Prologo

103 18 13
                                    


Del radio música a bajo volumen era un buen ambiente jovial dentro del auto, entre la plática de dos chicos había alguien ajeno a todo eso, limitado en recargarse por la ventana para ver la oscuridad absorber las hojas frías en movimiento de cada árbol en el panorama de su vista. La peste a cigarrillo fue un disgusto para Matt creando una mueca en su adormecido semblante, hablando al fin después de haberse mantenido en silencio absoluto.

— ¿Tan lejos está el cementerio?

— Buena pregunta querido Matthew —
Desviando la mirada del camino un castaño le prestó atención al peli-rojo. — Estamos bastante cerca ¿Verdad Tom? —

— Ah, si claro. — Ahora hablo el fumador del trío y fue de forma cortante y seca.

— ¡Edd no dejes de mirar a donde va tu cacharro con ruedas! — Regaño el narcisista de cabellos naranjas, mientras se removía inquieto en el acojinado asiento apretando la suavidad de este por el temor.

Obedeciendo regreso sus pupilas a la dirección adecuada acomodando su postura para poder conducir sin sentirse incómodo. Cuando pudo divisar entre la lejanía había hallado un muro de ladrillos en donde su único acceso era la rejilla abierta moviéndose a merced del gélido ábrego, nada seguro era dicho lugar pero esos jóvenes no se pararon a pensar en ello, bueno tal vez uno si. Desvío el vehículo de la carretera para disminuir su velocidad y poder estacionarse de manera correcta indicando a los pasajeros que debían salir, así los tres abrieron cada puerta, ya cuando estuvieron fuera por completo las cerraron con fuerza. El azabache mayor se adelantó con llaves en mano a la cajuela introduciendo una para girarla de forma precisa logrando el cometido de abrir esa parte trasera del vehículo. En su interior yacían tres bolsas sospechosas del tono más oscuro posible, arrinconadas cada una salió de un jalón.

Dejaron el auto y se pusieron en marcha accediendo ante la penumbra, sacaron cada uno lámparas para así poder alumbrar el descuidado camino de tierra y rocas sobresalientes. Entre su recorrido podían ver las tumbas con atemorizantes formas, algunas parecían haberse hecho por escultores profesionales ya que la anatomía de los angeles en posiciones sagradas detonantes de belleza y armonía era muy buena, aunque a la falta de luz dejaban una imágen terrorífica de las esculturas. La forma lenta de caminar que empleaba Matt lo dejaba hasta las espaldas de sus compañeros y ante eso temblaba más por temor que por frío, la luz de su linterna era temblorosa y siempre iba a variadas direcciones que terminaban en las polvorientas tumbas.

Tan concentrados se encontraban en llegar a las profundidades del cementerio tanto así que no se percataron que una criatura abominable les acechaba entre las sombras con una sonrisa afilada.
Se podían escuchar los pasos de cada quien por lo silencioso que era el lugar, unos cuantos grillos y animales nocturnos que hacían sus típicos ruidos a la gran lejanía, eran los ruidos más comunes de la hora nocturna. Pronto una curiosa niebla se iba esparciendo, paso de ser niebla normal a tomar una tonalidad morada.

— Chicos... ¿Podríamos de una vez sacar esa cosa de madera? Para hablar con cualquier entidad maligna e irnos a casa, en verdad estoy agotado y el sueño me está matando.

Decidió quejarse con la voz temblorosa a causa del gélido clima, acariciaba su brazo nervioso. Odiaba ese lugar pero tenía unos amigos bastante amantes de lo paranormal que debía aguantarlos en sus "aventuras" las cuales llegaría a tolerar si no fuera que estás en su mayoría sucedían en la noche, y era un miedoso sin remedio.

— Bueno, creo que estamos en una excelente zona ¿Tu que dices Tom?

— Solo hagamos esto de una vez, estoy empezando a tener sueño, además de que caminar por un cementerio es aburrido.

Respondió a la pregunta y no paso mucho para que el menor comenzara a sacar la típica ouija, esa que había visto tantas veces en esas películas de horror, no entendía aún como un simple tablero de madera con números y letras podía influir mucho temor entre las personas, sobre todo a las creyentes pero ¿Para qué tomar tanta importancia en tan insignificante detalle?

Teniendo lo necesario encima de una tumba con las bolsas plásticas abandonadas Edd decidido sentarse para encender las velas, resaltando que el suelo no era ni cómodo, ni limpió, terroso el chico ignoro eso y ensucio su intacto pantalón. Thomas expectante miraba las velas estaba a punto de entrar en un estado de cavilación profunda pero oyendo la queja del castaño para qué se sentase de una vez le hizo actuar rápido y obedecer de inmediato.

Matthew nada contento con la sola descabellada idea de manchar su cuidada ropa se sentó en una tumba menos sucia que aquel terreno infestado de tierra. Los chicos ya informados con las dichosas reglas y perfectamente memorizadas llevaron dos dedos hasta la plancheta, por nervios temblaron un poco. Miraban cada uno la letra G y al unísono exclamaron dejando llevar sus voces por la ventisca de un helado viento. Las nubes escondieron en su manto a la luna convirtiéndo el sosegado ambiente a la preferencia de Asmodeo.

¿Hay alguien ahí?

Él pudo escuchar destacando solo una voz como el Tic Tac de un reloj de ébano enorme y solemne.

┉┅━━━━━━━━━━━━━━━┅┉

Hola, soy Darwin escritor de este libro, me disculpó con tod@ aquel/aquella que le tocó leer el prólogo original de esta asquerosa historia (era horrible) pero por fin lo decidí reescribir.

Muchas gracias por leer este prólogo, en caso de encontrar error alguno avisé en los comentarios se le agradecería demasiado.

Si tal vez a alguien le haya gustado este libro o mi forma de escribir (que lo dudo) y yo llego a tardar en actualizar no se preocupen les doy la libertad de exigir actualización mediante los comentarios, claro si lo desean.

Nuevamente agradezco todo esto (dudo que alguien leerá está aberración).

Me despido, espero volver a actualizar.

A S M O DEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora