Conocidos y sólo conocidos.

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08 de agosto del año 2017.

—¡Rápido, Wyatt! —grité, contando los minutos que faltaban para que finalizara el juego y anunciaran el ganador.

—¡No se puede vertir pintura tan rápido, joder!

—Date prisa.

¿Querían un captura a la bandera? Genial. Pero sería algo aburrido sin algo de color, ¿no lo creen?

—¡Está listo!

Ahí estaba, grande e imponente. Aquel gigantesco valde de pintura azul iba a caer completo sobre la pequeña cabeza de la mocosa de Margo Griffin. De sólo pensar en eso reí con fuerza.

Lo único que se escapaba parcialmente de mis manos, era la capacidad de mi equipo para llevar el plan a cabo sin distracciones.

—¡¿Brandon, es enserio?! —vociferé, el idiota de Foster estaba de lo más felíz usando la máquina expendedora, se bebía un Gatorade como si la vida le fuese en ello.

—¿Qué? Sí vamos a hacer trampa, tengo que estar hidratado —contestó Brandon, aún tomando los últimos tragos de la botella.

—¡¿Justo ahora?!

—Vamos ya, creo que Margo está planeando algo grande —nos interrumpió Wyatt.

—Ja, apuesto a que no lo va a ver venir —sonreí de oreja a oreja.

Tomé el valde lleno de pintura azul y nos dirigimos al ala oeste del instituto. Brandon nos daba la señal, Wyatt controlaba que los demás no se dispersaran, y lo más importante, que no fuesen por la bandera. No. Eso lo haría yo.

Como capitán del equipo azul, era mí trabajo tomar la bandera del equipo rojo y gritar victoria. ¿Pero como Callum? Mí trabajo era dejar en ridículo a Margo Griffin.

Mí plan era perfecto, haríamos creer que íbamos detrás de la bandera y cuando vinieran por nosotros, vertiríamos el valde de pintura sobre ellos, creando así la distracción perfecta. Por último, yo correría hasta la bandera y la tomaría. Sentiría esa tela sedosa entre mis dedos, anunciando mí victoria y la derrota de Griffin.

No podía esperar.

Era un plan sin fallas. Ya me sabía de memoria el esquema de los planes de Margo, ella esperaría a que fuésemos por su bandera, dejando así la nuestra sola. Pero he dejado a la mitad de mi equipo cuidándola, mientras que nosotros, vamos a por ella.

Ni el más mínimo descuido, el más pequeño de los errores en mi estrategia, me iba a hacer perder.

O eso fue lo que creí en ese entonces.

Desearía haber visto mí cara cuando Margo Griffin apareció a unos cuantos metros de mí con un valde de pintura roja entre sus manos.

—Estás acabado, Moretti.

Tenía una sonrisa de oreja a oreja, una de zorro astuto. Estaba saboreando su victoria incluso antes de que esta llegara, sintiendo el jaque mate antes de mover su pieza. Era inteligente, sí, indudablemente astuta. Valiente.

Casi tanto como yo.

—¿No haz aprendido a no dar las cosas por sentado, Griffin? —y junto con esa pregunta miré hacia arriba, observando el valde lleno de pintura azul bailando sobre su cabeza. A un pequeño jalón de caer.