Solo se oía el breve respirar dentro de las cuatro paredes en las que estaba situada. A lo lejos se escuchaba el sonido del viento golpeteando las ventanas, acercándose así como un susurro ante sus oídos. Cuatro paredes sin futuro, y Ahí estaba ella entre esas cuatro paredes, postraba sobre su cama.
La habitación estaba en penumbras, solo se dejaban ver los tintes que tiene la noche atravez de la ventana. A pesar de la negrura de la noche se podía adivinar el pálido color gris que tenían las paredes. Al lado izquierdo de aquel cuarto se encontraba un pequeño escritorio pintado en tintes color vino, y desgastado por tiempo. Sobre el escritorio se encontraban algunos papeles revueltos y viejos, y una pequeña lampara que era la única luz artificial que alumbraba de una manera tenue el dicho cuarto.
El piso estaba recubierto por una alfombra con motas negras y el olor que expedía, era una mezcla de tabaco con humedad.
No se alcanzaba a ver muy bien su rostro solo se podía ver su larga cabellera de color castaño, con el pelo enmarañado, vestía un playera pegada y a pesar de esa escena tan sombría, se podían adivinar las curvas que tenia bajo ese atuendo color azul. Un pantalón roído por el tiempo dejaba ver unos hermosas piernas.
El silencio que antes se oía, se va acompañando de una respiración lenta y constante, y solo se van escuchando los sollozos, y dentro del cuarto se respira la nostalgia de un recuerdo. Un grito ahogado por el dolor, va dando paso a la tristeza.