Ya lo había pensado tantas veces que una mas no era necesario. Solo dejé que las palabras se deslizaran por el papel de mi diario de vida como si fuera uno mas de mis incontables dibujos o poemas. A mi más puro estilo propio, simple y dramático. Dramático por el simple hecho de que era una despedida y las despedidas son así aunque uno no lo quiera. Y simple porque como siempre mi cabeza estaba llena de pensamientos en mi propio idioma que parecían imposibles de traducir a palabras tan sencillas como las que se ocupan cada día. Volví a leer lo que había escrito, el papel ya húmedo por mis lágrimas y la sangre que emanaba de mis brazos, parecía un insulto a mi complicada vida que terminara con ella de manera tan simple, ¿a quien le importa? pensé voy a morir, me reí de la forma en que me refería a este hecho, la convicción me sorprendió, estaba claro que lo tenia todo planeado pero no era la primera vez. En mis brazos estaban las pruebas, cortes verticales que habían requerido puntos de sutura, tonta me dije a mi misma, había parado cuando estaba apunto, pero ahora seria diferente, estaba lista, lista para ser recibida por la muerte, la prometida muerte, y nada me detendría. Egoísta, podía escuchar la palabra dicha por mi madre tantas veces dirigiéndose a mi, y lo era, lo soy, por primera vez lo acepto y quizás es demasiado tarde. Se que dejaré un hueco en mi familia que será mas que nada culpa, se que las personas que me hicieron daño se culparan a si mismos y eso me alegra, se lo merecen. Entonces el pensamiento que me atormenta y me detiene de dejarme ir aparece nuevamente ¿lo hago por mi o por ellos? ¿vale la pena entregar mi vida por vengarme de ellos? ¿soy siquiera tan importante para que noten mi perdida? Detengo esos pensamientos antes de que me detengan a mi y me acerco al espejo, con la navaja en una mano y ambas manos cerradas en puño, el filo del arma corta mi palma y unas gotas de sangre salpican el piso de mi habitación. Frente al espejo una chica asustada usando un vestido negro con encaje me observa, en contraste con la decidida chica que domina mi cabeza, me siento dividida, cierro los ojos, tengo tantas dudas y tanta tristeza inundando mi alma. Pongo la navaja en mi cuello y tiemblo, pasa un minuto, tal vez una hora, o un segundo, lo que sea es eterno, entierro la punta de la navaja en la sensible piel de mi cuello y un hilo de sangre cae hasta mi clavícula, mis ojos siguen cerrados y veo a mi hermana, nunca la volveré a ver, nunca la veré crecer, pienso en el que rompió mi lastimado corazón y en lo tranquilo que debe estar durmiendo, pienso en una canción, un poema, en mi ausente padre, pienso en las aves y la gente que nunca conocí, al concierto que no fui y ese ramo que reprobé, pienso en la profesional que nunca seré y en mis sueños de infancia, pienso en mis metas y en mi madre, si dios existe ¿podra perdonarme? y si no es así ¿que pasará conmigo?
Abro los ojos y la veo otra vez, una pequeña niña de ojos brillantes, lleva puesto un collar que recuerdo pero que perdí hace muchos años, me mira llorando y quiere decir algo pero no la dejo, cierro los ojos, tomo las fuerzas que me quedan y corto, profundo y con la precisión de un experto, vuelvo a abrir los ojos y la escucho decir con un débil aliento no me dejes morir así intento gritar pero es muy tarde, me dejo caer y respiro por última vez.
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Suicide angel
Teen FictionAdiós No hay nada más triste porque hasta nunca es hasta nunca pero adiós es ¿hasta qué?