Único

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Todos en Corea sabían que existía una pareja de criminales totalmente letales. Siempre pedían que ellos no se cruzaran en su camino, pues sea quien sea que se cruzara en el camino de esos dos, terminaba tres metros bajo tierra si los molestaban. O almenos eso decían.

Habían quienes se burlaban de uno de ellos, pensando que por verse tal como era, daba más ternura que miedo, pero cuidado, eso era un grave error. Él quería eso, que confiaras en su apariencia de niño lindo, quería que bajara la guardia para después atacar. ¿Han visto las medusas? Bueno, él se podría considerar uno, con su belleza atrayendote y después... Muerto.

O también, ¿quién no ha tenido un lindo gatito? Jimin se podría considerar uno, pues con su carita tierna podía hacerte bajar la guarda, y de la nada soltar arañazos y morderte.

─Hyung, tengo hambre ─

─Pronto llegaremos a la dirección que nos dieron, hacemos ese trabajo y te llevo a comer lo que quieras, ¿qué dices cariño? ─

─Bueno ─  el pelirosa asintió haciendo pucheros.

Caminaba pegado junto a su lindo hyung sujetando su chaqueta, Jimin de verdad que lo quería mucho, desde ese día en que le regaló dulces, él se enamoró. No importaba lo que dijeran de su mayor, Jimin amaba a su hyung y estaba dispuesto a hacerles 'pium, pium' con su hermosa arma si insultaban a su hyung frente a él.

El chico rubio y pálido junto al pelirosa, miraba a todas direcciones buscando la correcta que estaba apuntada en un papel algo amarillento y arrugado, si querían comer, primero tenían que trabajar. Min Yoongi, mejor conocido como AgustD o Suga, miró a su precioso pelirosa, quien hacia un precioso puchero.

Sonrió internamente, nunca se arrepentiría de haberle dado esos dulces cuando lo encontró llorando. ¿Quién se resistiría ante tal bello chico? Nadie.

Cuando al fin encontraron la dirección apuntada en ese papel, Suga y Jimin entraron a la gran casa, solo era cuestión de entrar y sacar lo que había en la caja fuerte y salir. Sin ningún contratiempo.

Ambos saltaron el muro de la casa, la agilidad del pelirosa ayudaba mucho en estos tipos de trabajo. Suga caminó, siendo él el cabecilla. Jimin lo seguía desde muy cerca, no quería perderse en esa enorme casa. Un poco de ruido detrás de ellos alertó a Jimin, quien se detuvo haciendo que Suga hiciera lo mismo.

Un par de perros grandes salieron de la esquina contraria.

─Hyung... ─ llamó Jimin.

─Lo sé, no te muevas cariño, pensaré en algo rápido antes de que... ─

─¡Perritos! ─ sonrió Jimin.

Abrió los brazos, los perros corrieron hasta el cuerpo del menor, Suga sintió como se le iba la sangre del cuerpo.

─¡Jimin! ─ lo llamó por su nombre, olvidando por completo que no debería haberlo dicho.

Pero solo quedo en eso, un tremendo susto cuando vio como ese par de perros enormes, se tiraron sobre el cuerpo de Jimin y le empezaron a llenar de lengüetasos.

─Malditos perros ─ se recargo en la pared al ver como su chico jugaba con ese par de perros. ─ Ladran más de lo que actúan ─ suspiró. ─Espera a aquí cariño, iré yo por la caja fuerte ─

─Claro, jugaré con los lindos perritos, con cuidado hyung ─ se despidió con la mano el pelirosa y siguió jugando con el par de perros.

En el camino hacia el interior de la casa, Suga no dejaba de murmurar cosas hacia esas bestias, que más bien se convirtieron en un par de cachorros necesitados de amor al ver a Jimin. Como lo había pensado, nadie puede resistirse a él.

Gangsta  [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora