Capítulo 8. Reacciona

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«Le voy a romper los huevos y pasaré con ellos caminando por todas las calles de Estambul. ¡Maldito puto, comemierda, idiota!, o mejor...lo hago sentir que se siente tener huevos pesados»

—Milla—la sonrisa de Emir me retorció el estómago mientras me agarró la mano entre las suyas «No me mires con lástima, pendejo, que no estoy enferma» .—No quiero que esto cambie la relación que tenemos, no quiero que...—su discurso fue interrumpido por la voz del amo del hielo.

—Señorita Flow— se aclaró la voz y sentí unas ganas inmensas de abofetearlo pero me contuve regalándole solamente una mirada en blanco .—¿Puedo hablar con usted unos minutos?

—Por supuesto.— alcé la barbilla, mirándolo fijamente a los ojos.

—Iker— sonrió Emir, sincero, caminando hacia él —, mejor los dejó a trabajar, de todos modos tengo un montón de cosas por hacer.— siguió hablando mientras que el señor Sinclair y yo nos mirábamos a los ojos intensamente, desafiándonos constantemente en silencio. Ya sabía por qué lo miraba con tantas ganas de matarlo, pero no entendía la razón por la que él actuaba igual. —Sabes, Iker, hablé con Milla sobre...— deslicé la mirada de mi jefe para hablar apresurada.

—Sobre el viaje que debe hacer a Roma— añadí mirando a Emir y luego pasé la mirada en mi jefe, quien frunció el ceño. —Teniendo en cuenta la magnitud de esa junta y como bien sabemos que su asistente personal número uno posee sólo unas cualidades, y no exactamente las que necesitamos en algo tan substancial, decidí ser yo la que lo acompañará. — «¿Qué demonios estoy diciendo? ¿En qué aguas inseguras me estoy metiendo?»—Evidentemente, esta decisión la había tomado tras una conversación con el señor..., con Emir.— sonreí sabiendo lo mucho que iba a enojarse por exponerme tan cercana a su amigo.

La expresión de su rostro no tardó en aparecer, ya que de un momento a otro noté su mandíbula tensándose.

—Esto ya lo veremos, señorita Flow.— casi me escupió mientras me señaló con el dedo en acercarme. —En mi oficina. Ahora.

Sintiendo mi determinación renovada, me arreglé el vestido, coloqué mi cabello a un lado y lo seguí a su oficina, mostrando una tranquilidad y confianza desbordantes.

No. No iba a reaccionar impulsivamente. Él se merecía algo planeado, algo peor de lo que se me podría ocurrir en ese momento. Se merecía lo mejor de lo mejor y yo lo tenía preparado, pero primero tenía que arreglar cada detalle para que al final sienta con sus propios huevos su broma pesada. Oh, si él supiera lo que lo esperaba...

—A sus órdenes, señor Sinclair.

—Siéntate.— me señaló una silla mientras se acomodó en la suya. Sus dedos jugaban nerviosos con una pluma.

Me senté frente a su escritorio, esperando que me regañara por algo y diera rienda suelta a más de sus tendencias aparentemente bipolares, pero no lo hizo. Se dedicó a mirarme.

Te conozco x los zapatos ©®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora