El conde Lucanor

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  Don Juan Manuel  

"El conde Lucanor hablaba un día con Patronio, su consejero, y le dijo: -Patronio, me dicen que unos vecinos míos, que son más poderosos que yo, se andan reuniendo y haciendo muchas artimañas con que me puedan engañar y hacer mucho daño. Yo no lo creo ni me preocupo de ello; pero por el buen entendimiento que tenéis os quiero preguntar que me digáis si entendéis qué debo hacer sobre esto. -Señor conde Lucanor –dijo Patronio–, para que en esto hagáis lo que yo entiendo que os conviene hacer, me agradaría mucho que supieseis lo que sucedió a la golondrina con las otras aves. El conde le preguntó cómo había sido aquello. -Señor conde Lucanor –dijo Patronio–, la golondrina vio que un hombre sembraba lino y comprendió por su buen entendimiento que si aquel lino naciese, los hombres podrían hacer redes y lazos para cazar las aves. Y en seguida se fue donde ellas, las hizo reunir, y les dijo que el hombre sembraba aquel lino, y que estuviesen seguras que si aquel lino naciese, les vendría de ahí gran daño y les aconsejaba que antes que el lino naciera, fuesen allá y lo arrancasen, pues las cosas son fáciles de deshacer al comienzo, pero muy difíciles después. Las aves tuvieron esto en poco y no lo quisieron hacer. La golondrina las instó muchas veces hasta que vio que las aves no hacían caso de su consejo ni les importaba nada. El lino estaba ya tan crecido que las aves no lo podían arrancar con las alas ni con los picos. Y cuando las aves lo vieron y se dieron cuenta de que no podían poner remedio al daño que de ahí les vendría, se arrepintieron mucho, porque antes no lo habían hecho; pero el arrepentimiento llegó cuando ya no podía ser de provecho. Antes de esto, al ver la golondrina que las aves no querían poner atención en aquel daño que les sobrevenía, se fue en busca del hombre y se puso bajo su poder y obtuvo de él seguridad para sí y para su linaje. De entonces acá viven las golondrinas bajo el poder de los hombres y están seguras de ellos y a las otras aves que no quisieron guardarse, cada día las toman con redes y lazos. Y vos, señor conde, si queréis ser guardado de este daño que decís que os puede sobrevenir, apercibíos y poned cuidado antes de que el daño os pueda suceder, ya que no es cuerdo el que ve la cosa por una señal y por un movimiento cualquiera comprende el daño que le puede sobrevenir y pone remedio para que no le suceda nada malo. Al conde le gustó mucho esto que Patronio le dijo, lo hizo así y se halló muy bien. Y como don Juan entendió que este ejemplo era bueno, lo hizo poner en este libro, e hizo estos versos que dicen así

En un principio debe el hombre apartar

El daño para que no le pueda alcanzar".

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