El ultimo mensaje de texto que Sara envió aquel domingo 16 de septiembre decía lo siguiente:
-"Hola Bry, quizá ayer me volví un poco loca y comencé a decir las cosas que realmente sentía y no me atrevía a hablar... Hoy por la mañana desperté mejor que ayer y mejor que los días anteriores, pero con el mismo vacío en el corazón desde que tu no estás.
Creo que también estas fastidiado de mi y no quiero pasar de ser un recuerdo aparentemente bueno a ser la rogona que no puede superarte, solo quiero que sepas que yo estaré para ti, esperándote, cada día hasta que te canses de buscar ese amor a medias que otra te pueda dar.
Te amo y ya no te voy a insistir ni a molestar más con este tipo de comentarios...
¿Quieres estar con otra? Intentalo.
¿Estas enamorado? Vivelo.
Que el día que quieras volver yo estaré esperándote con el alma y el corazón abierto, hoy y todos los días de mi vida.
Te lo prometo."
Sara no se sentía muy bien respecto a enviar ese mensaje con el que terminaría de dar pauta a Bry para continuar con su vida sin estar ella presente, pero al final lo envió, con las lágrimas rodando por sus mejillas, el silencio de su habitación y el sonido de las gotas de agua de aquel día lluvioso chocando con la ventana, sabía que tenía que dejarlo ir de una vez por todas, aunque dolía, pensarlo dolía.
Recostada en la cama y esperando una respuesta que no llego, miraba con dolor aquel anillo de plata con cristales que Bry le regaló:
-Es un anillo de promesa, Sabes que lo cambiaré por uno real, ¿Verdad?- dijo él mientras lo elegía.
Estar con Bry por el resto de su vida era uno de los sueños mas grandes de Sara, tenía todo minuciosamente calculado y el hecho de que Bry le dijera esas palabras la hicieron soñar cada vez más con un "para siempre".
-Es perfecto.- dijo Sara, con una sonrisa tan grande que se podía ver a distancia.
El pensamiento fue interrumpido por su madre entrando a la habitación como siempre sin tocar la puerta.
-¿Qué se supone que haces Sara?- dijo.
-Mamá, te he dicho mil veces que toques antes de entrar.- dijo Sara poniéndose el anillo nuevamente en el dedo anular.
-Lo siento, pero debes arreglar todo rápido, harás un gran viaje y no quieres que se te olvide nada, ¿verdad?- dijo su madre ayudándole a meter un álbum de fotografías en una maleta sin que Sara se diera cuenta.
-No se me olvidará nada, mamá.- dijo mientras salía del closet con un suéter negro en la mano, suéter que desde hacía tiempo le había robado a Bry.
Su madre lo noto, noto la sonrisa a medias y fingida que tenía en el rostro mientras caminaba de un lado a otro recogiéndose el cabello suelto para hacer de el una coleta.
-Sara, hija, no puedes seguir así.- la detuvo.
Si alguien sabía de eventos desafortunados del amor era su madre.
-No quiero hablar al respecto, estoy bien. Además él y yo terminamos bien y seremos amigos.- dijo mientras cerraba la última maleta que le faltaba.
-Esta bien, ya es tarde y el autobús saldrá en poco tiempo, vamos, que Chiqui te esta esperando abajo, ¿Extrañaras a tu sobrina, no es así?- dijo su madre mientras la ayudaba a bajar sus cosas.
Sara sabía que irse por un tiempo era lo mejor, después de todo ya no tenia opción, había aceptado la oportunidad de ascender en el trabajo y no podía quedar mal, necesitaba seguir adelante.
Al bajar, su familia estaba ahí, esperándola. Su hermana, su sobrina, su abuela y su abuelo, esté último mas triste que las demás ya que no quería que Sara se fuera por el apego tan grande que tenía con ella.
Mi princesa, debes de llamarme todos los días, no salgas muy noche, cierra bien la puerta... Y más, fueron las recomendaciones que su abuelo le daba mientras ella se esforzaba por no llorar.
Despedirse de las personas que habían vivido con ella durante 24 años fue muy duro, todos la acompañaron a la central de autobuses, su salida era a las 18:40 rumbo a un destino completamente desconocido.
La puerta del autobús se abrió y mientras subía les decía adiós desde lejos con la mano, repitiendo cada palabra, cada mirada y cada recuerdo en el corazón.
Fue así como se marcho, sin imaginar que a kilómetros de distancia, en su habitación, su celular sonó, notificándole un mensaje que ella no leyó.
ESTÁS LEYENDO
Cuando fuimos todo.
RomansaEsta es la historia de un corazón roto, que espera ser reparado por la misma persona que lo rompió... Y es qué, ¿Quién no ha pasado por algo similar?