Cap. 16

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-Hijo, ¿estás ahí?

Apretó la almohada con fuerza, hundiendo el rostro sobre ella y dejando caer sus lágrimas, la sabana blanca cubría todo su cuerpo.

-No hay nada de que hablar, ¡papá! - soltó un chillido de lamento, con coraje ardiente en sus ojos.

-Entiende, tengo grandes motivos para decirte lo que hice.

-¿en serio? ¿Acaso me consideras estúpido? - pregunto, a medida que se sentaba en su colchón. Su padre desde afuera se encontraba molesto e indignado.

-¡Respetame que soy tu padre!

-¡Tú mismo corriste también a mi mamá y mi hermano, no contento corres ahora a Gine y Goku!- no podía seguir mucho, la garganta se le cerraba, debido a las fuertes ganas de llorar. - ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué solamente piense en ti, que no tenga ningún contacto con nadie?

-Solo busco lo mejor para ti.

Guardo silencio, no supo en qué momento la voz de su padre se volvía tan insoportable. Desquitandose con la almohada, la arrojo tan fuerte como pudo hacía la puerta, mientras se quebraba su orgullo, sus lágrimas inaguantables, el dolor punzante y acogedor de la retomada soledad.
Un adolescente quien necesitaba de quienes para lograrse, para formas todas las opiniones y a seguir creciendo, quien necesitaba de amistades, que eran arrebatadas cruelmente por un padre, quien se la pasaba despreocupado.

Querer un hijo no es solo darle lo mejor; no es darle un aparato electrónico, o regalos para recompensar el tiempo perdido de convivencia. Querer realmente un hijo involucra demasiado, involucra aceptarlo, comprenderlo y...

-¡Escucha Vegeta, tú eres un hombre! ¡NO ME PUEDES SALIR CON QUE TE GUSTEN LOS HOMBRES!

Vegeta ahogo un grito rabioso, al ver la pared algo muy idiota se le cruzo... Fue un izquierdazo con tremenda fuerza la que le causó sangrar sus nudillos. Sangre fresca, espesa de la cual disfrutaba ver fluir, mientras que afuera su loco y perturbado padre ya había encontrado las llaves para entrar.

Seguía en la vista de su herida, quizá hasta se quebró un dedo y por golpearse mal había raspado parte de su delgada piel...

-No es tu vida padre, no es tu decisión. Simplemente no me supiste escuchar.

Estaba claro algo en lo tenso del aire, ya nada sería como antes a partir de ahí...
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-Todavía no se apura Yani. -comentó sobre el silencioso espacio de espera.

El clima y el olor todavía presentes por ser hospital, agradecía haberse traído nuevamente su chaqueta, siendo hora de ponérsela.

La puerta seguía inerte, y la tuvo que ver por largos minutos, Yani llevaba aproximadamente diez minutos allá adentro.

La mujer por la cual esperaba apenas había terminado de cumplir con el protocolo, Piccolo al estar en un área desinfectado y especial, debía ser atendido con especialidad, sin algo que llegase a afectarlo más adelante por un descuido.

Un cubrebocas, y la típica bata azul por encima de sus ropas, guantes y el resto de lo que necesitaba luego de pasar por un papeleo no muy extenso.

Entró finalmente. En la camilla estaba su hombre, recostado con un sin igual de cansancio.
Lo primero que pudo recordar fue aquella vez... donde fingió estar dormido el día miércoles, si. Que luego de eso se levanto para asustarla.

Eso quería Yaniana, que pronto se pusiera en pie, y con esa sonrisa encantadora le dijera "Vamonos" y salir del hospital, verlo sano era su mayor anhelo en esos instantes.
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Milk tomó el subterráneo de las afueras y cercanías de la ciudad, para aventurarse.
Debía cuidar bien de su dinero, en cualquier momento un descuido y adiós a las posibilidades.

El galán [AU-DB] #PacmanAwards2019 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora