Shared Lips

CAPITULO 1

  Primera parte.

-¿Esta todo bien?- levante la cabeza de golpe saliendo de mi aturdimiento. La chica sentada frente a mi me miraba confundida. Aclare un poco mi garganta antes de responder.

 -Si claro, perdona me distraje un momento.-  "maldición" , el teléfono vibro de nuevo en mi bolsillo. "No mires Min, no lo hagas",- me seguía repitiendo internamente-. "Si no respondes, se dará por vencido". Pensaba, mientras esperaba que el maldito aparato dejase de vibrar.

-¿No piensas contestar?- me pregunta la chica con una visible mueca de fastidio en su rostro.        -No, no es importante- respondo con una sonrisa tranquilizadora. Doy un trago a mi copa de vino, el toque amargo impregnándose de nuevo en mis papilas gustativas. Ya era la cuarta copa que bebía en la hora que tengo en el restaurante y estaba comenzando a sentir un poco de los efectos que conlleva tomar el vino como si de agua se tratase. No solía tomar mucho, a decir verdad, nunca he sido fan de su sabor, ni del alcohol en general, pero últimamente parece ser que nos hemos vuelto íntimos.

Fijo mi vista a la chica frente a mi, en estos momentos su concentración esta puesta en el plato frente a ella y aprovecho para mirarla a detalle. Cabello oscuro largo hasta su cintura, su piel ligeramente bronceada, ojos verdes y grandes, barrí mi mirada en ella y veo su corto vestido rosa pálido, por el ligero rubor que pintan sus mejillas puedo ver que le gusta la atención que esta recibiendo de mi. "Es tan diferente a ella" -mierda- "no vayas por ese camino, Min".

Mi teléfono empieza a vibrar por quinta vez, a este punto la chica solo suspira y voltea su rostro al lado para llamar al mesero.

"Joder", no iba a parar, así que no me queda de otra mas que tomar el teléfono para finalizar la llamada, pero es un mensaje el que salta a mi vista. No me extraño ver el nombre del remitente.

Jaqueline.

-"Estoy en mi departamento. Tienes 15 minutos."-

"No",-me dije a mi mismo- malditamente no iba a ir. Se termino, estoy en una cita, con una hermosa chica que si juego bien mis cartas pasara la noche en mi apartamento y yo estaré enterrado hasta las bolas en ella hasta el amanecer. 

"Que se joda", ni habar.

Segunda parte.

Mis nudillos golpean la puerta varias veces, pero nadie responde. "Aún estás a tiempo de irte"-me digo a mismo-.

Siempre era así, tenía una batalla interna cada vez que recibía su mensaje o llamada, pero al final, el resultado siempre era el mismo. Ya ni se porque me molestaba, era un cobarde. La batalla ya estaba ganada antes de que empezara. 

Giro el pomo de la puerta y esta sede con facilidad. Jaqueline siempre deja la puerta abierta cuando sabe que voy a venir, el hecho de que lo este aún sin haber respondido a su mensaje lo siento como una patada a mi bolas. Ella estaba segura que iba a venir. 

La cara completamente decepcionada de la chica viene a mi mente. La había cagado. Otra vez. Y como siempre, no me importaba. 

Su apartamento estaba ligeramente alumbrado, solo la lampara que da luz a su escritorio esta encendida y ahí se encontraba ella. Su cabello estaba recogido en un ligero moño, sus gafas reposaban en el puente de su nariz y sus piernas se encuentran reposando sobre el banco frente a ella mientras en sus manos sostenía un libro. Vestía una sencilla camiseta extra grande color blanca y unos shorts. Su pálida piel haciendo un gran contraste frente a su cabello color rojo cereza. "Volvió a pintárselo", -sonreí por mis adentros- recordando la última vez que la había visto lo traía color menta. Ella era así, no podía recordar haberla visto con un solo tono dos meses seguidos. Se aburría con facilidad y no solo sucedía con el color de su cabello, a decir verdad, Jaqueline se aburría de todo en general, incluido las personas. Ya han pasado 5 meses desde que la conozco y aun no se a desecho de mi. Pero no es porque sea especial para ella, en lo absoluto. Simplemente es que he sabido como jugar su juego. Después de todo yo solía ser como ella. Pero como sucede en todas las disciplinas, el alumno supero al maestro.