¡Timbre! La profesora de matemáticas salió eyectada del aula junto a su batido estilo Marge Simpson. Una calma marina inundaba el aula, era víspera de primavera.
—Franco, ¿qué planes tenes para este viernes? —preguntó Ramiro girándose hacia mí. Los haces de sol hicieron brillar todavía mas el pigmento verde de sus ojos.
Desde aquel episodio todo el mundo me llamaba así. Era extraño porque mi apellido sonaba a nombre de varón, pero no me incomodaba, me sentía a gusto de algún modo, como protegida por alguna razón que no lograba discernir.
¡Ey ¿Ramiro Colombi intentando invitarme a salir?! Debería haberme alborotado, pero no. No me provocaba nada mas que bostezos que uno de los chicos mas lindos del Ateneo estuviera interesado en mí. De hecho, me entusiasmaba mas copiar las formulas que estaban en el pizarrón. Digo todo con eso, ¿no?
Desde el banco de al lado, las superpoderosas codearon a Ambar. Es que... Ramiro era su chico, con eso quiero significar que era aquel que había "marcado" como suyo. Aunque a decir verdad nunca le había dado un beso siquiera.
—No toparme con perejiles —contesté seca y sonreí.
Ramiro frunció el ceño y se tomó la barbilla desorientado. Ezequiel, que se sentaba junto a él se tentó. Soledad se atragantó con el chicle que estaba mascando. Ana Clara, abrió los ojos como globos a punto de estallar. Celina me codeó. Escuché a Ambar camuflar su carcajada leyendo una revista de comics. Se dio vuelta y me lazó una mirada cómplice.
Burbuja comenzó a llorar.
—¡Oh, no! Mi tamagochi acaba de morir. —Se lamentó.
—¡Es que no podes condenarlo a la misma dieta que haces vos! ¡Está claro Burbuja, lo mataste de hambre!
Bombón asintió con su típica sonrisa de hiena.
Me tenté con el comentario.
—Me gusta tu estilo duro Franco, sos distinta —arremetió nuevamente el galán y se acomodó ese jopo dorado que enloquecía a todas.
¡Uf, que pesado! Revoleé los ojos y subí los hombros. Evidentemente desde aquel día, había subido algunos peldaños dentro de esta jungla. Me miraban con respeto y hasta me había convertido en deseable.
—Puede ser. —Subí una ceja.
Se quedó un instante observándome, con una mirada ¿Sexy? ¡No sabría determinarlo! Lo corroboré al sentir el alboroto de zapatillas de mis congéneres por debajo de la mesa.
—Bueno, yo voy a estar en Brody's, si querés venir con las tuyas. Ahí vamos a estar con Ezequiel. —Lo empujó con el codo, él se dió vuelta y nos miró poco convencido. — Y, te aseguro que no te vas a cruzar con ningún perejil. —Le lanzó ladino un bollito de papel a Juanito P por la cabeza.
Juanito ni mu, nunca reaccionaba.
Se sintió un zapateo debajo de las mesas. Sin embargo yo no sentía mariposas, palpitaciones, ni siquiera un tibio cosquilleo. Estaba claro que mis intereses no eran los mismos que los del promedio de mis amigas. Guille me pellizcó tan fuerte que casi salto del asiento. Valeria me sururró algo por detrás. Iba a tener que inmolarme por el resto.
—Ok, puede que vayamos —resoplé apresurada y las señalé a todas para mostrarle a él en lo que se estaba metiendo. Las cinco ofrecieron sus mejores sonrisas de maltesas en celo.
Ramiro sonrió satisfecho y se paró para salir del aula, detrás de él salió también Ezequiel. Ambar me lanzó una sonrisita socarrona y se fue con ellos. Detrás voló en hilera el resto de la colmena.
—Ok, te gusta Ezquiel —acusó guille entre dientes.
—Ay, no, ¿qué decís? es todo tuyo. ¡Por Favor! —exclamé plameándole el hombro.
—O sea, evidentemente Ramiro no te gusta, dudaste demasiado en aceptar la invitación —inquirió incrédula.
Era hora de empezar a mentir.
—¡Bah, es una estrategia, a los hombres no les gusta lo fácil! —solté urdida.
—Y entonces ¿te gu-zz-ta o no Ramiro? —preguntó Celina al borde de la bizquera. Desde que tengo uso de razón ella siempre estuvo enamorada de él.
—No entiendo chicas, ¿es únicamente binaria la opción?
—¡Y casi que sí! —gritó Soledad acercándose a nuestro banco. —A ver, ¿quien es el mas lindo de los Backstreet Boys? ¡Es Kevin o Nick! el resto es puro relleno. Nadie te va a decir que le gusta Howie..... hacé una estadística a vos que te gustan —sonrió.
Yo solo escuché a Cristina Aguilera, Shania Twain y Britney Spears al mismo tiempo en mi interior.
—Bueno, evidentemente no estoy dentro del promedio —contesté ya sin ganas de seguir con esta charla. Aunque algo tenía que responder. Con mis ojos encontré el salvavidas justo enfrente.
—Es que, saben una cosa, a mi la verdad, me gusta Lautaro.
Todas lo miraron sin entender.
De verdad, era el candidato perfecto para mí, ya sabrán porqué.
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Las Chicas solo quieren divertirse
Novela JuvenilNina ama a las estadísticas y a sus particulares amigas, tanto como odia a las "superpoderosas" del Ateneo Nacional y las injusticias de Ambar, la reina de ellas. Nina es capaz de contestar con holgura cualquier pregunta de física cuántica, aunque...