Textos sad

Hogar

  Tú. Que tenías algo que hacía que siempre volviese ti. A mi casa, a mi hogar. A tus brazos. Que no importaba el tiempo que pasara, que no nos viésemos, las veces que te mandase a la mierda, la de hostias que te hubiese dado con mi orgullo, porque sabías que a eso no me ganabas, no importaba porque siempre acababa encontrando la forma de quedarme, contigo, con excusas, con insomnios. Tú. Que tenías algo que dejaba la puerta entreabierta en verano, cuando hacía calor, y que me ponía una manta en invierno, cuando tenía los pies más fríos que el corazón. Tú. Que eras el astronauta de las constelaciones de mi espalda, con esos ojos que daban envidia al universo, con esa boca, que se convertía en el octavo pecado capital. Tú. Que hiciste de mí otra persona, más fuerte, más luchadora, más superviviente. Tú. Que sabías que no me gustaba beber de vasos medio vacíos y mojados por fuera, que me contentabas si hacía falta con chocolate a las tantas de la mañana porque me moría de hambre, así como de comerte toda la noche. Tú. Que surcaste los océanos de mi mente, esperando la calma, que al fin y al cabo, nunca llegó. Conmigo eso no existe. Que esperaste en la orilla del mar, haciendo castillos de arena que pronto se desmoronarían porque la base era de papel. Y tarde o temprano, se destrozarían, un poco más de lo que está mi corazón. Tú. Que te has vuelto piedra contra mi tijera, que has dejado en cenizas imposibles de resurgir a este Ave Fénix, que me has cortado las alas, sin saber que yo nunca he volado, que has hecho que pierda de vista el norte, porque contigo siempre me encontraba. Tú. Con esos ojitos de "No te voy a dejar marchar, porque vales más que mi vida" y yo pensando "Te hubiese llamado mi vida, pero valías más que este desastre". Con esa cara de "nunca he roto un plato", pero a la hora de la verdad, sí un corazón. Con tantos sueños como promesas rotas, y yo, detrás. Fíjate... Tú, tú y tú siempre, ¿y yo? ¿Para cuándo?