Enseñame~

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Hola a todos!!! ^^  me entraron ganas de compartirles este proyecto en el que vengo trabajando, solo tengo una pequeña advertencia, los capitulos tienden a ser largos y la historia va un poco lento ya que me gusta darle muchos detalles, y no me gusta correr en cuanto a la trama. Así que si se llega a leer este fanfic XD bienvenidos sean todos y todas.... bueno! sin más, los dejo con el capítulo, disfruten! (una última cosa, para contextualizar; la historia se desarrolla en una epoca antigua de vestidos pomposos y modales en la mesa XD)

Bye Bye~

Capitulo 1 

Taemin POV

Sentía frio, estaba solo, y mi conciencia divagaba entre este mundo y el otro. Sin ninguna meta por alcanzar, ningún sueño que cumplir,  totalmente vacío por dentro, me encontraba tumbado en el suelo de un camino que dividía un bosque en no-se-donde, en medio de la penumbra de la noche, en un deprimente anochecer decembrino.

La nieve cubría mis piernas y mis brazos, mi rostro debía estar cubierto parcialmente, debido a que me encontraba medio boca abajo sobre el suelo, pero poco importaba ya, todo lo que quería era dejar mi existencia atrás, dejarla he irme lejos, o, no ir a ningún lado, solo dejarla. pretendía firmemente fundirme con el resplandor de la luna que me observaba pasivamente, poco a poco, mis parpados se tornaron más y más pesados, intenté luchar para seguir con mi pequeña narcosis, junto a aquel curioso brillo que me alumbraba, pero mi lucha fue en vano, y finalmente me dejé arrastrar por aquel sueño que prometía ser el último.

El descanso no fue eterno. Medio despierto, medio dormido, intenté abrir mis ojos, al lograrlo me encontré cegado por una cálida luz color ámbar, que  me obligó a cerrar mis ojos una vez más, sumiéndome en la oscuridad de nuevo –algo nada nuevo para mí, a decir verdad-, decidí, entonces, tratar de ubicarme guiado por algunos leves ruidos provenientes de algún lugar lejano, a juzgar por lo casi imperceptibles que eran.

Metal, metal golpeándose, y madera crujiendo – ha de ser algún fogón encendido- pensé para mis adentros, decidí poner más atención a lo que escuchaba, y me sorprendí de lo realmente cerca que se encontraban aquellas cosas que antes no había sido capaz de captar. Pero había otro sonido, que a diferencia de los anteriores, se movía por todo el lugar con un tono de armonía impresa en su esencia, era una voz, una voz que se movía de aquí a allá, impaciente, seguida por unos pasos firmes que eran lo que producía el crujir de la madera del suelo – ¡pon más atención Tae!- me dije a mi mismo. Debía averiguar quién era mi acompañante y, de ser él, porque me había sacado de la nieve, de ese, mi último sueño. Transcurrido un tiempo, pude escuchar aquella voz más cerca, más clara, a pesar de que aún sonaba como un susurro, pude distinguir que se trataba de un hombre, me fue imposible hacer  un acercamiento de su edad, ya que mi cuerpo se encontraba completamente entumecido, y empezaba a experimentar un cosquilleo detestable.

Ya con más seguridad, intenté abrir los ojos por segunda vez, lo que me resultó mucho más fácil que hace apenas unos minutos. Me incorporé, y pude ver cuatro paredes estrechas de madera que me rodeaban, era un pequeño cuarto, iluminado por dos faroles en las paredes laterales, no era mucha la visibilidad que tenía, pero pude ver en la esquina un gran y elegante armario de una madera más oscura que el resto de la habitación, daba un toque de misterio al cuarto, a su lado una mecedora con un pequeño cojín rojo, y … al ver lo que se encontraba encima de la pequeña silla, me sentí avergonzado, ¡eran mis atuendos!, ¡¿qué hacían allá?!, y más importante que eso, ¡¿Quién me había despojado de ellos?!. Bajé la mirada a mi pecho, y me encontré con una blanca prenda de seda, era evidente que no era de mi propiedad, ya que me quedaba holgada, y por mucho.

Intenté ponerme en pie, pero lo único que conseguí fue girar sobre mi tronco y quedar sentando, con mis pies colgando por un lado de la cama -¡Valla!, ¡hoy todo es tan difícil!- me dije al tiempo que me reía de mí mismo por ser incapaz de siquiera poner a funcionar bien mi propio cuerpo. Hice un segundo intento, pero esta vez puse los pies firmemente en algo lanudo que se hallaba en el suelo, me sorprendí, y al mismo tiempo que tornaba mi mirada hacia abajo, divisé una alfombra que hacía juego con el estilo rústico de la habitación… ¿Por qué de repente todo me asusta?, pensé, con el corazón latiendo fuertemente, y la boca seca. Me valí de artimañas para conseguir quedar medio estable sobre el suelo, y emprendí los pasos más lentos de mi vida hacía la puertecilla que se encontraba al otro lado del cuarto, cuando llegué hasta ella, pude notar que tenía unos pequeños tallados en la madera de la que estaba compuesta, pero no tuve tiempo de fijarme en ellos ya que al tiempo que intenté avanzar para salir del cuarto, la perilla de la puerta dio un par de vueltas , hasta que por fin, la puerta se abrió con un estremecedor sonido y un gran chorro de luz apenas me dejaba entrever una silueta,  tal vez fue suave  el sonido ,tal vez no fue tanta la luz que había, pero al encontrarme aturdido fue mil veces más fuerte, no lo sé, lo único en lo que mis sentidos se concentraron fue en aquella figura que apareció ante mí, increíblemente cerca, me encontré con que mi respiración era bastante irregular y fuerte, y mi corazón latía con mucha fuerza. Aquel personaje en cambio, tenía un aspecto sereno y, al levantar mi rostro, bastante a decir verdad, mis ojos se encontraron con los suyos, y encontré en ellos el brillo que me regalaba la luna hace minutos, horas, o días tal vez, pero algo era diferente, al fijarme más detenidamente comprendí que no era el mismo brillo de la luna, era mucho más grande aún, más llenador, más confortante y me inspiraba, por algún motivo, un gran alivio.

Mi acompañante dio un paso atrás al sentirse incomodo por la distancia que yo, instintivamente acababa de recorrer hacia él, avergonzado retrocedí a mi vez.

-Veo que has despertado ya- dijo con esa voz que antes había sido tan solo un susurro, una voz profunda y reconfortante.

-y ha sido tortuoso desde que abrí los ojos- dije con un tono increíblemente amigable, pero al recordar lo ocurrido con mi atuendo, me puse rígido y retrocedí otra vez

-¿Qué ocurre?- me interrogó, poniéndose aparentemente preocupado. Contesté con otra pregunta.

-¿has sido tú el que me ha despojado de mis vestidos?, y si así fuera, ¿con qué propósito lo has hecho?-  me sentí seguro y confiado, hasta que me percaté de lo alto que en realidad era mi acompañante, y sentí que tal vez, solo tal vez, pude haberle dado una mejor impresión que aquella que acababa de crear.

Al ver su semblante serio y sus brillantes ojos fijos en los míos, volvió a mí la sensación de sequedad, por primera vez después de mucho tiempo tuve en todo mi ser un sentimiento diferente al odio, el miedo, miedo a que esta persona imponente que se encontraba justo en frente mío, no tuviera en su interior la pureza que se encontraba en sus ojos.

Una suave y fraternal risa me sacudió de mi trance de pensamientos totalmente al azar, al tiempo que, en cuestión de un par de segundos, desmentía todos los miedos irracionales que mi mente se había hecho cargo de crear.

-¡Claro que fui yo!- Exclamó- de no haberlo hecho, te habrías muerto de frio.

-¡Oh! –  que necio he sido, ni siquiera se cruzó por mi mente que no había una mala intención en aquel acto -L-lo lamento…y-yo…- Tartamudee.

-No hay de qué inquietarse- dijo con una sonrisa que enseñó su blanca dentadura –Sigue adelante y toma algo de té caliente, te ves muy agotado-.

Mi interlocutor dio media vuelta y se adentró en el cuarto que se encontraba más allá de la puerta. Este cuarto era más espacioso en comparación al anterior, pero al igual que éste, todo era de madera, pude ver unas cuantas ventanas cubiertas por rendijas también de madera, y un candelabro en cada pared era lo que nos permitía ver algo en la penumbra, en el centro de la habitación pude ver una mesa redonda, adornada por un jarrón de vidrio que cargaba algunas hermosas flores y un par de velas encendidas, las paredes estaban saturadas de cuadros enmarcando algunos textos, pinturas de paisajes o animales, tal vez uno que otro diploma, lo que me tomó desprevenido, ya que solo los miembros de la realeza poseen el dinero como para poder estudiar, ya tenía una pista sobre la identidad de mi acompañante. Di un paso más y me encontré con otra alfombra, pero ésta mucho más tupida que la del cuarto anterior, y más suave – ¡valla! Llevas un buen rato de pie y te acabas de dar cuenta de que has estado desclaso todo este tiempo- pensé con ironía, a la vez que me daba cuenta de que en aquél espacioso cuarto hacía un calor agradable, mi cuerpo se relajó y deje de experimentar ese espantoso cosquilleo que se había hecho presente hace un buen rato ya.

¡Oh!, que maleducado de mi parte – dijo aquel hombre cortando el hilo de mis pensamientos-, es un gusto conocerte, mi nombre es Minho, Choi Minho, el tuyo es…

L-Lee Taemin…- sentí un temblor que recorrió mi cuerpo en cuestión de segundos –Gracias por sacarme del aprieto en el que me encontraba- me apresuré a decir, intentando de tapar el nerviosismo que me invadía, por una razón que no alcanzaba a comprender.

Tras ver la expresión de serenidad de Choi, y pensar en que él se había arriesgado al salvarme, me percaté de lo insolente que había sido, y una punzada en mi estómago amenazó con dejarme tumbado en el suelo. Supongo que mi expresión fue de espanto, ya que Choi había fruncido el ceño y me miraba seriamente.

¿Algo anda mal Lee?

N-no es nada…

Pero estas muy pálido, ¿te sientes bien?

Sí, creo que estoy muy cansado… eso es todo…

Mi visión empezó a tornarse negra, cada vez veía menos, y todo a mí alrededor giraba en un interminable espiral, con un seco golpe, mi rostro sintió el frio suelo de madera, y mis ojos se cerraron al mismo tiempo que la silueta borrosa de Choi se abalanzaba sobre mí, para desaparecer entre sombras.

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