Prólogo

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Mientras los habitantes de un pequeño pueblo llamado Villa Malgama, dormían plácidamente en sus casas. Un hombre vagaba por las frías y silenciosas calles, ignorante del peligro que lo asechaba. Muchas historias había escuchado sobre la bestia que habitaba en el bosque continuo, más nunca quiso escuchar los susurros del pueblo. Su testarudez lo llevó a cometer el peor error de su vida.

Un fuerte grito se oyó rompiendo el silencio del pueblo. Unos ojos amarillos, llenos de malicia se vio reflejado por la luz de la luna y un intenso dolor atravesó un costado del cuerpo del hombre. Un suspiro pesado y un ronco gruñido lo siguieron hasta llegar a la casa, donde entró a duras penas, cerrando con llaves después. Su vista se fue agotando, en cuanto la sangre manchaba el tapete de su sala.

La herida dolía terriblemente, escociéndole hasta el alma. Pasaron días sin que la herida llegara a sanar completamente, la llaga abierta y profunda, casi revelando sus costillas. El doctor, le había dado remedios, pero el dolor se negaba a abandonar su cuerpo.

Las noches se hicieron largas para Emilio Zapata, las pesadillas invadiendo sus más profundos sueños, tratando de arraigar en su mente que se iba desquiciando poco a poco. Y no tardó mucho tiempo, en que el pueblo entero comenzara a hablar de él, susurrando secretos y llamándolo como “el besado por el diablo”.

Seis meses faltaron para que su herida causada por la bestia se cerrada. Pero lo que descubrió después, fue una pesadilla. Su mente poco a poco se estaba volviendo más oscura, instándole a cometer suicidio. La sangre lo llamaba a gritos, suplicándole su liberación. Comenzó primero con los pequeños animales que tenía en su granja. Su alma atormentada por los gritos de las constantes pesadillas, lo llevaron a sentir placer por el sufrimiento de los demás.

La agonía de sus víctimas, era un alivio para su corazón destrozado. Su mente se volvió más salvaje y oscura. Las cosas empeoraron, cuando sus ansias comenzaron a crecer más y más. Emilio viendo que estaba perdiendo la humanidad en sus crueles actos, decidió esconderse en su sótano, apartándose de los vecinos.

Su pequeño hijo, Tomás, asustado de los actos impuros e inhumanos de su padre, corrió hacia la casa de su tía, dejando a su progenitor sufrir en silencio, el castigo recibido por no haber escuchado las palabras del pueblo.

Pasaron los días e incluso meses, y la sed de sangre y venganza se iban apoderando de la poca racionalidad de Emilio, quien un día no aguantó más y derrotado, se dejó llevar por el oscuro deseo que habitaba en lo más profundo de su alma. Su humanidad, extinguiéndose por completo, dando paso a una bestia con piel de hombre.

Un machete largo y curvo fue su aliado en su oscura travesía. Varias personas inocentes tuvieron que vivir en carne propia, la maldad producida por las manchadas manos de aquel ser que había sido humano una vez, más después de haberse entregado en los brazos de la oscuridad y el odio, se convirtió en una criatura sedienta de sangre.

El pueblo cansado de vivir las múltiples muertes, dándose cuenta de que los rezos no serían suficientes para ahuyentar al demonio que acechaba sus calles en busca de su próxima víctima, decidieron pedir ayuda a los pueblos vecinos. De ese modo, poco a poco centenares de personas acudieron a las súplicas de auxilio, y entre todos apresaron a aquel que había sido llamado “el besado por el diablo”. Lo ataron en un cepo en medio del pueblo y prendieron fuego su odiado cuerpo. El asombro y horror inundó sus rostros, cuando aquel endemoniado ser, sonreía a carcajadas en medio de las llamas y mirándolos con desprecio, pronunció unas palabras que quedaron grabadas en la mente de todo ser vivo aquel día: “Algún día nacerán peores que yo, y entonces lamentarán este día. Mi sangre perdurará por media docena de odio”.

El miedo no les impidió continuar con la tarea que llevaban en manos. Les llevó tiempo echar abajo el bosque que rodeaba el pueblo, pero con la múltiple ayuda recibida por los pueblos vecinos, lograron su cometido.

La sorpresa fue grande al no haber hallado a la bestia que según algunos pueblerinos, habitaba en el bosque mucho antes de que Emilio comenzara a asesinar a sangre fría. Decidieron creer entonces, que la bestia se había encarnado en el cuerpo de Emilio, quién posiblemente había muerto esa noche que decidió, correr el peligro de deambular por las calles a altas horas de la noche y cerca del bosque.

Pasaron cientos de años después, en donde nuevas generaciones habitaron el suelo que alguna vez había sido ultrajado. Las personas vivían felices, más algunos que habían heredado las leyendas de sus antepasados, aun conservaban en sus memorias las últimas palabras de aquel ser maligno al que un día llamaron Emilio.

Seis MáscarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora