Diecisiete.

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– Stiles – expresó Derek, suspirando de alivio al ver que era el castaño quien atravesaba la puerta de la habitación –

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– Stiles – expresó Derek, suspirando de alivio al ver que era el castaño quien atravesaba la puerta de la habitación –. Por Dios, ¿En dónde estabas? No...quise decir, ¿Por qué estoy atado?

– Stiles – repitió el adolescente, alzando una ceja y mirando a Derek una vez que cerró la puerta tras él –. Siempre he creído que es un nombre horrible...

Derek se quedó en silencio, observando cómo el castaño paseaba por la habitación con las manos puestas sobre su espalda baja, teniendo un gesto serio.

Terriblemente serio.

– ¿Estás bien? – preguntó Derek, y ante la duda, Stiles detuvo sus pasos frente a la cama –. Pareces...enfermo.

Y sí, Derek tenía razón; Stiles parecía estar muy enfermo. Su piel se veía mucho más pálida de lo que era. Sus labios, tenían un color blanco, casi morado. Pero lo que más llamaba la atención, eran esas enormes ojeras púrpuras que se encontraban bajo sus ojos que ya no eran castaños, sino negros.

– Estoy mejor que nunca – expresó Stiles, esbozando una enorme sonrisa que dejaba a la vista sus dientes blancos –. ¿Qué hay de ti? No te ves cómodo...

– No, sí, digo...estoy bien, es demasiado relajante estar atado a una cama, claro – carraspeó, frunciendo levemente el ceño –. ¿De verdad te sientes bien?

Derek se sentía más preocupado por Stiles que por él mismo.

– Estoy tan bien, así como tú estás tan asustado – sus pómulos pálidos seguían hinchados por la gran sonrisa que permanecía dibujada en sus labios –. Tratando de ocultar tu miedo en palabras sarcásticas, típico de humanos.

Las venas se le marcaron en su cuello al hablar, viéndose moradas, verdes o azuladas.

Claramente algo no iba bien con Stiles.

– ¿Tienes miedo de estar atado? – siguió diciendo el castaño, pues Derek se mantenía callado, observando al otro detenidamente –. ¿O tienes miedo de mí?

– ¿Debo de tenerte miedo? – susurró Derek, moviendo sus muñecas hacia al frente en un acto desesperado por liberarse al mismo tiempo en que Stiles se acercaba mucho más a la cama.

– Ya lo tienes, lo veo en tus ojos...– Stiles subió a la cama, poniéndose de rodillas entre las piernas del azabache. Sin embargo, Stiles mantuvo ambas manos en su espalda baja, como si estuviera escondiendo algo –. ¿Qué? ¿Te mordieron la lengua los ratones?

Derek siguió en silencio, mirando los brazos de Stiles, sabiendo que éste le estaba ocultando algo tras su espalda. Y seguramente no se trataba de algo bueno.

– Tienes unos ojos bastante peculiares – mencionó Stiles, desocupando una de sus manos para llevarla hacia las mejillas de Derek, quien hizo un gesto de disgusto, pues el tacto del adolescente era horriblemente frío –. Tu cabello oscuro te ayuda a resaltar el color verde de tus ojos...es realmente atractivo.

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