Capítulo 26: No todo ser humano sueña con volar

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Alejandro. Me pongo rápidamente de rodillas frente a su cuerpo caído: Una enorme mancha de sangre cubre su camiseta blanca en la parte del estómago.
-¡Ale! -Me llevo las manos a la boca por la conmoción. ¿Qué puedo hacer? Aunque encontrara algo para parar la hemorragia, no tengo ni idea de hasta qué punto le desgarró las tripas la cola de aquel monstruo.
Entonces la realidad cae sobre mí de forma tan abrupta que me hace estremecerme: Otra vez, no hay nada que hacer.
-Está bien, Íngrid... A mí no me queda nadie. Tú debes vivir, por tu familia, por Franco -Alejandro habla antes de que yo pueda decir algo más, casi entre susurros, con la poca voz que el dolor le permite utilizar.
-No, Al, encontraremos una forma de parar la hemorragia. Sólo necesitamos...
-No te mientas a ti misma, Íngrid, sabes que no hay nada que se pueda hacer...
Entonces me quedo mirándolo a los ojos, y él a mí, como si no hubiera una gran batalla detrás nuestro. Y sé que está terriblemente mal, pero el cuerpo se me ha congelado de nuevo.
Alejandro me toma de la mano con las pocas fuerzas que posee.
-Sálvalos a todos
Esas parecen ser sus últimas palabras.
Me pongo de pie y volteo hacia atrás: Me sorprende que aún todos sigan vivos y con munición, pero a la vez me alivia.
Lo haré, Al. Los salvaré, los salvaré por ti.
Corro hacia la criatura y me uno al círculo de ataque. Javier, que está a mi lado, lo nota y me pasa un subfusil. Empiezo a dispararle en las patas, con la intención de que no se mueva tanto. Algunos imitan mi acción.
Me pongo tensa cuando me doy cuenta de que provocamos el efecto contrario: El monstruo empieza a moverse para esquivar las balas y todos comenzamos a correr por el terreno baldío para evitar ser triturados, apuñalados o aplastados.
Mientras me muevo hacia el este para intentar dispararle en el rostro, Julián se coloca a mi lado. Comienza a dispararle a la criatura en el pecho, con la mágnum Colt Phyton que le dí hace algunos días.
La cosa mutante se mueve hacia atrás, quejumbrosa, por lo que es evidente que los disparos de mi amigo le han infligido al menos algo de daño.
Julián continúa con su estrategia hasta que ambos nos quedamos sin munición. Empezamos a correr aún más lejos, separándonos demasiado del resto del grupo, con la intención de luego girar y volver.
Entonces volteo la cabeza mientras me muevo y veo algo que no me esperaba. La criatura parece haberse olvidado de todos los demás y se aproxima con una peligrosa velocidad hacia nosotros dos, mirándome con su sonrisa maliciosa notable aún desde unos cuantos metros, enseñando sus dientes de acero.
Julián hace lo mismo y se da cuenta de por qué no consigo mirar hacia adelante. Automáticamente, aumenta el ritmo de su trote y yo hago lo mismo, intentando huir de algo de lo que parece imposible escapar.
Al cabo de unos segundos, el monstruo nos alcanza y levanta una de sus patas, flexionando sus garras de una manera que no creía capaz ¿Qué se supone que es eso si no es acero? Nos levanta del suelo a Julián y a mí, como si tuviese una cómoda mano humana, y nos acerca a su boca. Abro mucho los ojos por la desesperación e intento sacudirme para soltarme, pero es en vano, ya que con su tamaño la criatura tiene una fuerza insuperable.
Julián grita, pero yo estoy demasiado pasmada para hacerlo en voz alta, ya que en mi interior estoy chillando como una niña en película de terror. Definitivamente mi muerte ideal no era ser comida de felino mutante.
Entonces el monstruo nos vuelve a sonreír, con una expresión aún más burlona que antes, y nos lanza hacia el aire a Julián y a mí.
Y volamos, volamos, y volamos. Con el despejado cielo azul, incluso me parece que tengo el sol demasiado cerca.
Ya me ha salido la voz para gritar, obviamente, y lo hago con todas mis fuerzas para sacar la angustia que llevo dentro. Mi mejor amigo también lo hace: La gran lanzada no nos ha separado demasiado.
Empiezo a perder la cuenta de cuántas veces he girado en el aire ya y parece una eternidad, que la distancia y la altura nunca se acaban. Pero me preocupa más el momento en que sí acabe: Haga lo que haga esto va a doler. No voy a morir en paz.
-¡¡¡ÍNGRID!!! ¡¡¡EL AGUA!!! -Escucho el grito en el vacío de Julián.
No sé cómo pasa todo, sólo sé que así pasa, pero en un milisegundo veo agua debajo de mí. Casi instintivamente sujeto a Julián con una mano, todavía en el aire, y con la otra me presiono la nariz.
Nuestros dos cuerpos crean una explosión de agua al caer en ella, o por lo menos eso oigo antes de sumergirme. El impacto hace que me duelan los músculos pero soy consciente de que podría haber sido mucho peor.
O no. Porque no sé nadar.
Empiezo a dar saltitos en la tierra debajo del agua, por lo que supongo que esto es un gran lago, profundo pero no demasiado, aunque me tropiezo y vuelvo a caer bajo el agua. Giro todo mi cuerpo sumergida, desesperadamente, aún con los ojos cerrados. Al caer en el agua le solté accidentamente la mano a Julián y me estoy quedando sin oxígeno.
Luego de moverme como un maldito pez fenómeno consigo ponerme de pie, justo a tiempo. El agua roza mi cuello: La profundidad ideal.
Tomo grandes bocanadas de aire mientras observo el bosque que hay a mi alrededor, y no parece ser el de siempre. Claramente nos alejamos muchísimo de las ruinas del hotel.
Busco a Julián desesperadamente con la mirada. No está.
Dirijo mis ojos hacia el agua y por poco me infarto al ver, muy cerca del suelo, a Julián con la boca abierta y moviéndose desperadamente. Al parecer no soy la única sin talento para las aguas desconocidas.
Intenta concentrarse en salir a la superficie y no ingerir más líquido, ya que tiene la boca abierta, pero ni siquiera debe ser consciente de la profundidad del gran lago.
Debido a una mezcla espantosa de miedo y angustia me sumerjo en el agua de nuevo, y abro los ojos con dificultad.
Entonces, antes de intentar ayudarlo a subir a la superficie o cualquier cosa, lo primero que se me viene a la mente es tomarlo entre mis brazos y chocar mis labios con los suyos para hacerle respiración boca a boca.

Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora