Historia De Un Solsticio (extra)

37 0 0
                                    

Encontrando el final

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Encontrando el final

Hasta que encontremos un final rezaba aquel augurio, que como meta apocalíptica anticipaba su comienzo. Curioso. Ella le había enseñado a ver el color a las cosas, sentir la brisa nocturna como una caricia real y no como un simple viento, a escuchar melodías donde él sólo hallaba ruidos funestos. Lo había encontrado despedazado pero sintiendo y, sonriendo. Era vacío, si, su rostro estaba vacío, su risa, machacada. Venía de atravesar una aventura que le tomó años finalizar, y cuando por fin pudo no contó con que las tormentas se le vendrían encima. Y fue justo ahí, cuando ella apareció y cuando ella lo encontró, arrodillado, sangrando, llorando, rendido sobre sus rodillas, pero sonriendo, porque parecía que era el antídoto necesario para soportar tanto calvario. Sucio y harapiento con su cara avejentada por el tiempo lo tomó entre sus manos y con un suspiro le limpio el corazón y devolvió el brillo en sus ojos. Las nubes se cerraron, el sol se escondió, y el frío invierno, los envolvió.


Siguiendo caminos

Siempre creí que era yo el problema, después vi que la solución era ese mismo problema. Océanos mentales atraviesan mi mente clamando por tranquilidad, la calma total a tanta tempestad, luego vi que los golpes provenían de muy cerca de aquel pedernal. Maldecia a mi suerte y a su boca por dejarme abandonado, a la deriva de tan denso mar, sin más nada que mi pecho abierto y mis manos sosteniendo mi corazón. Desee cada eclipse que llegara a rescatarme, pero cada espera fue en vano, mi vieja estrella, se esfumó. Volví a maldecir vociferando atrocidades a mi suerte. Cuando me dí por vencido una nueva estrella en el cielo se dibujó, una muy pequeña pero que irradiaba una luz titanica, una que jamás había visto ni en mis más profundos universos, la observé a diario, alejado, buscando hallar su propósito del porqué había aparecido tan de repente en mis cielos nocturnos. Seguí mirando perplejo, cada brillo, cada diámetro, al fin pude comprenderlo. Ella representaba mi camino a casa, y estuvo ahí cada día, sin resignarse a menguar su luminiscencia y marcharse. Estuvo ahí para ayudarme a encontrarme nuevamente, supo ver mi tristeza, mis nostalgias, mis miedos, mis dolores, y el poco sentido común que había quedado en mí. Ella llegó para restaurar lo que alguna vez habían roto. Desde ésta embarcación sigo aún su camino y su luz para volver a casa, quedan espacios apocalípticos por recorrer, pero esta luz, no me abandonará, porque ella vino a rescatarme, y por ello derramo una lágrima de nostalgia por tanto sacrificio, llegó para cuidarme y jamás apagarse... Navegamos.

____________________

¿Cuántas veces más tengo que caer?

Me hablaste que estabas cayendo a pedazos y aunque estaba con la espalda quebrada, te cargué por el sendero más frío y la cuesta más empinada. Me hablaste de amor y yo con toda mi desconfianza empecé a confiar. Me llamaste por nuestros apodos, sabiendo que te estabas equivocando de vocales, o consonantes. Me llevaste de regreso a las siete paredes infinitas del cuarto donde se hicieron ecos las sonrisas y viajaron por dulces melodías. Me inclinaste ante mis plegarias y me obligaste a confiar ciego en tus palabras. Me regalaste esas mismas palabras para lograr entrar en mis ojos. ¿Acaso no soy suficiente para tus manos? Pero parece que siempre quieres verme arrodillado sobre mis llantos. Y al final... Al final me destruiste como mejor pudiste hacerlo. Pero, como todo invierno que empieza y se acaba, cada que llegue, en cada año, el maldito solsticio me traerá la catarata de memorias perdidas entre risas. Que el tiempo no perdona. Quiero verte. Por última vez defenderé todo lo que me diste y en un solemne abrazo, dejaré toda nuestra historia por detrás. Sonríe eternamente por estos universos, porque en esta vida ni en ninguna otra, esperaré encontrarte, pues, jamás hemos pertenecido a nuestros brazos y, me mostraste el camino de regreso a casa, que esos momentos, jamas podrán volver a ser nuestros.

LO QUE MI ALMA DICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora