II. El joven rebelde.

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El silencio que inunda la plaza cuando el joven para de cantar, con la respiración agitada y la mirada buscando algo entre el público, es interrumpido por un disparo que parece proceder del edificio del Ayuntamiento, directo a la carroza. En ese mismo momento, el pánico se apodera de la plaza, mientras la figura del gobernador Revenge aparece en el balcón. Desde ahí, Charlie puede ver la furia brillando en su mirada durante un segundo, justo antes de que señale la carroza, gritando:

"¡Matadlo! ¡Matadlo ahora mismo!"

Para entonces, el público no es más que un amasijo de pánico y gritos mientras intentan abandonar la plaza entre empujones. Algunos soldados empiezan a salir de quién sabe dónde, corriendo hacia la carroza mientras cargan sus armas.

Lo único que Charlie puede hacer es observar la escena, teniendo cada vez más claro dos cosas: la primera, que Revenge ha entendido aquel "¡Aguantaremos!" como un acto de rebelión y no como un simple grito de esperanza. Y la segunda, que va a morir. Cuando puede reaccionar y su cuerpo se digna por fin a colaborar, intenta alejarse corriendo, pero una mano sujeta firmemente su brazo antes de que pueda moverse. Charlie gira la cabeza, temiendo lo peor, pero respira tranquilo cuando ve que es su padre quien le sujeta.

"¡Vamos, padre!" grita Charlie.

Su padre parece ignorarlo, y solo aprieta el agarre en su brazo mientras busca algo con la mirada.

"¡Espera!"

En ese momento, otra mano toca el hombro de Charlie, haciendo que se gire. Los ojos se le agrandan y el corazón se le late en la garganta cuando mira al hombre frente a él, el chico rubio de la carroza, cubierto con una capa oscura. El padre de Charlie asiente a la vez que él, y ambos empiezan a correr en la misma dirección sin soltar a Charlie. El shock se apodera del cuerpo del muchacho, y lo único que puede hacer es dejarse arrastrar entre la gente de la plaza. Los tres corren hasta llegar junto a un coche negro que espera junto a la calle. Inmediatamente después de que se suban, el conductor arranca. Charlie se da cuenta, cuando su mirada se posa en el espejo retrovisor, de que también es humano.

"¿Qué demonios pasa aquí?" grita Charlie, histérico, cuando por fin es capaz de articular alguna palabra.

"Hijo, tranquilízate." dice su padre, apoyando una mano sobre su hombro. Su incomprensible tranquilidad solo hace que Charlie se sienta aún más confuso.

"¿Tranquilizarme? ¡Quieren matar a este hombre, padre, y ahora probablemente a nosotros también! ¿Cómo demonios voy a tranquilizarme?"

Nadie contesta, y la histeria de Charlie se convierte en ira mientras siente que le están gastando una broma terriblemente pesada. El coche se pierde entre los edificios destrozados por las bombas y, cuando están lo suficientemente lejos de la Calle Mayor, el chico rubio se quita la capa y sonríe a Charlie, tendiéndole la mano.

"Soy Gerard."

Charlie lo mira, confundido.

"¿Qué? En serio, esto tiene que ser una broma... Me da igual quién seas, solo me interesa saber qué demonios hacemos aquí." contesta, apretando los puños, el dolor de cabeza haciéndose más presente con cada segundo que pasa.

Bienvenidos al Desfile Negro - HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora