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Caminaba sin ganas, la frustración calandole hasta los huesos junto al frío devastador de la noche. Su lengua hacía el recorrido de sus propios labios finos, el sabor metálico de su sangre causándole desagrado y náuseas.
Sentía a sus propias emociones nublando su cabeza, las insistentes ganas de caer rendido de rodillas y llorar como un pobre niño que fue olvidado por su madre en un centro comercial, y la vez las jodidas ganas de causarse el mayor daño físico posible, deseaba tanto hacerse daño, no importaba en de forma lo hiciera o hasta que extremo llegará, anhelaba tanto sentir el dolor físico porque al menos eso acallaba su dolor emocional.
Y lo detestaba tanto, detestaba la idea de hacer el recorrido hasta su hogar, el tener que arrastrar sus pies con desgano por el camino establecido del bosque, el castaño odiaba ese lugar. La parte consciente de sí mismo, la que simplemente seguía caminando con el objetivo de llegar un día más a su hogar, esa parte de sí mismo era consciente de dónde estaba. Mientras la otra estaba tan fuera de sí, recriminando cada decisión que había tomado a lo largo de su vida y el ataque de ansiedad se veía venir solo con ser consciente de lo mucho que su vida podría ser diferente si tan solo no hubiera actuado como lo hizo, su garganta se cerraba y por un momento pensó en morir asfixiado en ese oscuro bosque, pensó que justo ahora podría morir mientras su mente divagaba en que cada palabra dicha y cada decisión tomada había cambiado en algo lo que ahora era su presente.
Por un momento no le pareció mala idea, por un segundo se permitió a sí mismo imaginar que no habría ningún cambio ni remotamente transcendental si él moría ahí mismo, que el mundo seguiría girando, que las personas seguirían levantándose temprano para ir a sus respectivos trabajos, que la humanidad seguiría siendo exclava del capitalismo, que los seres humanos seguirán autoconvenciendose de que son felices y conformes con sus vidas cuando en realidad nunca tienen suficiente, que las personas seguirán creyendo que tienen el total control de sus vidas cuando en realidad todo el mundo depende de las decisiones de alguien más.
Él realmente no quería recordar su clase de filosofía de está mañana, porque entonces su mente divagaria nuevamente en un espiral infinito de pensamientos que por segundos se haría más estrecho y sofocante. Sin embargo, lo hizo, su mente divago en los conocimientos adquiridos de está misma mañana de martes, sentía nuevamente el desagrado hacía la sociedad en la que vivía, donde su profesor de filosofía solo se encargaba de recordarles a sus estudiantes que todos estamos cavando nuestro propio hoyo hacía la autodestrucción.
Y en parte era consciente, la pequeña parte racional de su mente intentaba mantenerse estable, la parte de sí que seguía en el bosque luchaba contra la otra que se encontraba en otro lugar atormentandolo con cada pensamiento, y el castaño pudo tener nuevamente la sensación de que algo malo sucedía en aquel bosque, el castaño ya no podía ver con normalidad la angustia que le producía poner un pie dentro de ese sitio. Su respiración era agitada y la idea de que realmente podía morir justo ahí llenaba nuevamente sus pensamientos.
