Capítulo 26

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Si tuviera que definir como me siento, diría que soy un hombre desdichado.
Parece que en mi vida la felicidad nunca me va llegar.
Mi hermano cada vez está peor y Laura  siempre permanece a su lado, y lo que es peor, soy testigo de cómo a pesar de todo lo quiere haciendo que mi sufrimiento aumente  y llegue a sentir su rechazo.
He hecho todo lo posible para acercarme a ella, poder transmitirle lo que por ella siento y aún así, no es suficiente.
Temo que este matrimonio vaya al pique, y mi corazón termine de una vez por todas de destruirse.

Había llegado horas antes de Chicago. Había estado dos días seguidos reunido y al fin he podido hacer un buen negocio, me sentía orgulloso de mí mismo y a la vez triste por no poder compartir mi dicha con nadie.
Por ello fui hasta la universidad para buscar a Laura con la intención de darle una sorpresa llevándola a cenar.
Esperé durante un rato fuera de mi coche,  hasta que algo captó mi atención, se trataba de un chica que trataba de deshacerse de un tío, al parecer estaba provocándola.

Fui directo hacia ellos para observar de que se trataba todo, cuando me percaté que aquel joven tenía acorralada a mi hermana.
Sin pensarlo me fui hasta él avisándole que la dejara en paz.

— Oye tú, deja la chica en paz. ¿Qué quieres? — El joven, se recompone fijando sus ojos en mí provocándome más al insultar a mi hermana.

— Tranquilo colega, que está zorra y yo estamos debatiendo muchas cosas.

— Es mentira, yo no quiero nada contigo, me has traído a este lugar engañada...— Me volteo para ver el rostro mojado de mi hermana. Por lo que puedo adivinar este desgraciado estaba intentando llegar a más.
Mi hermana llora y a mí me duele verla así.
Sin pensarlo dos veces, le doy varios puñetazos a ese desgraciado dejándole claro que se aleje de la chica o la próxima lo remato.

Agarro a mi hermana tirando de ella suavemente hasta llevarla hasta mi auto.
Sentados en mi auto me alejo de la universidad a un lugar más seguro. Paro el motor y me dirijo ha ella secándole sus lágrimas abrazándola al mismo tiempo dejando que llore en mi hombro, se ve que está asustada.

— He sido una estúpida, como he podido creer que un chico tan guapo y popular se vaya a fijar en mí.

— Ey, mírame, no quiero que hables de tí cuando eres muy hermosa. Ahora secste tú cara y sonríe, un tío cómo ese no merece la pena ni llorar.
Ah, por cierto ¿Cómo te llamas?

— Gracias, me siento halagada, me llamo Estrella. ¿Y tú? — «Estrella» repito para interior.
Recuerdo que una noche de verano estaba mirando las estrellas y le dije a mi madre si alguna vez tuviera una hermana la llamaría Estrella. Y aquí estoy, a su lado tranquilizándola después de haber pasado por un susto.

— Yo...Alo..Alonso. — Me siento mal en tener que ocultar mi identidad, pero qué sentido tendría decirle quien soy en verdad. Somos hermanos de la misma madre y nunca hemos estado juntos. Aunque pensándolo bien...¿Porqué no acercarme a ella?

— Alonso gracias por defenderme. Quiero que vengas a mi casa te daré unos dulces, te gustarán y te aliviarán ese dolor que llevas por dentro.

— Vaya, me sorprendes. ¿Tanto se me nota que he estado de velorio?

— Alonso, tus ojos no mienten aunque trates de ocultar lo que realmente te ocurre.

— Estrella, no soy un hombre afortunado que digamos, estoy casado con la mujer que amo, y sin embargo desde el primer día que le propuse matrimonio supe que su amor pertenece a otro hombre.

QUERER, NO ES OBLIGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora