Cap. 26. Decisión tomada

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Ya había amanecido, ella ya no estaba

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Ya había amanecido, ella ya no estaba. Su ida de aquí me había dolido mucho, ayer quien estuvo en escena siempre fui yo, Joseph ni siquiera apareció en ningún momento, ¿se daría cuenta? A fin de cuentas, cuando se entere tal vez me odie por haber sido yo mismo quien estaba dispuesto a matarla, pero eso ya no me importaba, de todas maneras yo también la odiaba por haberme traicionado.

— ¿Hermano? — me llamaba mi hermana del otro lado de la puerta — ¿puedo pasar?

Esperaba a que se fuera guardando silencio, no quería ver a nadie en estos momentos, estaba demasiado herido como para lidiar con otras personas, desde luego que no tienen la culpa, pero conociendo mis cambios de humor no quería que alguien pagara las consecuencias de mis sentimientos tan débiles.

— Michael, sé que estás ahí. Por favor, ábreme. — tocaba insistentemente la puerta —. No me voy a ir hasta que me abras — amenazó con voz gruesa y autoritaria —. Michael no pienso dejarte ahí todo el día, o me abres o voy por las llaves

Solté un bufido y fui a abrirle la puerta, como era de esperarse su cara de enojada me mataba por dentro, sus ojos se clavaban con los míos como si fueran espinas, ni siquiera quería ver a mi propia hermana en estos momentos.

— No puedes seguir así Mike — pasó como si nada — ¿Piensas derrumbarte por alguien como ella? — me miraba esperando una respuesta de mi parte, una que, desde luego no diría —. Michael, eres mi hermano — sujetaba mi cara —. Tu nunca habías estado así

— Yo...

Abría mi boca pero no salían las palabras adecuadas para decir, mis sentimientos estaban dentro de mi revoloteando impidiendo que descifrara cuál era cuál, no sabía cómo expresarme en estos momentos, quería llorar pero tampoco salía nada, era como si me hubiera quedado completamente seco, sin nada para dar ni recibir.

— ¿Tu qué? — insistía —. Escucha bien Mike, eres mi hermano, la única persona que considero como mi familia, y no estoy dispuesta a ver cómo te desmoronas por una traidora como ella, ¿me entiendes?

Me solté de su agarre muy desanimado: — Tu igual eres mi familia — hice un esfuerzo por sonreír —. Te amo hermana — le di un abrazo —. No sé qué haría sin ti — susurraba entre unos sollozos

— Así se habla — contestaba más que contenta — ¿Nos acompañas a desayunar?

— Tal vez más tarde, quisiera...hacer otra cosa antes — le deposité un corto beso en la frente, acariciando suavemente su panza —. Dales de desayunar bien

Ella asintió y salió un poco insatisfecha por mi respuesta. Tenía razón, a mis padres no le tenía el mismo cariño que me tenía a mi, odiaba el negocio de la familia, ¿cómo decirle en estos momentos que estaba pensando en seguir los pasos de ellos? Y mucho menos en su estado, tengo miedo por mis sobrinos.

Tomé mi teléfono para llamar a Louis, no lo había visto desde ayer, cuando quise buscarlo ya se había ido, a veces me pregunto qué tanto hace fuera de casa.

— ¿Hola? — preguntaron del otro lado de la línea

— Louis, soy Michael. ¿Estás ocupado?

— Algo, ¿qué necesitas? — preguntó con un tono extraño en su voz

— Reúne a los chicos, necesito que estén todos. Les daré un pequeño trabajo — hablaba con un gran nudo en la garganta — ¿Puedes?

— Esto...si. ¿Donde siempre?

— Si, ¿te parece a las seis?

— Muy bien. Ahí nos vemos. — colgó sin más

Seria mi primer trabajo, apenas y podía creer lo que estaba apunto de hacer, las cosas no salieron como esperaba, esa es la escusa perfecta para poner en este tipo de situaciones, aunque no dejo de arrepentirme por haberle puesto una mano en cima, a pesar de que ella me traicionara, la seguía amando, y eso es algo que me cuesta pasar por alto.

— ¿Michael? — escuchaba que me llamaran del otro lado de la puerta, era la voz de Lucy — ¿Puedo pasar? — preguntaba con esa voz melosa que una parte de mi tanto odiaba

Esperaba a que se diera una media vuelta y se fuera pero sabía que ella no haría ese tipo de cosas, es algo terca, aunque no exactamente como quisiera

— ¿Hola?

Con mal genio fui hasta la puerta no teniendo otra opción, la abrí de mala gana encontrándome con una Lucy algo provocadora, con un gran escote en sus pechos con pelo suelto y una mini falda, no tenía ni idea de lo que esta chica tramaba pero me estaba irritando bastante.

— ¿Qué quieres Lucy? Estoy algo ocupado ahora

— En realidad esperaba poder sacarte de aquí — sonrió con un poco de artimaña — Podemos ir a comer a algún lugar...al cine...tu pon el lugar — finalizó con un pequeño salto de niña ridícula

No podía creer que viniera a pedirme tal cosa sabiendo que acaba de perder a la persona que me gustaba para toda la vida.

Mordía mi labio inferior pensando un poco las cosas que me había dicho mi hermana hace unos instantes, no quería que por mi culpa ella sufriera.

— Está bien, iré al cine — solté de mala gana

— ¡¿Enserio?! — brincaba emocionada mientras se abalanzaba a mi dándome un fuerte abrazo incómodo

—...Si — la aparté enojado —. Deberías invitar a mi hermana a salir también, para que no se queden ustedes solas en la casa — sonreí —. Llamaré a los chicos para que nos vayamos, gracias por animarme a salir — besé su frente satisfecho dejándola ahí parada estupefacta

No saldría con ella ni en un millón de años

Bajé las escaleras hasta taparme en el pasillo con Janet, puso una cara de sorpresa al verme afuera de mi habitación

— ¿Vas a salir?

— Si — dije esta vez con un poco de alegría —, tienes razón. No me quedaré aquí a morir de dolor — me acerqué hasta ella para abrazarla —. Dale las gracias a Lucy, ella me dijo que saliera a despejarme con los chicos — guiñé un ojo divertido

— Que malo eres Mike — se cruzó de brazos

Salí de la casa directo hasta mi coche, y no precisamente para buscar a los chicos, ahora estaba pensando en ir con ella, necesito tenerla en frente como la persona que ella quisiera, pero esta vez seré ambos al mismo tiempo, que Suga creyendo que quien la amenazó fue mi otro yo, así podré tener una gran ventaja sobre ella si quiero cobrármela muy caro.

Pain In My Bones [MJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora