12: Medio ángel, medio cruel. I

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La mañana en la gran ciudad de Buenos Aires, acobijaba dos cuerpos entre las sabanas, la luz tan débil a ese punto del reciente amanecer apenas interfirió en el sueño de Ramón, pero por por su parte, al lado suyo, Carlos no había pegado un ojo en toda la noche.
La ansiedad tocaba su cuerpo y estaba en constante erucion en su alma como un peligroso volcán. Estaba en la ciudad más famosa de Argentina, dónde la calles eran tan peligrosas como atrayentes, y dónde se efectuaban tantos robos como el número que había de policías. Un robo más, no sería notable.

Su mente era un misterio, su corazón era lo único que lo hacía humano, de no tenerlo, habría considerado ser un monstruo. Pero claro, solo en las horas dónde su espíritu dormía, y él se enfrentaba cara a cara con la verdad. El resto de las horas, ser un hombre libre no era nada del otro mundo, su peculiar naturaleza destructiva y sus encantos a medida creados para dar al depredador todas las herramientas necesarias para atrapar a una presa, eran su mejor arma.

Se levantó de la cama con el silencio y la delicadeza de un felino quizás, dirigiéndose al baño abrió las canillas y dejó el agua correr. Mirándola atentamente, su mirada no estaba en ese cuarto, ni mucho menos en esa agua. Su verdadera mirada se encontraba planeando el próximo hurto.

A una distancia de quién sabe cuanto, su mente divagaba lejísimos de aquel cuerpo, y fue así cuando Ramón pasó delante de él sin darse cuenta, incorporándose en esa ducha y sumergiéndose en la bañera que ahora se encontraba llena.

Carlitos seguía ausente.

Ramón con un pucho en la boca lo miraba serio, pocas eran las veces dónde Carlos se encontraba en un estado de completo autismo. Pero él sabía lo que venía después.

-Ni lo pienses.

Carlos levantó la vista hacia él, sorprendiéndolo por la reacción inmediata a pesar de que hacia segundos parecía totalmente en otro lugar.

-Es muy pronto, recién llegamos...y venimos escapando.-intento hacerlo comprender Ramón, explicándole con paciencia.

-Podemos ir a otro lugar después de hacerlo.

Ramón inhaló comprendiendo que Carlitos no se tiraría atrás con la idea.

-Venimos con muchas faltas Carlos, tenemos que ser prudentes, nos jugamos todo.-La voz le salió seca, pero sin intención.

Carlos dirigió la mirada a un rincón del baño, mientras escuchaba el sonido del agua que se producía cuando Ramón levantaba un brazo a la superficie para dar una inhalada al cigarro.

-Veni dale, entra conmigo-le pidió Ramón con una sonrisa leve.

Carlos lo miró dos segundos, o tres o cuatro, y se dispuso a levantarse de la silla caminando hacia la bañera cuando el teléfono sonó.

Ambos se miraron confundidos, nadie tenía ese número. Carlitos con prisa fue a atender el aparato y cuando levantó el tubo no tuvo que pronunciar palabra que se escuchó la voz de una chica.

-¿Marisol?...-preguntó éste con desconcierto, pero su voz delataba alegría.

-Carlos...esperaba que me llames..-comenzó a decirle ella.

-Preguntá quién le dio el número-gritó Ramón desde la bañera.

-Nena cómo conseguiste este número...-le habló Carlos sin poder disimular una sonrisa.

-Me lo dió la mamá de Ramón, me pasó la dirección tu mamá.-contestó ella titubeando, temiendo que ambos chicos se enfadaran.

-¿Mi mamá también lo tiene?...-

Carlos no pudo oír respuesta por parte de la chica cuando Ramón llegó a paso agigantado y le arrancó el cable que conectaba el teléfono a la pared.
Carlos lo miró incrédulo, preguntándole con un gesto porqué lo había hecho.

-¿Quién carajos te pensas que nos delató? El chupa culos del padre de está piba.-le dijo Ramón haciendo énfasis con enojo.

-¿Y ella qué tiene que ver?-le habló por primera vez Carlitos haciendo evidente su ira.

Ramón le dió la espalda y sonrió de una forma sarcástica, caminó nuevamente hacia el baño y Carlos lo siguió.

-¿Por qué estás con ella? No es como vos, su papá es un policía retirado, no la vez casi nunca...-le tiró en la cara palabra tras palabras.

-La quiero.-Le respondió Carlos como si fuera lo obvio, con plena serenidad y franqueza.

Pero a Ramón esas dos palabras le cayeron como un balde de agua fría.
Y no respondió.
¿Qué podía decir? Si él también hacia de las suyas, si ambos eran libres y sin ataduras.
Suspiró agobiado por la situación cuando Carlos salió del cuarto.

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Ambos iban en el auto recorriendo las calles menos pobladas de la ciudad, al principio Carlitos se negó a viajar con él, al menos ese día. Pero luego recordó sus ansias de conocer el movimiento del lugar y subió dejando un tanto extrañado a su amigo. Que va, nada fuera de lo normal.

Sonaba "el hombre suburbano" de Pappo.

"Estamos en el tiempo en que el ser humano vive con razón de ser, con solo unas palabras su caso puede resolver.

Pero pega una trompada y tira todo
se cree ya muy listo por su forma de ser.

Un hombre sin historia sin tiempo y sin moría, puede razonar así, pero no se da cuenta, su personalidad en mente está.

El hombre suburbano sigue su rutina sin darse cuenta que, su vida terminará."

Ramón bajó el volumen volviendo al silencio y haciendo el ambiente más incómodo para ambos.
Carlos no lo miraba, sabía que sería el quién cedería más rápido.
Le había molestado enormemente que se metiera de esa forma con Marisol, a fin y al cabo, era ella quién siempre lo elegía a él.

Las ganas de aflojar y de besar la boca agena se hizo presente en los dos, rato después de vario tiempo de viaje.
Ramón lo miraba de reojo de vez en cuando, y volvía a negar con la cabeza una y otra vez.
Pero para cuando en su cabeza todos sus soldados combatieron con las ganas, y perdieron. El de todos modos tenía una pregunta en la punta de su lengua.

-¿Y a mi me querés?-

Su voz dejó un eco proveniente de quién sabe dónde, que logró darle una atmósfera más blanca y ablandar todos los sentidos de Carlitos.
Cuando éste ladeo su rostro para encontrarse con la sonrisa pícara y suplicante de su secuaz, un aura posesiva atacó su mente.

-Te quiero cuando estás conmigo y no con él.

| El Ángel | Corazón ¿contento?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora