40. Siempre con vos.

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Capítulo 40.

Narra Kichan.

Lo miré serio todo el tiempo que fué necesario. Me senté, y me siguió. Se ubicó al lado mio. Por qué no te fuiste Paulo? Si querés terminar. Por qué seguís acá? Si somos amigos, o eso es lo que querés que seamos. O lo que tu cabeza quiere que seamos . Y lo entiendo, juro que lo entiendo. Quién no estaría asustado? A veces no dimensionamos las cosas.

Somos dos hombres, en un mundo tan homofóbico como lo es el fútbol, enamorados.

Si: enamorados. Algo más descabellado que eso? No lo creo. No porque sea algo raro, sino porque eso en el fútbol no existe. O existe pero no tiene que saberse.

Puto.
Maricon.
Pateás como nena.
Ay, esa camiseta rosita.
Caminá bien, trolo.
Viste lo mucho que mueve las manos? Seguro se la come.

Incontables veces escuché esas frases. Y muchas más. Porque el fútbol es para machos. Esos machos tan machos que si hay una mínima sospecha, tenés que conseguirte una novia. O levantarte una mina cualquiera, la que sea. Tenés que demostrar la hombría. No sea cosa que te desvíes. Y nosotros, nos estamos descubriendo. Estamos dando pasos juntos, quizás fuimos muy rápido, quizás no. Nos jugamos el uno por el otro, nos animamos a experimentar. Incluso sabiendo que nunca estuvimos con otra persona de nuestro mismo sexo. Incluso con todos los miedos que es conlleva. Incluso sabiendo que lo nuestro no puede ir más allá de nosotros dos, jamás va a ser público. Jamás vamos a ser libres. Y nunca importó, ni nuestros prejuicios, ni las idas ni las vueltas, porque una cosa es segura: estamos enamorados.

Por qué sonreís? Te parece graciosa la situación? -consulta todavía llorando-

Y verlo así me pone inevitablemente sensible. Empiezo a llorar también, pero la leve sonrisa de mi rostro no se va.

Vos de verdad pensás que unos anillos, encima truchos, van a cambiar lo que siento? -me limpio el rostro- Estás en pedo -digo más calmado, aunque todavía unas pequeñas gotas brotan de mis ojos-

Y su llanto empieza a perder el control. Y lo atraigo a mi, y lloro también. Lo aprieto con fuerza, porque necesito que nos desahoguemos. Seguimos así unos minutos y luego, sin dejar de llorar, se separa de mi.

Tengo miedo -se limpia la cara con la remera-
Yo no tengo miedo, tengo pánico... Pero acá con vos, eso no me importa -digo desganado-

Me toma por sorpresa un abrazo fuerte. Como pocas veces me abrazaron. Lo correspondo.

Querés sufrir sólo, o sufrimos juntos? Porque esas opciones tenemos -digo acariciándole una mejilla-
Con vos, con vos... Siempre con vos -se acerca-

Sonrío y por dentro mi corazón explota. Él también simula una leve sonrisa pero que en unos instantes lastimosamente se borra.

Kichan si alguien más se entera... -dice a punto de volver a derrumbarse-
Hablemos con Lea, él va a entender -apoyo mi mano en su hombro, interrumpiéndolo-
Y si no entiende? Porque -apoyo una mano un sus labios, callándolo-
Es nuestro amigo, nos quiere... Lo va a entender -intento darle calma-
Te amo -hunde su rostro en mi cuello-

Y nos mantenemos así. Todavía sollozando, buscamos nuestros labios y nos damos un beso. Ese beso nos hace entender que todo valió la pena. Cada golpe, cada lágrima derramada, cada caída valió la pena así sea por un solo beso entre nosotros dos. En un momento se levanta y camina.

Bueno, ya está -sacude todo el cuerpo-

Me río ante esto y lo miro caminar.

Parecés un cachorrito mojado -digo limpiándome el rostro-
Vení -susurra-

Desde que te ví - Paulo Dybala & Cristian Pavón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora