23. Aislamiento

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Se quedaron en esa posición mucho rato. Al fin y al cabo, Kunou rebosaba felicidad y alegría, por lo que no tenía prisa por despegarse del pobre chico, que había perdido las facultades para hacerlo debido a sus esponjosos rasgos de zorro y el calor que le aportaba. Debido a todo eso, cuando se separaron casi había acabado la clase.

- Tienes que dejar de hacer eso - dijo Seishi, mirando a Kunou con un casi imperceptible sonrojo.

- Tú tampoco te has separado. No es mi culpa ser tan linda - contestó Kunou con una sonrisa resaltando sus delicadas mejillas, que ahora estaban carmesís, acentuando aún más su ternura.

En respuesta, el chico bufó y siguió con su trabajo de dibujar, y la ilusión que había puesto Kunou se desvaneció superponiéndose con la realidad.

Finalmente, sonó el timbre y llegó la hora del almuerzo. En ese momento, el chico se preguntó cómo estaría Ophis.

- Espero que esté bien... - el chico había pasado de estar temeroso ante su poder a simplemente sentirse confuso enfrentando su extraña actitud.

Seishi sacó la usual bolsa de comida, y luego la caja de dulces. Al verla, Koneko inmediatamente tragó saliva mientras contenía las ganas de tirarse sobre ella aplastándolo todo a su paso.

- Son para ti - le dijo a la chica gato.

Al instante, Koneko arrebató la caja de las manos del chico mientras la abría con ojos brillantes. Dentro se podían ver una serie de pastelillos y bizcochos cuidadosamente apilados, que desprendían un aroma que hizo que Koneko salivara debido a la impaciencia. Kunou no pudo evitar jadear al olerlo, y alargó la mano hacia la caja, pero Seishi la detuvo.

- Toma - sacó otra y se la dio.

Aunque había menos cantidad, aproximadamente la mitad, aún era lo que comería una persona promedio si tuviera un antojo especialmente fuerte por comer algo dulce, así que Kunou lo aceptó felizmente. Ambas se llevaron el primer pastelillo a la boca al mismo tiempo.

El chico se sintió extraño mientras se sentaba entre las dos chicas, que estaban totalmente enfocadas en saborear el primer bocado de pastelillo. Al cabo de un minuto, ambas dejaron escapar un suspiro de satisfacción, y Koneko miró al chico antes de seguir comiendo dulces como si fueran a desaparecer en cualquier momento.

- Gracias... - dijo Koneko mientras se metía un bizcocho a la boca.

- Delicioso... Sabe mejor que cuando estuve en mi otra forma... Realmente cocinas bien, hacer que alguien se vuelva dependiente a una comida no es fácil, pero creo que ya no podré volver a comer dulces normales sin pensar en estos - dijo Kunou a forma de halago.

Seishi se sintió un poco conmovido, y comió sin decir nada. Las chicas lo imitaron, y se formó una atmósfera en la que lo único que importaba era la comida y las sensaciones que sentían en la boca, y nada más. No era un silencio incómodo, sino uno que surgió debido al ambiente relajado.

Así pasó medio descanso: las chicas tomaban los dulces a mordisquitos, como si temieran el momento en que se les acabaran, y Seishi se dedicó a ponerse al día con Karui sobre el tiempo que había estado ausente de la academia.

- Eeehhhh... Parece que Kail de verdad es popular - dijo con un leve sonrisa al escuchar una historia en la que una chica se le declaró al jugador de tenis, y la respuesta fue una risa maníaca.

- La verdad, fue un poco... Vergonzoso. La pobre chica no sabía qué hacer - dijo Karui.

- No se puede hacer nada, así es como es Kail - contestó el chico.

- Y por cierto, hay otro chico que se está volviendo muy popular con las chicas. ¿Sabes quién es Hyodou Issei, de segundo? - preguntó la chica.

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