Las chicas buenas no existen

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Los lentes de lectura se me resbalaban por el puente de la nariz mientras copiaba las últimas palabras del informe sobre "Revolución Rusa" y ponía el punto final.

Lo dejé junto con mis apuntes de la escuela al tiempo que mi madre entraba a mi habitación, sin siquiera molestarse en tocar.

—Tus notas del final del trimestre ya deberían estar subidas en la web, ¿las has visto?

—No aún, ustedes dijeron que querían verlas junto conmigo.—respondí dejando mis lentes en su correspondiente estuche.

—Llamaré a tu padre.— exclamó ella emocionada.

Rodé mis ojos, ya sabía como serían mis notas: todas perfectas "A" y quizá un "-A" en Álgebra, debido a que estuve enferma y no pude entregar uno de los último trabajos en fecha.

—Espero que tengas una buena nota en Francés—dijo mi padre—.Las clases me están costando bastante.

—Me va genial en Francés, sabes que amo los idiomas.

—Esa es mi hija favorita.

—Que no te oigan los demás niños decir eso.—le reprochó mi madre.

Me acerqué a mi escritorio y tecleé en mi portátil ingresando mis datos en la página web de la escuela.

Mis padres acercaron sus rostros significativamente a la pantalla observando cada una de mis notas.

¿Que tanto veían? ¡Eran perfectas!

—Te felicito, aunque sigo creyendo que deberías haber hablado con el profesor a Álgebra por lo de tu trabajo fuera de fecha.

—Da igual, mamá. Decidió ponerme una "A" de todas formas—repliqué—. Mis notas son perfectas, ¡llegaré a Harvard, lo sé!—exclamé dando un brinco.

—Todos lo sabemos querida—Me apoyó mi madre con una gran sonrisa—.Queríamos avisarte que saldremos ésta noche—le eché una mirada a mi padre que me miraba con una expresión de orgullo a través de sus enormes lentes—, él tiene una importante cena por el trabajo. Volveremos tarde, tus hermanos fueron a dormir a la casa de Johnny.

—Bien, tengo mucho que estudiar. Me vendrá bien un tiempo a solas.

—Nos vemos.—dijeron antes de desaparecer por la puerta de mi habitación.

Me senté en el pequeño sofá, el televisor estaba encendido y alguna película romántica estaba andando, el fondo de pantalla de mi portátil de activó mostrando fotos de mi familia en nuestras últimas vacaciones y mi gata estaba dormida en una esquina de mi habitación sobre un viejo almohadón.

Estaba aburrida por lo que decidí comenzar con unos deberes de Francés que tenía que completar para la próxima semana. Luego de un par de ejercicios escuché movimiento en el living y la puerta de entrada fue cerrada con llave.

Estaba sola.

Cualquier padre nunca se olvidaría de decirle a su hija adolescente que se comportara, pero ellos no tenían porque hacerlo. Yo era la hija perfecta: nunca iba a fiestas, nunca bajaba mis notas, nunca me veía a escondidas con un chico, nunca desafiaba su autoridad.

O eso era lo que ellos creían.

Saqué mi móvil para mandar un mensaje.

"¿Quieres venir a mi casa?"

No recibí respuesta y continué mis tareas, pero luego de un rato escuché como alguien daba unos golpes en el cristal de mi ventana.

Me levanté rápidamente y la abrí dejando el espacio suficiente para que una persona entre por ella, fijándome que ninguno de los vecinos esté mirando justo en este instante en mi dirección, doy unos pasos al costado para dejar entrar al rubio a mi habitación.

En cuanto cerré la ventana y corrí las cortinas, lo atraje hacia mi para saludarlo con un beso en los labios.

—Mmm, te extrañé.—murmuró.

—También yo. Estaba cansada de mis deberes de Francés y de mis padres rondando como dos moscas sobre mis notas.

Sus ojos celestes me miraron divertidos y alzó una ceja arrugando ligeramente su nariz.

—¿Qué pasó con la chica estudiosa, que por cierto es una hija ejemplar, de la que creí haberme enamorado?

—Olvídate de eso.—dije.

—¿Decidiste dejar de lado a la chica buena?—hice un movimiento negativo con la cabeza.

Las chicas buenas no existen.

—¿No?—preguntó divertido mientras yo depositaba besos en su clavícula. Me separé de él antes de hablar.

—No, solo son chicas malas que no han sido descubiertas.—respondí guiñándole un ojo antes de darle un pequeño empujón para que se recostara en la cama.

Las chicas buenas no existenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora