~DAKOTA~Cerré con rapidez la llave del agua, puse alrededor de mi cintura una toalla para cubrir mi desnudez, saliendo del baño en dirección a mi habitación me puse la primer sudadera negra que encontré y aun que con ella me veía listo para un asalto tenía algo más urgente que hacer; observe por la ventana de mi habitación como salía el padrastro de Thomas con cara de susto, mientras los paramédicos salían con una camilla ocupada por un pequeño peli rojo desmayado y con cara de pasividad en su rostro, más pálido que de costumbre. Apreté con más fuerza de la que debía mis manos volviendo mis nudillos blancos alejando el poco color que residía en ellas; baje con algo de torpeza los escalones, intentando no caer y morir antes de ver como se encontraba ese tonto peli rojo, a pesar de cada conflicto con él, lo odiaba cada vez menos; mi cuerpo no se detenía, mis heridas ardían y me recordaban que allí estaban pero, solo podía pensar en llegar junto a él y esperar que estuviera a salvo. Abrí lentamente la puerta delantera de la casa, mirando que mi repentina salida no fuese notada por personas indeseadas, vi como ese sujeto asqueroso subía a la camilla con rigidez en su cuerpo, como si estuviese dirigiéndose a la silla de eléctrica y no se esperara nada más, sin embargo, antes de cerrar la puerta de la ambulancia una tétrica sonrisa aparecía por un costado de su rostro, una macabra sonrisa que lo hacía ver aún más culpable.
Introduje las llaves en la ranura y la gire dándole vida al coche, que, al parecer seguía con vida luego de llevar una vida loca como casa de dos hippies, que viajaban por todo el país para conseguir su tan ansiada libertad, no los juzgaba ya que yo deseaba lo mismo; accedieron a venderlo a un precio módico cuando decidieron hacer una "típica vida" como ellos mismos exclamaban.
Me puse en rumbo a salir de aquel barrio residencial, que en este momento, se veía más lúgubre de lo que jamás habría sido, con todas las casas viéndose oscuras, sin luz y de cierta forma el que fueran las 3 de la mañana no ayudaba mucho a cambiar ese aspecto. A lo lejos podía observar como la ambulancia pasaba entre los autos con gran agilidad, intentaba no acelerar con tanta velocidad para así pasar desapercibido cosa, que quizá por la pequeña mini van estilo hippie de color amarillo con detalles negros no ayudaba, tal vez ya debía ser el centro de burlas pero, me funcionaba para transportarme de vez en cuando, a pesar de intentar que no fuera mucho, solo la usaba en urgencias y de hecho esta era una.
Percibí una estructura blanca de más o menos diez pisos que al recibir unas cuantas mejoras ya no se veía tan arcaico, a pesar de tener más de 20 años desde su construcción; tome con prontitud la calle que conllevaba al parqueadero subterráneo que, no contaba con más de unos 20 metros cuadrados en su totalidad de espacio; estacione mi pequeña chatarra, poniéndole seguro a las puertas.
<<Uno nunca sabe, hasta de un clavo se pega la gente>> pensaba mientras ascendía por las escaleras a la recepción de aquel pequeño gran hospital; las paredes blancas, el suelo de un impecable brillo como, si ningún germen jamás pudiese invadirlo y subsistir en ese ambiente estéril; los pasillos se encontraban casi vacíos, sino fuera por unas cuantas enfermeras de turno charlando en la cafetería alegremente, como si no pasara nada del otro mundo o ya se acostumbraran a los terribles accidentes y a la perdida de personas que entraban por esa puerta y jamás salían con vida; una de esas enfermeras al ver el pánico presente en mis ojos y la dirección que tomaba mi cuerpo hacia el pequeño cubículo que al parecer era su lugar de turno. Casi a la vez llegamos a ese sitio y como si leyera mi mente o mi rostro me pregunto
-¿Nombre del paciente?- me manifestó con una cara de empatía casi rígida quizá por las veces que habría tenido que repetirlo, en sus años de trabajo. La mujer se veía de unos 40 años más o menos y el paso de los años no había sido piadoso a pesar de no tener tantas arrugas se veía que abusaba del maquillaje por lo cual su tez se veía opaca y seca.
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¿Tu corazón puede mentir?
Ficção AdolescenteUn pasado desolador, un presente abrumador y un futuro tan incierto que podría lastimar o acabar con la mínima posibilidad de un final feliz. Dos extraños se verán envueltos en las difíciles situaciones que causaran los secretos mas oscuros detrás...