así que me busqué trabajo en un supermercado por la mañana destinando el resto del tiempo al espionaje y a Thomas.

Odio los supermercados. Y a Adrian Hadley. Y a Clive Doig.

Yo fui Noseybonk [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora