Había una vez una pequeña hadita que se perdió en medio de un bosque oscuro y nada consolador, muy triste paso días buscando a sus amigas hasta hartarse y se rindió quedando sola y a la intemperie en ese frio bosque.
Los días pasaban y seguía sola, un día la hadita estaba recostada en una roca muriendo de sed cuando de pronto un niño humano que pasaba correteando por ahí la encontró...
-Hola - dijo el niño, la hadita no sabía hablar pero si entendía, hizo un ligero movimiento como pasos de baile en forma de saludo.
-Eres muy bonita, estas solita? porque estas tan sucia? mi mami siempre me dice que no me ensucie, y tu mami?- la pequeña hadita no sabia que decir, de sus pequeños ojos salieron unas cuantas lagrimas rebeldes que parecían pequeños destellos de plata, el niño se dio cuenta
-No te dejare sola-le dijo al darse cuenta que no tenia a nadie.La cogió, la puso en el bolsillo de su pequeño suéter y la llevo a casa.
Pasaron los dias y la hadita le había contado, a su manera, su problema. El niño y la hadita se hicieron amigos, el cada dia le entendía mas y la hadita se sentía protegida y querida, un dia la hadita estaba sentada en la barra de la ventana de la pequeña habitación y en su corazón sintió melancolía al recordar a sus amigas, el niño la vio y se acercó a ella.
-Voy a esperar contigo y las buscaremos por todo el mundo! vas a ver que las vamos a encontrar, te lo prometo-Le dedico una enternecedora sonrisa, una sonrisa sincera y cálida, la hadita voló hacia su nariz y le dio una especie de abrazo en forma de agradecimiento, dejando la nariz del niño embelesada por el aroma que las alitas de la pequeña desprendían, provocándole un estornudo, los dos rieron pero ninguno olvido la promesa.
El niño humano, vivía junto a sus padres que eran humildes granjeros, a él le encanta coleccionar semillas de diferente tamaños y colores, y la hadita a veces le ayudaba en su manía. Un dia el niño, de un pequeño cajón viejo saco una cajita, ahi guardaba lo que para el era su tesoro, su semilla preferida la mas rara que la hadita había visto jamás. Era una semilla naranja con un ovalado perfecto, el niño corrió asía el campo e hizo un pequeño agujero, la hadita se poso en el hombro del niño mientras el cavaba.
-Algún dia esto será un gran árbol- dijo el niño con la semilla entre sus manos, la coloco en el agujero y la enterró con la ayuda de la hadita.
- Espérame aquí- dijo, tras salir corriendo hacia la vieja choza, al volver con paso apresurado traía consigo un pequeño poste de madera con una escritura que decía "Féerique" en letras grandes, chuecas y muy marcadas
-Cuando el árbol crezca y sea enorme tu y tus amigas podrán vivir aquí!- dijo con emoción. Dia tras dia el niño y la pequeña hadita roseaban la semilla.
Pasaban los años y la hadita junto al niño, que de niño se convirtió en joven y de joven a adulto, a estar ya envejecido regaron alegres y unidos esa semilla la cual nunca creció.
El niño ahora anciano, el cual por mas anciano y débil que estuviese no olvidaba su promesa y con fe le ayudaba aun a la hadita. Todo el tiempo la cuido, la alimento, pero sobretodo la amo, El anciano deseaba que la hadita se quedara con el hasta el fin de sus días, ya que sus amigas jamás volvieron aparecer, pero una noche el anciano salió fuera de la choza y a lo lejos vio unos pequeños destellos titilantes en la oscuridad, iguales a los de su amada hadita, dándose cuenta de ello el anciano muy débilmente corrió a avisarle a su amiga y esta feliz salió al encuentro de sus amigas. El anciano tristemente veía el danzante lenguaje de las hadas, al parecer llevaban años buscándola pero nunca la lograron encontrar, porque temían acercarse a aquella choza habitada por humanos. La hadita revoloteaba de alegría y volteo a ver a su amigo el cual le dedico una sonrisa porque el estaba feliz de que ella afín había encontrado a sus amigas, y la hadita estuviera feliz, pero esa sonrisa no era del todo sincera, ya que la pequeña vio tristeza en los ojos del anciano porque este sabia que era hora de decirle adiós a su amiga.
La pequeña se coloco entre sus manos y danzó.
-No, no podría - dijo el anciano interpretando lo que la danzante hadita le decía- yo ya estoy muy viejo, aunque quisiera no podría acompañarte - la hadita insistió eh insistió en que el anciano la acompañara en el viaje, pero el sabia que su salud cada día que pasaba, empeoraba.
-Te esperare aquí- le dijo colocándose en el mismo lugar donde habían plantado aquella semilla “Féerique” la cual nunca broto- Te lo prometo.
La hadita y el anciano se despidieron con lagrimas en los ojos, la hadita abrazaba la grasosa y arrugada nariz del anciano, mientras el posaba su palma temblorosa en su espalda. El anciano, como aquella primera vez, estornudo debido al aroma a clavel que desprendía las alas de la hadita, no pudieron evitar reír ante aquello que les trajo el tan lindo recuerdo. La hadita se marcho y el anciano se quedo solo pero ninguno olvidaría esa promesa que era un mas fuerte que la otra, la de volver y esperar..
Pasaron los años y la hadita junto a sus amigas pasaron por aquel mismo sitio, donde la hadita compartió su vida junto a la de aquel humano, pero algo había cambiado... la choza ya no estaba. La hadita busco y busco desesperadamente a su amigo pero solo quedaban las ruinas de aquella vieja casa, su amigo paso a una mejor vida, pensó. La hadita soltó lagrimas al no encontrarse con su amigo, una ligera brisa soplo asiendo que la pequeña alzara su mirada, vio un hermoso árbol frondoso con coloridas y abundantes hojas anaranjadas, un extraño pero hermoso fruto brillante y un grandioso tronco color bronce. La hadita emocionada se dirigió rápidamente al árbol y frente aquel gigantesco y mágico árbol encontró una silla mecedora y una roca tallada en forma de tumba que decía "El Árbol Féerique".
La hadita soltó mas lagrimas que ya no eran de tristeza, eran de felicidad. Aviso a sus amigas que ya no tenían que recorrer el mundo en busca de un hogar, que había encontrado el lugar ideal. Al ver la vieja y gastada silla noto que había una nota del anciano.
-"Tal vez ya no me encuentres cuando vuelvas a pasar por aquí, pero este árbol es el hogar que cuando era niño te prometí, no te pongas triste porque no estoy cada que sientas el tejido de las hojas, cada que escuches el crujir del tronco o cada vez que sientas el movimiento de las hojas por el viento, recuerda que yo estaré contigo siempre, nunca olvidare todos esos momentos, gracias por tu amistad y Bienvenida a tu nuevo hogar al árbol Féerique!".
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El árbol Féerique.
Teen FictionUn pequeño relato sobre un amistad, que se transformo en un arbol. By: Bersoza&Salinas