Día Docientos Treinta.
1:20 pm.
× Narra ____ ×
Supongo que no siempre podemos tener la vida que deseamos.
Supongo que no siempre debes estar satisfecha con lo que tienes.
Supongo que se van las mejores personas de esta tierra para que nosotros paguemos nuestros pecados en carne propia.Acaricio el portaretrato que tengo entre mis manos. La ausencia de mi hermano se hace presente todos los días. Creo que lo que más extraño es su voz y su calidez, o sus malos chistes y su risa ronca, o verlo cocinar con su mandil floreado mientras tararea una canción.
Río y es ahí cuando me doy cuenta que las lágrimas han comenzado a escurrir involuntariamente por mis mejillas.
Respiro hondo recordando los días pasados. Después de la muerte de Axel, Ignacio ha estado buscándome para regresar con él a mi antiguo hogar, son cientos de mensajes y llamadas que llegan diariamente, sin embargo, jamás he contestado alguno de ellos y tuve que cambiar mi celular -por uno desechable- para que no lograra localizarme.
Sé lo cruel e inhumano que puede ser Curiel, y prefiero mantenerme lo más alejada de él por lo que espero sea unos cuantos años.
Necesito descansar y lograr aprender a vivir con este sentimiento, olvidar un poco mis problemas, estar sola y sobrellevar la situación. Un momento en el que -aunque suene egoísta- solo me preocupe por mí y por este ser que llevo dentro.
- Saldré un rato, ¿no vienes? -pregunta Jorge desde la puerta.
- Me quedaré -finjo una sonrisa-, cuidate.
Él asiente y se retira de la habitación sin decir nada más.
La soledad volvió a ser mi mejor amiga, disfruto del silencio y la calma que me brinda; miro por la ventana, el cielo se encuentra gris y probablemente llueva en unas horas. Un escalofrío navega por mi cuerpo y espero que sea por el frío y no por que algo malo vaya a pasar.
6:06 pm.
Muerdo mis uñas angustiada por no conocer el paradero de Jorge, me muevo de un lado a otro sin saber que hacer o que esperar de esta misteriosa desaparición.
Mi celular suena y respondo de inmediato al ver el nombre del pelinegro invadir la pantalla.
- Me tenías preocupada, ¿dónde demonios estás? -reclamo.
- La situación es la misma, mi cielo -oigo su voz ronca y amenazante. Ignacio se encuentra al otro lado de la línea.
- Por favor no le hagas nada -sueno destrozada.
- Oh, ____. Sigues siendo una chiquita tan boba -ríe y el nudo en mi garganta se hace más fuerte-. Aún no logras entender que yo no le causó ningún daño a nadie, todo es tu culpa, siempre es culpa tuya.
- Mientes.
- Cariño -vuelve a reir-, ¿acaso no te das cuenta? -mi silencio responde-. Si le hubieras comentado tu..., situación a tu hermano, quizás nunca hubieran ido a aquella fiesta y quizás en estos momento estaría ahí junto a ti. Si jamás te hubieras ido de casa, tu madre no tendría esa horrible cicatriz abarcando toda su pierna. Si me hubiese respondido días atrás, Jorge no estaría en esta situación.
Las lágrimas se hacen presentes, sé que sus palabras no deberían afectarme porque sé que no son verdad, sin embargo, una parte de mí se siente tan culpable porque quizás, sólo quizás aquel hombre tenga razón.
He dañado a todas las personas que amo.
- Te enseñé a ser responsable, ____, ahora acepta las consecuencias de tus actos.
- Dejalo -susurro-, iré contigo, te veré en casa.
- Supongo que eso ya no es necesario, mi niña -la frialdad de su voz se encuentra justo detrás de mí.
-No -niego enfrentandolo-. ¿Dónde está Jorge? ¡Qué le hicieron! -habló en plural al ver a dos hombres junto a él.
- Tan boba -sonríe-, tu príncipe azul me trajo hasta aquí, solo bastaron un par de billetes para que su amor por ti se derrumbara.
Un dolor en mi pecho se hizo presente, era un dolor tan fuerte, un sentimiento indescifrable; el enojo, la tristeza, la decepción me dominaban.
Grité, grité con todas mis fuerzas para ayudentar estas emociones, me derrumbe por completo cayendo al suelo frío de la habitación.
- ¡Ya deja de mentir! -grité negando sus palabras.
- Que te lo diga él entonces.
Su delgada silueta se posa frente a mí, sus ojos azules se cruzan con los míos y surgen tantas emociones. Sé que no quiere que nada malo me pase, pero también sé que no está arrepentido por haberme traicionado de esa forma.
- Lo siento tanto -su voz suena débil, me cuesta creer que es él-, en verdad lo siento tanto.
Ignacio le mira y de inmediato el pelinegro se va del cuarto.
Sabía que esa iba ser la última vez que lo vería, sabía que nunca más pondría un pie en este país y mucho menos en esta ciudad. Había perdido a dos personas tan importantes en mi vida de una forma tan miserable.
- Una cosa más hija -miré a mi progenitor-, tampoco quisiste abortar -el miedo me invade por completo-, ahora atente a tus consecuencias.
Los dos hombres se acercaron a mí, tomaron mis muñecas y patearon mi vientre las veces que fueron necesarias; grité, pedí ayuda hasta que la garganta me ardió, lloré por todo lo que me consumía. La escena era tan macabra y tan inhumana.
No sé cuánto tiempo más estuve consiente, había mucha sangre a mi alrededor y todo mi sistema se debilitaba a cada segundo.
Y por primera vez, la soledad se me hizo tan desagradable como Ignacio Curiel.
× Narra Jos ×
6:06 pm.
Río mientras escucho balbucear a mi hermana, su cabello rizado cae por todo su rostro de manera alborotada. Sus ojos brillan y me doy cuenta de la alegría que un niño puede transmitir con su inocencia.
La tomo entre mis brazos y la coloco junto a sus juguetes para que esté tranquila mientras subo a ver a Renata.
Toco la puerta y me adentro a mi habitación; su delgada figura, su cabello rojo y esas lindas pecas que decoran su cálido rostro hace que la primer imagen que veo me haga bailar el corazón. Me acerco y deposito y beso en su mejilla, acción que la hace despertar.
- Hola -susurro.
- Hola -susurra de vuelta.
Me recoste junto a ella y así estuvimos un par de minutos, acompañados del silencio y la tranquilidad que aportan nuestros cuerpos al estar cerca del otro.
Sin embargo todo lo bueno también tiene un fin.
- Me duele demasiado Jos -solloza mientras se mueve entre las sabanas-, me duele mucho.
No bastó decir nada más, llamé a la señora Laura para que pudiera cuidar a mi hermana, una vez que aceptó, tomé a la pelirroja entre mis brazos con dirección al hospital.
Por primera vez la pecosa no protestó.
Por primera vez la angustia y preocupación me está consumiendo.
Nuevamente siento miedo de estar solo y que esta vez no haya nadie que pueda sacarme del abismo.
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Aquí es donde todas lloramos.H O L A A A A A A A A.
Falta poco para que la historia termineee.Tengo muchísimo frío y me mandaron a la escuela :(
Eso es todo bebés.
Denle ⭐⭐⭐ y comenten 💘.
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Mokita (Tonalidades III)
FanfictionTERCERA PARTE (PRECUELA) DE "MI CHICA SUICIDA". Conoces su historia, sin embargo, no conoces su pasado. "- No tengas miedo. Te seguiré amando sea cual sea tu pasado". Ella siempre fue la chica suicida. Pero él, no siempre fue el chico lindo que la s...