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Me despertaron de la forma más estúpida posible, volcaron mi colchón. Adivinen quién fue, Gabriel.

—Despierta, ¡Dios! Tenemos muchas cosas que hacer— dijo moviéndose de un lado a otro nervioso. Fruncí el ceño confundida.

—Fuiste tú quién me mando a dormir—murmuré poniéndome de pie de mala gana.

—No me quedaba de otra, comenzaste a alterarte y poniéndote así no conseguiremos nada— habló rápidamente.

— ¿Qué te ocurre?—pregunté curiosa, analizando cada movimiento que hacía, parecía que estaba apurado.

—No tengo mucho tiempo, y necesito que empieces con la investigación ya— habló apresuradamente.

¿Qué demonios ocurre? ¿Por qué tiene tanta prisa?

—Ayúdame a resolver esto de forma rápida entonces— sugerí tomando el libro que cambió mi vida en un 180°.

Jamás odié tanto un libro.

—No puedo— murmuró haciéndose cada vez menos visible. —Confío en que podrás lograrlo— dijo por último para luego desaparecer de mi vista.

Suspiro pesadamente y miró el libro queriendo quemarlo. Resignada apunté en un cuaderno toda la información que tenía reunida.

Iba cambiando de hoja todo el tiempo observando cada una a través de la luz de mi lámpara para ver si no había nada oculto, el libro tenía como trescientas páginas, ni siquiera iba por la mitad. Llevaba hora y media haciendo lo mismo hasta que finalmente me resigne cerrando el libro fuertemente provocando una pequeña turbina de viento haciendo que un pequeño trozo de papel caiga lentamente, rápidamente lo tomé y observé: no había nada escrito allí ¡Ah, pero ya no soy tan tonta! Lo puse cerca de la luz y lo único que pude ver a través de ella era 《... caselor 547...》

¿Qué mierda era eso? ¡Dios, otra cosa que averiguar!

Está situación comienza a irritarme bastante, ¿Por qué les cuesta tanto decirme que hacer? Nuevamente solté otro suspiro y lo único que hice fue poner "Caselor 547" en el buscador y efectivamente como nunca se me pudo haber ocurrido era una dirección y quedaba a una hora de mi casa.

Apoyé mi mentón sobre la mesa mirando la computadora analizando sobre ir o no ir.

—Debes ir— oí decir a Gabriel voltee y no se encontraba nadie en mi habitación.

¡Fantástico! Además de hacerme creer que estoy enloqueciendo se hacen invisible.

De mala gana me levanté, tomé un poco de dinero, mis materiales de "investigación" y tomé rumbo a ese lugar desconocido pidiendo a Dios no ser raptada, ni violada, ni mucho menos vendida por pedazos al mercado negro.

Gracias al cielo no fue muy difícil de llegar allí, había una casa bastante antigua hasta parecía abandonada.

¿Ahora qué? ¿Qué se supone que debo hacer aquí? Me encontraba enfrente de la puerta de la casa, sin ningún propósito, bueno, había una razón el cual aún no sabía, que espero saber ya ahora, sigo esperando que Gabriel me diga que hacer, tener un poco de ayuda no estaría nada mal.

Suspiro resignada, ninguno de esos dos espíritus raros se dignarían a ayudarme. Sin más, di una media vuelta con rumbo a volver a mi casa y ¡Pum!, la puerta se abre.

—Señorita, ¿Puedo ayudarle en algo?— pregunta un niño de la forma más adorable posible. Sonrio incómoda, lo que más quiero ahora es que la tierra me tragué.

—Sí, eh...— murmuro pensando en una excusa, sería algo tonto decirle a un niño "Eh, niño, necesito que me ayudes a deshacerme de un libro y dos espíritus"

Irina Albu: El Bosque Hoia Baciu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora