40. Cuando el detalle importó

268 22 51
                                    

Fue un poco bizarro recibir al rubio en el departamento después de la llamada de horas atrás, pero después de algunos mensajes Gumball había decido recibirlo en el departamento para hablar.

Mientras tanto Marshall decidió continuar con sus planes del día, que eran ir por los niños y hacer las compras, ya que después de lo de anoche claramente no había manera de empeorar las cosas con el rubio y su despreciable pareja, así que decidió no adentrarse mucho en el tema, pues claramente a eso venía a tratar el joven.

El par de amigos habían mantenido el silencio mientras estaban sentados en sofá, para beber algo de té y tranquilizar ánimos en lo que esperaban que el mayor se fuese, y una vez que lo hizo el menor fue de frente— ¿Qué demonios con lo de anoche? ¿Desde cuándo es que conocen a Damien y fingieron que no lo hacían? —soltó con un aire cansado, harto e incluso triste.

— Marshall lo conoce desde hace algunos años, y yo lo traté muy poco, desde hace menos de un par de meses. —confesó sin querer darle más vueltas al asunto, al ver que el menor seguía viéndole con una expresión afligida en espera de respuestas, continuó— Y fingimos que no lo conocíamos porque no queríamos arruinar la noche, realmente estabas tan emocionado que no podía permitir que un mal del pasado estropease un buen momento del presente.

Aún sintiéndose insatisfecho, con el ceño fruncido por la impotencia y confusión, dijo— ¿Pero ya sabían quién era él? ¿Y a qué se supone que te refieres con un mal momento? ¿Ustedes pelearon o algo así?           

— No, nos tomó a todos por sorpresa. —habló suspirando y generalizando, al suponer que así fue realmente— Y cuando Marshall no saltó a ahorcarlo apenas lo vio, supe que pensaba lo mismo que yo, referido a lo de no querer arruinar la noche.

— ¿Por qué Marshall querría ahorcar a Damn, qué se supone que pasó? —interrumpió exasperado, casi al borde del llanto.

— Bueno... —dudó un momento en cómo decirlo, y aún sin saber qué decir exactamente, comenzó— Ellos ya de por sí no se llevaban bien, pero todo colapso con... —tragó saliva en lo que su voz empezó a temblar— Una situación que nos involucro a mí y a Damien.       

— ¿Situación? —repitió sintiendo que comprendía cada vez menos, luego de unos momentos suspiró para luego decir— ¿Sabes qué? No me importa saber qué mierda pasó con ustedes. —para sorpresa aún mayor del peliclaro, su amigo se mantuvo calmo y sentado inerte mientras decía— Sólo no quiero perderte a ti también, Gumb. —habló y sus mejillas se humedecieron con el desbordar de sus lágrimas.

Aunque tuvo el instinto de abrazar a su amigo y consolarlo, la intriga le pudo más— ¿Perderme, también?

— Sí. —hizo una pausa en lo que secaba su rostro con la manga de su camiseta— Hoy cuando desperté, Damien no estaba. Creí que había ido a comprar comida o algo así, pero las horas pasaron y él no volvió. —tragó saliva intentando no llorar de nuevo— Más tarde, me di cuenta de que el dinero que ahorrábamos tampoco estaba y fue cuando caí en la idea de que me abandonó.          

De inmediato el mayor no pudo con su empatía, lanzándose a abrazarlo sin remedio— Lo siento tanto. —fue lo único que atinó a decir.

— No fue tu culpa. —acotó abrazándolo como si fuese lo único que le quedaba en el mundo— Él es un idiota. —nadie se lo negaría— Podría haber perdonado cualquier cosa, si sólo hubiese hablado conmigo.

— ¿Tan así? —indagó con una sonrisa, intentando mejorar el ambiente.

— Claro que sí. —contestó con el ceño un poco fruncido— Quiero decir, hay muchas cosas que no sé de él y viceversa, sí sólo se hubiese sentado a hablar de cómo se siente sobre eso o algo así, lo entendería. —suspiró y luego continuó— No pretendo que él me lo diga si no quiere, pues hay cosas mías que jamás le contaría.

Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora