MAR DE LUNAS

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Este es el Mar de lunas, donde nadie puede vivir. Este es el mar de lunas, prepárate para morir. Di adiós al cielo pues ahora tu destino es el infierno, este es el Mar de lunas. —Cantaban al unísono los tres cuerpo, cada uno con la marca de su propia muerte.

—¡Basta, cállense! — gritó el hombre con todas sus fuerzas. Con las piernas apenas respondiendole, se puso de pie y encaró como pudo a los tres demonios. Su padre no lo había matado, ahora tampoco lo haría él ni nadie más—: LARGUENSE AL INFIERNO.

De pronto, uno de los muertos comenzó a reír; la voz metálica y cruel retumbaba por todo el lugar, y sin darse a esperar, sus demás compañeros lo seguían en sintonía donde uno por uno se iban uniendo hasta que por fin fueron todos. Miles de cuerpos que habían muerto en aquel mar maldito reían de él, sus voces sobrenaturales repiqueteaban contra el barco y avivaban las graves olas del mar.

— Estes el Mar de lunas —decía una voz desde lo lejos—. ¿Acaso no sabías que al navegar estás aguas te estabas guiando a tu propia muerte? —El lugar quedó en silencio, siendo la única voz hablándole con desprecio—. ¿Sabes siquiera la leyenda detrás de tu propia perdición?

—No estoy muerto —murmuró.

— Aún —respondió la voz y de pronto, todos sonrieron—:Miles de nosotros murieron en el mar de lunas, donde el sol no se atreve a alumbrar. Miles de nosotros hemos muerto y de mil maneras tú morirás. Morirás. Morirás. Morirás. Morirás. Morirás. Morirás. Morirás. Morirás.

Oyó sus voces como si él mismo las estuviera repitiendo hasta que no pudo escucharlas más.

Morirás.