XXII

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Cogimos el metro para ir a la parte alta de la ciudad. Cuando llegamos allí, Hyunjin no pudo evitar mirar a todos lados sorprendido por el derroche de lujo de las mansiones del lugar.

- ¿Alguna vez has estado aquí? – Pregunté riendo al ver su comportamiento infantil.

- Nunca. – Seguía mirando a todos lados mientras me respondía y lo siguió haciendo hasta que llegamos a nuestro destino.

- Esa es. – Aún faltaban más de quinientos metros por llegar, pero la enorme verja de la mansión parecía cortar la calle, ya que era la última y la más majestuosa de todas, dejando a las demás como simples puertas de servicio. A medida que nos acercamos, pude verle. – Míralo, siempre está asomado a la ventana. – Como si fuera el rey de la calle, él estaba allí, pegado al ventanal más grande.

- ¿Nos está mirando? – Hyunjin tenía la vista fija en el ventanal de la mansión.

- Te está mirando. – Tragó saliva debido a mi afirmación y bajó la mirada hacia el frente para no cruzarla con la de él. – Ya se ha ido. Eso significa que está bajando hacia la puerta. – Estaba hablando de una manera muy seca, ese sitio me sacaba de quicio.

Al llegar a la verja, se abrió automáticamente sin pulsar el timbre, como predije, nos estaba vigilando. Mientras cruzábamos el jardín delantero, abrió la puerta de la mansión y esperó que estuviéramos bajo el porche.

- ¿Vienes a por tus cosas? – Su horrible voz despertó mi asco. Levanté una ceja con sarcasmo en respuesta. - ¿Y vienes con él...? No tienes vergüenza. – Lo miré directamente a los ojos con desprecio. – No me mires así... - Hizo un puchero.

- Quiero mis cosas.

- Claro. – Miró hacia las escaleras que tenía detrás suyo. – Ya puedes darle sus cosas. – Fruncí el ceño confundido. Él se volvió a girar hacia nosotros con una sonrisa irónica. A nuestro lado derecho se escuchó un ruido. Hyunjin y yo miramos hacia allí por inercia.

- ¡Mis cosas! – Alguien las había lanzado por la ventana del piso de arriba.

- Pensé que así sería más rápido. – Me sonrió de la misma manera, pero está vez inclinando su cabeza, tratando de actuar inocente.

- Hijo de... - Fuimos corriendo a por mis cosas, no valía la pena pelearme con ese hombre. Cuando lo teníamos todo le dediqué, de nuevo, una mirada de odio. Cogí a Hyunjin del brazo para irnos, pero la voz de aquel hombre me detuvo.

- Espera, olvidas algo. – Solté a Hyunjin y miré todo lo que llevábamos en los brazos, para comprobar si estaba en lo cierto.

- Mi plancha del pelo... Dámela, ¿dónde está? – Me volvió a sonreír.

- Tráeme la plancha de pelo que te di antes, cariño. – Le miré sorprendido, creo que Hyunjin hizo lo mismo. ¿Cariño? ¿Ya había comprado a alguien nuevo? Un chico joven, como de nuestra edad, se puso a su lado con la plancha en las manos. Llevaba el pelo teñido de un color granate y unas bonitas gafas redondas que le hacían una cara muy inocente. – Seungmin, cariño, dale la plancha.

- Pensaba que me la habías regalado... - Ese tal Seungmin lo miró con pena. De manera cortante, le respondió de forma tajante.

- ¡Te dije que le dieras la plancha! – A pesar de que en su voz se notaba el enfado, seguía mirándonos con una sonrisa enfermiza. El chico obedeció y nos dio la plancha rápidamente.

- ¿Con esto quieres provocarme celos? – Reí debido a aquella estúpida situación. – Lo que estás haciendo es darme más pena, eres ridículo, grotesco.

- Seungmin, cierra cuando se vayan. – Debió sentirse ofendido por mis palabras y se fue de inmediato.

- Te llamas Seungmin, ¿cierto? – Le miré tratando de mostrar mi lado más amable.

- Sí... ¿Quiénes sois vosotros? – Parecía confundido.

- Yo soy Jisung, y él es Hyunjin. ¿Qué haces aquí?

- Bueno... pues... yo... - Parecía avergonzado, así que antes de que tuviera que decirlo en voz alta, continué hablando.

- Yo también estaba aquí por eso, no te preocupes. Pero, ¿Por qué lo haces? – Seungmin cogió aire antes de contestar.

- No tengo dinero para seguir pagándome la universidad. Hace mucho tiempo que no veo a mi madre y mi padre gasta el dinero en alcohol... - Empezó a llorar y hablar rápidamente. – Esto fue lo único que pude hacer.

- Seungmin. – Volví a conseguir su mirada. - ¿Tienes tus cosas aquí? – Se secó las lágrimas con las manos antes de responderme.

- Él me compró más ropa, pero todo lo tengo en casa de mi padre, ¿por qué? – Le sonreí y me acerqué a él para poder hablar más bajito.

- Ven con nosotros. Yo también tengo que buscar trabajo, lo haremos juntos, ¿de acuerdo? – Hablé lo más bajo posible para que el dueño de la mansión no pudiera oírme. Después volví a ponerme al lado de Hyunjin.

- ¿Lo dices en serio? – Él trató de controlar su voz, pero su cara de alegría era imposible de ocultar. Asentí con la cabeza. Seungmin cerró la puerta suavemente para no hacer ruido. – Rápido.

- Ayúdanos a llevar mi ropa. Vamos a correr. – Seungmin no podía dejar de sonreír.

Fighting Against Yourself | HYUNSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora