Le había prometido a su amante que en cuanto la ley se lo permitiera él lo tomaría como su concubino, y sabía que eso era algo que ni siquiera el rey podía ir en contra, pero sabía que no necesitaba la intervención de éste para que él encontrara un impedimento para poder cumplir su promesa, porque Jung Soo lo haría perfectamente, ella no iba a permitirle fácilmente tomar un concubino, así fuera Taemin o a cualquier otra persona, y ella tenía de respaldo a su primo, contra quien nadie podría ir, pero así mismo Min Ho creía que tenía los argumentos suficientes para hacer a su esposa acceder.
Observó el cuerpo a su lado, quien a momentos se había movido más cerca de él buscando su calor, porque había ocasiones en que no importaba si la chimenea de la cabaña estaba encendida, ésta seguía siendo muy fría, más en época de invierno, pero eso no los había detenido para encontrarse en aquel lugar que se había vuelto tan especial para ellos, porque podían consumar su amor sin esconderse de nadie, además de que él siempre veía como su amante se sentía más cómodo al estar ahí.
Apartó los cabellos castaños del rostro de su amante, y besó su frente, sonriendo cuando lo vio moverse buscando alejarse para poder seguir durmiendo, y sus brazos lo envolvieron antes de que pudiera apartarse más, depositando más besos en su rostro que terminó por despertarlo.
—Mi Señor —fue un susurro mientras el chico luchaba por mantener los ojos abiertos —¿ya debemos volver?
A pesar de su pregunta se acomodó en los brazos de Min Ho, como si todavía viera la posibilidad de volver al mundo de los sueños, aunque los labios que ahora recorrían su cuello no parecían tener intenciones de que lo hiciera, ni las manos que bajaron hasta sus glúteos, sujetándolo mientras se colocaba sobre él, separando sus piernas para poder estar entre éstas.
—No es hora de volver, Taemin —Min Ho habló separándose a penas de su cuello —deseo hacerte el amor.
Los brazos de Taemin se enredaron alrededor del cuello de Min Ho y lo aceptó gustoso cuando sus labios se unieron, dándole un acceso a su cavidad bucal, mientras podía sentir el pene erecto de su amo rozar en su entrada y que le hizo gemir porque también deseaba sentirlo, que le hiciera el amor y seguir olvidándose de que ahora su amo tenía una esposa y que su amor era más que imposible, aunque esa debería de ser una idea a la que ya acostumbraba porque él nunca llevaría el título de "esposo" de Min Ho, no sólo porque éste ya estaba casado, sino por su estatus social; un esclavo nunca podría casarse con un conde o un marques que era el título que su amo hubiera heredado de sus padres, él necesitaba a alguien de su mismo estatus social.
Taemin debería de aceptar que a lo máximo que él llegaría era a ser el concubino de Min Ho como le fue prometido, pero jamás su esposo, no podía, porque si hubiera existido la posibilidad antes, creía que su amo sí lo hubiera tomado como su esposo, o al menos eso fue algo que le dio a entender en el pasado, y ahora con cada demostración de amor también lo hacía, que incluso tuviera que enfrentar a la condesa para cumplir aquella promesa que hizo.
Un gemido escapó de los labios de Taemin cuando sintió a su amo deslizarse en su interior, y sus uñas se clavaron en la espalda de éste, cerrando sus ojos para poderse acostumbrar al dolor que la invasión le provocó, aunque sabía que no era así todo el tiempo, no cuando todo empezaba a ser más placentero, y su amo comenzó a penetrarlo profundo mientras sus piernas se envolvieron alrededor de su cintura, haciendo que cualquier pensamiento coherente se esfumara, y sólo se dejaron envolver por la pasión que les rodeaba y que le hacía no querer dejar la cabaña, no cuando afuera de ahí tenían que enfrentar a la realidad del conde casado, y él sólo ser el amante, uno que seguía teniendo el título de esclavo y que por lo tanto no podía ni siquiera contradecir a la condesa cuando ésta le daba una orden, a pesar de que Min Ho le había dicho que no era necesario que la obedeciera a ella.
ESTÁS LEYENDO
Prometo amarte.
FanfictionMin Ho había sido obligado a casarse por decreto del rey con la prima de éste, una mujer que había conocido en uno de los bailes reales y no pudo desobedecer la orden del rey, era algo casi imposible de hacer sin recibir un castigo, aunque no podía...