Capítulo 1. Hit me Baby

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El aula era un caos, pero de aquellos de equilibrio inestable. Algún intrincado proceso termostático hacía que la calma vuelva una y otra vez ignorando los eventos críticos que ponían en riesgo este limitado universo que era la división A del cuarto año de secundaria del Ateneo Nacional.

 Eramos expertos en hacernos los tontos, sonriendo como Pelínes frente a ese dibujo que estaba en centro de la pizarra. El pizarrón era el eje de todas las disputas territoriales escolares. Allí ocurrían los anuncios colectivos mas importantes de un ecosistema complejo como el nuestro: quien era el hazmerreír de la semana, el humillado del mes o el Pantriste del año.

Y ahora había un cerdo, con una foto en la cara y unos pantaloncitos deportivos. Dolía porque esta vez, nos tocaba muy de cerca.

—¿Quién es más lindo Ezequiel o Ramiro? —preguntó entusiasta Valeria para que dejemos de mirar al pizarrón.

La cara pegada con cinta era la de ella. Era demasiado cruel la postal, pero Valeria no iba a enojarse ni a largarse a llorar.

—Ezequiel —contestó rápido Celina para apoyarla, arrastrando la zeta como de costumbre.

Todas miraron a los galanes haciendo pavadas como lanzarse escupitajos o empujarse como gavilanes. Sin embargo, yo no podía sacar la vista de enfrente enardecida por la injusticia, aunque también curiosa por lo que allí se venía. Allí donde estaban las "superpoderosas", así se autodenominan las matriarcas dueñas de la división y de la armería.

—Ramiro —susurró Ana Clara desde atrás. Una oreja asomó inmensa detrás de su pelo lacio y oscuro.

Valeria sonrió. Si había algo que realmente admiraba de ella era su resiliencia, la capacidad de seguir a pesar de las bromas pesadas, de la repetitiva adjetivación de lo obvio. ¡Chancho, ballena, mamut! eran algunos de los calificativos que precedían cualquier párrafo que se dirigiera a ella. ¡Sí, tenía exceso de peso, pero Valeria tenía miles de otras cualidades! Y esta era una de ellas.  Llevar la frente alta y a pesar de todo ser feliz.

Sonaba "Hit me baby one more Time" de Britney Spears y no podía sacar los ojos de enfrente tras los preparativos que allí se organizaban dejando atrás la humillación. Algo allí me movilizaba más de lo esperado.

—Ezequiel es mi preferido, ya lo saben —aventuró Guillermina como una luna sonriente.

La ojeé y como no tenía respuesta a mano, rápidamente volví a mirar la escena que se estaba montando. Orgullosas tras la maldad del día, "las chicas" se disponían a ensayar la coreografía de la canción que sonaba.  Era un modus operandi: generar terror, dejar a todos estupefactos del miedo y posteriormente hacer algo irresistible. Lograban ser las dueñas de la hostigación y a la vez de el objeto de fascinación de todos. A mí misma me pasaba. A pesar de que las detestaba no podía dejar de mirarlas.

—¡Prefiero a Ramiro que ya es todo un semental! —exclamó Soledad. 

Solo faltaban cinco minutos para que llegara la profesora de Física.

—Un, dos tres. —Marcó Ambar con su voz de cantante de charleston y chasqueó los dedos.

Todos depositaron de inmediato sus ojos en ella. Fiel a su público, devolvió la mirada a cada uno de sus espectadores, incluso a mí y me pareció el segundo más largo de mi vida haciendo que un calor incomodo me invadiera sin entender el porqué.

Las cuatro se ordenaron con sus atuendos de colegialas. Llevaban faldas al ras de lo permitido y camisas blancas con escotes que alardeaban dotes. 

Las Chicas solo quieren divertirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora