Este fue un quince de septiembre raro, papá. Desde que te fuiste todo es extraño ¿sabes? Tiene mucho que mamá no compra carne, ni pollo, ni tan siquiera las patas de pollo que comprábamos cuando había repoquito dinero para hacer caldo. ¿Te a cuerdas de cuando tú estabas? Entonces sí, sin falta comíamos bien, aunque sólo fuera una vez a la semana. Lo menos que comíamos era un caldo de pollo, con hartas verduras y arroz. A lo mejor sólo tenía patas y si bien nos iba tenía un muslo tan siquiera; pero estaba rico. Quizá estaba más rico porque tú lo comías con nosotros y siempre felicitabas a mamá por su sazón.
Ahora las cosas son muy diferentes. Todo cuesta harto y con lo que le da a mamá la patrona en la maquiladora no rinde para mucho. El mes pasado por ejemplo, nos la pasamos comiendo huevos, frijoles, tortillas y chiles, poquitos porque cuestan caros. Y es que ¿qué hacíamos si teníamos que pagar los uniformes? Porque los cambiaron ¿sabías?
También teníamos que comprar cuadernos y los maestros los querían etiquetados y forrados... y eran un chingo, papá. Y el metro del plástico, de es que es baratito, anda en doce; lo mismo que el kilo de tortillas. Y entonces sólo comimos eso todo el mes, papá, porque ya el dinero no alcanza como antes.
Ya no rinde igual. Antes cuando estaba más chiquito ¿te acuerdas cuando mi mamá me llevaba a la tortillería y nos daban a cinco el kilo? Y además la doña me regalaba una o dos tortillas con salsita o sal, para que no anduviera con el estómago vacío hasta la comida. Ahora eso ya no pasa. El kilo de tortillas cuesta lo que cuesta y ¡vayan a regalarte una! Además, ya no hay salsa ni sal para que le pongas a la tortilla, ahora la venden en vasitos chiquitos y cuesta harto, por eso ni compramos. Mamá mejor compra cinco pesos de chiles, jitomate y una cebolla, pero pequeñita, porque cuesta caro, y hace salsa para toda la semana; aunque ya no la hace espesa, ni tan picosa.
Pero la tortilla y la salsa no es lo único que está caro ¿sabes que la docena de huevos anda en veinte pesos?
-En cualquier momento nos van a vender a dos pesos cada banquillo -dice mamá molesta -, y entonces ¿qué vamos a hacer?
Yo sí sé que vamos a hacer, papá, vamos a dejar de comprar huevos como dejamos la carne y el pollo; y un día, cuando las cosas cuesten harto todas y con lo que le pagan a mamá no alcance, entonces no vamos a comer nada, papá.
Los frijoles también están caros. Hay que echarles harta agua para que rindan bien. Antes mamá los hacía más espesos y me los untaba en un bolillo, luego le ponía crema y jamón y aguacate, jitomate y lechuga también. Ahora al bolillo me le unta los frijoles rete aguados, ya no le pone jamón y apenas una embarrada de crema. En el receso me da pena sacar mi torta y que se vayan a burlar de que nada más traigo un bolillo y una botella de Coca-Cola rellenada con agua de los bebederos, porque ayer nos volvieron a cortar el agua en la casa.
Pero mamá trabaja harto, llega bien cansada y hace la comida para que, al otro día, cuando yo regrese de la escuela caliente los frijoles y las tortillas y coma. A veces los caliento, cuando hay gas y cuando no, pues me los como fríos, porque desde que te fuiste que no sirve el horno de microondas y tú que estabas rete emocionado cuando lo compraste en navidad, papá, y mira que se descompuso y pues no tenemos para mandarlo arreglar.
Y es que desde que te fuiste tenemos menos dinero que antes. Cuando tú estabas yo sé que trabajabas harto para darnos una buena vida. Tú siempre decías que querías darnos una vida buena y que yo no tuviera las carencias que tú tuviste, por eso trabajas harto. Todos los días te levantabas rete temprano y te ibas rete lejos en la bici para llegar a las cinco de la mañana ahí a la central de abastos, porque a esa hora llegaban los camiones bien cargados de frutas y verduras y el patrón te ponía a descargarlos. Trabajabas todo el día y llegabas rete cansado en tarde como a las siete; pero traías harta fruta y verdura, la feúcha, la que el patrón no quería porque estaba medio agusanada o porque estaba hasta abajo de la caja, y te la traías a la casa y mamá hacía hartas cosas con ellas.
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Un quince de Septiembre sin Pozole
Short StoryPapá, este es un quince de septiembre extraño; todo es extraño desde que tú te fuiste, pero este quince de septimebre lo es más.