Levantarse de la cama no le era permitido, y ahora a diferencia de cuando acababa de despertar, Tae Yeon no estaba siempre con él, aunque Min Ho sí lo hacía, lo había tenido durmiendo a su lado o meciendo al bebé cuando él despertaba, y el pequeño espacio de su alcoba se había convertido en su lugar seguro, uno en el que su amor se sentía tan vívido, y que les hacía olvidar que afuera de esas paredes, Taemin no era más que el concubino.
Taemin no había estado pensando en la condesa, no cuando todos sus pensamientos estaban en su pequeño Ji Oh, y Min Ho, y creía que no tenía que preocuparse cuando el conde estaba siempre con ellos, y parecía que la mujer ya no tenía ningún interés en él, o al menos eso había pensado desde que despertó, y se había sentido seguro.
Aunque en ese día no pudo decir que lo estaba, no cuando al despertar vio una mujer junto a la cuna y otra en la puerta de su alcoba, y sus alertas se encendieron a pesar de que no podía ver bien de quienes se trataba, pero no debía de ser nada bueno si la única luz que alumbraba era la que entraba por la ventana, la que era poco debido a que el sol estaba cayendo.
Le tomó un momento darse cuenta de quienes eran las mujeres e intentó sentarse en la cama, alertándolas, viendo como la que estaba junto a la puerta la cerraba y la otra se giraba cargando a su bebé, el mismo que él quería arrancar de sus brazos y protegerlo, a pesar de que su pequeño Ji Oh no estaba llorando y parecía seguro, pero él no estaba seguro de eso.
—¿Estás feliz? —preguntó la mujer que tenía a su bebé —Min Ho a dormido en tu alcoba desde que nació vuestro bebé.
—Señora —dijo intentando pesar en lo más seguro para su hijo —por favor, deme a mi bebé.
—Éste niño debió ser mío —Jung Soo miró al bebé —mío y de Min Ho —ella volvió a posar su mirada en el chico en la cama —tú no debiste existir, y ahora éste bebé tampoco.
Taemin había estado moviéndose lentamente, no sólo para que la condesa no se diera cuenta, sino también por el dolor que todavía sentía por su herida, todavía confiando en que su bebé estaba bien porque lo había visto mover sus manitos, y al menos eso significaba que seguía con vida, que la condesa no le había hecho nada malo cuando él estuvo dormido, y en ese momento Taemin había comenzado a preguntarse por Min Ho, porque él debía de proteger a su hijo.
Vio como Jung Soo le dedicó una última mirada y se giró dirigiéndose a la puerta con el bebé en brazos, y si hasta el momento Taemin estuvo moviéndose lento dejó de importarle si le dolía, porque apartó las mantas rápido y quiso ignorar el dolor que le hizo inclinarse un poco hacia adelante y sujetarse de la cama mientras la condesa salía de la alcoba, y no importaba si intentó correr cuando la puerta se cerró y volvió a estar cerrada como debió de ser para que la esposa de Min Ho no pudiera entrar.
—¡Abrid la puerta! ¡Señora! ¡Devolvedme a mi hijo, por favor!
Taemin golpeó y haló con fuerza la puerta intentando abrirla, también gritó varias frases pidiendo que su hijo fuera devuelto mientras las lágrimas caían por sus mejillas, pero no podía escuchar nada al otro lado, no había pasos ni nadie cerca que pudiera ayudarlo a él y a su bebé, pero eso no lo detuvo, no hasta que el dolor en su vientre lo hizo apoyarse más en la puerta, llevando una mano hasta su herida, viendo como su ropa ahora estaba manchada de sangre y el dolor sólo parecía volverse intenso.
—¡Por favor, alguien ayúdeme! ¡Por favor! —sollozó —mi bebé...
***
Min Ho fue llamado por su padre, y no pudo desobedecerlo a pesar de que él hubiera preferido quedarse en la alcoba con Taemin y su hijo, pero todavía tenía esperanzas de que hubiera desaparecido aquella idea de que él tomara al bebé y lo criara junto a la condesa, porque no pensaba hacerlo, pero quería que Ji Oh fuera aceptado bien por su familia, aunque si él le daba su apellido no había nada que pudieran hacer, porque al final nadie le podría quitar su derecho como su heredero.
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Prometo amarte.
FanficMin Ho había sido obligado a casarse por decreto del rey con la prima de éste, una mujer que había conocido en uno de los bailes reales y no pudo desobedecer la orden del rey, era algo casi imposible de hacer sin recibir un castigo, aunque no podía...