Capitulo Uno

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—He sido tu compañera de cuarto durante dos años y nunca he conocido a tu familia —dijo América, encaramada al estilo indio en el centro de la cama de ______. Ella mirando como ______ metía lo último de sus ropas dobladas en la maleta abierta.

—Ya sé, ya te dije que mi familia es diferente a la tuya.

—No me importa lo diferentes que sean... ¿no debería tu padre al menos llamar para ver cómo le va a su hija? No es como si vivieras a horas de distancia, estás prácticamente en su patio trasero. Por todo lo que sabe te drogas y tienes sexo duro y ardiente con ciclistas tatuados. —Los labios de América se aprietan en una línea mientras dibujaba círculos en un remiendo del edredón.

______ se echó a reír. Sexo con ciclistas tatuados.

—Suena más como tú, Amee.

—Sí, tienes razón lo hace. —América meneó sus cejas. Su atención se centró en una cuerda floja en la parte inferior de su calcetín. Ella tiró de él—. Debería haber al menos llamado para ver cómo estás. Mi madre no puede vivir un día sin llamarme. —Su mirada se tensó—. Mierda, lo siento, ___, ya sabes cómo es cuando mi boca llega a moverse.

_______ se encogió de hombros, manos apoyadas en las caderas le dio un último vistazo al contenido de la maleta: maquillaje, cepillo de dientes, cinco pares de pantalones vaqueros, diez blusas, tres vestidos veraniegos, rizador, secador de pelo, zapatos, libros para escapar. Todo estaba ahí, lo esencial.

—_______ , sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad? Tu madre conducía su coche por un puente en un lago y nunca lo mencionaste. Actúas como si nunca hubiera pasado. No creo que eso sea normal.

—Espero ser capaz de lograr cerrar esta maleta. —______ clavó una rodilla en la parte superior de la tapa y tiró de la resistente cremallera.

—Así que, eso es todo. Tu padre se comunica contigo después de no hablarte por dos años. Él exige que corras a casa, tu madre está en coma, y ¿todo en lo que puedes pensar es en lograr que la maldita maleta se cierre? ______ algo no está bien contigo. —América apartó el pelo de color castaño de su hombro—. Yo no lo entiendo. No tienes citas, y cuando no estás trabajando te encierras lejos... en la lectura. —América sorbió su nariz y sacudió su cabeza—. ¿No quieres experimentar la vida? ¿Amor? No puedes hacer eso sentada en el apartamento.

—Bueno, primero que todo: no tienes que entenderme. Todo lo que tienes que hacer es pagar la mitad de las cuentas. Segundo: Te he visto llorar cada vez que un gilipollas pisa tu corazón. ¿Cuántas veces me has visto a mí llorando en el sofá? Te lo diré... cero. Tú eres la que no tiene sentido. ¿Por qué te arriesgas a eso?

—Las relaciones no son todas malas. Tienen sus puntos emocionantes.

______ sonrió a su amiga delirante.

—¿Eso es lo mejor que tienes? Al menos esperaba que me dieras detalles explícitos sobre cuán bueno es el sexo.

—¿Qué exactamente pensabas cuando me refería a partes emocionantes? —La barbilla de América se acerca—. Ríete de mí todo lo que quieras. Un día te encontrarás a ti misma pensando en el sexo muy a menudo. Tarde o temprano, algún ardiente chico va a lograr que la zona entre tus piernas se humedezca y entonces todo en lo que serás capaz de pensar es en su pene y en todos los lugares que te gustaría que se quede.

Plumas irrumpieron en el aire mientras _____ golpeaba a América varias veces con una almohada.

—¡Eres desagradable! ¡Lo digo en serio! ¡Me sorprende que no hayas cogido una enfermedad de transmisión sexual hasta ahora!

América cayó de lado en un ataque de risa. Se aferró a su estómago y, finalmente, su risa dio paso a bufidos, y murió en la nada. Se secó las lágrimas de las comisuras de sus ojos.

—Me encanta jugar con tu cabeza. —Ella respiró—. ¿Cuánto tiempo estarás fuera?

—Una semana, dos a lo mucho. —______ se dejó caer en el lado de la cama, con los hombros caídos de miedo—. Yo no quiero volver. ¿Sería una persona horrible si no lo hiciera?

—Bien. —América hizo una pausa—. Podrías quedarte conmigo. Nadie dice que tienes que correr tan pronto recibas una llamada de tu padre, pero si no vas, nunca voy a tener la oportunidad de conocer a tu familia. —Cogió la foto pequeña tumbada en la mesita de noche de ______—. Y tu hermano se ve horriblemente delicioso. ¿Por qué nunca lo invitamos a visitarnos?

—Olvídalo. No voy a arreglar algo para ti con Brandon. —_____ hizo una mueca—. Eso sería muy raro.

—Bien, lo que sea. Tu hermano y yo probablemente no habríamos funcionado de todos modos. Se ve un poco anal para mí. Me gustan mis hombres sucios. —Su uña golpeó la foto—. Ahora este otro tipo de la foto, el Sr. Sexy, que parece que sabe cómo pasar un buen rato en serio... es mi tipo de diversión.

—Dame eso. —______ robó la foto de la mano de América. Sostuvo la foto en su regazo, las esquinas dobladas en su férreo control. Ella frunció el ceño, mirando hacia abajo a los dos chicos con los pescados impresionantemente grandes colgando de cada uno de sus palos. El lago de algas verde era visible, se extendía detrás de ellos. Había sido un día caluroso, un día feliz, y uno que _____ recordaba bien. Ella era la única que había estado detrás de la cámara.

—Flipas por las cosas que no deberías hacerlo, y pareces emocionalmente muerta por las cosas que realmente importan. No lo entiendo —se quejó América.

—Te lo dije. No tienes que.

_____ se quedó mirando la foto, ver los mismos intensos ojos marrones que la perseguían desde hace dos años. Hay algunas cosas que una persona nunca puede olvidar. Ella había evitado su pasado y lo evitaba a él. Debería haber sabido que tarde o temprano sus demonios la cazarían donde se escondía. Pero ya no era la misma niña asustada de piel fina que una vez fue. Ella era más fuerte. Un infierno de mucho más fuerte. Su mente estaba más clara de lo que había estado en mucho tiempo. 

Persiguiendo Recuerdos (Adaptada con Josh hutcherson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora