Por un sueño, por una reunión. Part 1.

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-No seas tonta, no te vayas a quedar sola, háblale a alguien, ¿sabes quién va ir? – mi amigo insistía en que fuera más social, nunca me había fluido y por una simple reunión de la universidad tampoco lo iba a ser.

-No, no sé quién va ir. Y sabes que eso no importa, siempre que lo intento las cosas salen mal.

Íbamos caminando, llegando a una cafetería, me había invitado a comer algo mientras llegaba la hora de ir a escuchar hablar los de más alto rango donde estudiaba y siempre era lo mismo. Mientras comíamos recordé la pregunta que me había hecho desde un principio, mi curiosidad me venció.

-Oye, al fin no me dijiste quien iba ir. – Me quede mirándolo fijamente.

-Dijiste que no te importaba, para que quieres que te diga. – me levanto los hombros, para luego proseguir comiendo.

-Vamos, dime, no seas odioso.

-Y yo que gano. – Su mirada me intimido un poco.

-Sabes que no te puedo dar nada, o dime que quisieras que te diera y ya veremos. – no podría ser nada del otro mundo.

-Me das un abrazo y me prometes hablar con quién va ir. – mierda, lo subestime.

-Está bien, a no ser que no vaya y todo se arruine. – Ya estaba deseando en que no fuera, no quería entablar una conversación, era pésima haciéndolo y más cuando yo la iniciaba.

-Iván – Levanto sus cejas pícaramente.

Era un compañero de nosotros, estábamos en unas cuantas clases con él. Jamás habíamos hablado, pero me parecía supremamente atractivo, su sonrisa, su cuerpo, a pesar de que no era tan musculoso, tenía lo suyo además de su linda y sensible mirada. La razón por la que mi amigo me vio así era porque yo hacía ya un buen tiempo había soñado con él, algo fuera de base, teniendo relaciones en mi casa, yo sobre él, completamente desnudos, y lo peor, en el baño. Recuerdo esa mañana cuando desperté, no podía creer lo perversa que era mi mente. Con la gran confianza que le tenía le conté, no le vi ningún problema, pero... Desde que lo hice no me ha permitido olvidarlo. Cuando estamos cerca de él, me golpea el hombro, me empuja o me mira de la misma manera.

-No puedes obligarme a que hable con él.

-Claro que no puedo. Pero ¿sabes qué pasa? Me lo acabas de prometer. – Mierda, sí tenía razón.

Una vez terminamos de comer, nos dirigimos a la sala de juntas dentro de uno de los edificios de la universidad. Me sentía nerviosa, no sabía cómo comenzar una conversación con Iván, presentía que iba a decir algo idiota y arruinar todo.

-Suerte, y espero le hables eh y me cuentes, sabes que debes hacerlo.

-Sí, está bien. Sabes que lo haré, mientras, ve para tu casa, ya te contare después como me va. – Le di un pequeño beso en la mejilla, entre a la sala y no había nadie excepto...

-Hola, que lindo verte, pensé que no quedaría con nadie conocido. – Iván me hizo señas con la mano mientras me hablaba, indicándome que me sentara a su lado.

-Hola, ¿Cómo estás? Supongo que estas aquí por obligación, ¿no? – Me estaba sentando cuando me resbale y si no hubiera sido porque reaccione rápido me hubiera caído. Me sentí realmente ridícula en ese momento.

-¿Estas bien? Estas un poco pálida. – su mano se dirigió a una de mis mejillas y la acaricio suavemente. – bueno, estabas, ya cogiste colores. – Genial, ahora me había intimidado al punto de ponerme roja.

Mi mente perversa.Where stories live. Discover now