Seis.

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En los días previos al Baile de Navidad, la tensión entre chicos y chicas era visible en cada pasillo y rincón de Hogwarts. 

Percy ya había perdido la cuenta de cuantas personas habían decidido invitarla a ella como su pareja, para terminar rechazados de la manera más amable posible.
Incluso Ron se había aventurado a preguntarle, pensando que podría apelar al lado sensible de la azabache que lo veía como un hermano menor por la relación tan cercana que tenía con los gemelos, pero incluso él había sido rechazado. 

Harry había pensado en intentarlo igual, la azabache era su amiga y antes de que arreglara las cosas con Ron, había compartido varios almuerzos con ella y los gemelos. Había aprendido más de Percy en ese corto periodo de tiempo que en los tres años anteriores y ahora sabía que definitivamente era alguien que quería mantener en su vida. Había querido invitarla como una amiga, pero lo había vuelto a pensar después de ver todos los rechazos que la azabache había repartido en un solo día.

Ahora, el de lentes se encontraba camino a la torre oeste de Hogwarts, en concreto, a la parte más alta, dónde se encontraban las lechuzas.

Mientras subía las escaleras llenas de nieve, miraba con cuidado a cada paso que daba, procurando no resbalarse hasta que su gran concentración se vió interrumpida por una persona parada unos escalones más arriba. Donde el par de pies de la persona estaban, los escalones estaban completamente despejados de nieve, al igual que los de más arriba. Cuando Harry alzó la vista para ver de quién se trataba, no se sorprendió al encontrarse con Percy.

Por lo que si se sorprendió fue por el yelmo que la azabache llevaba bajo uno de sus brazos, y por la enorme cantidad de plumas que había pegadas a su ropa. 

—Hola, Harry —fue ella la primera en saludarlo, a lo que él le regresó el saludo.

—¿Viniste a enviar una carta? —preguntó él mientras miraba el yelmo, pensando que su siguiente pregunta sería sobre ello. 

—En realidad, vine a recibir una —dijo la azabache, levantando su mano desocupada, donde estaba una carta aún por abrir—. Es de mi madre, la hubiera abierto tan pronto como estuvo en mis manos pero las lechuzas y yo no nos llevamos bien, por eso siempre cargo un yelmo cuando vengo a este lugar —le respondió ella la duda que aún no había exteriorizado, y al mirar la carta con un poco más de atención, Harry pudo ver con claridad el nombre escrito pues estaba en letras grandes y separadas, como intentando hacerle más fácil la lectura del nombre al destinatario.

Ahora sabía que el nombre de su madre era Sally Jackson.

Y pensándolo más a fondo, aquella era la primera vez que Harry sabía algo sobre la familia de Percy. No sabía si era reservada con ese tema en general o si alguien más cercano a ella, como los gemelos, sabrían más cosas. 

Después de eso, la conversación no duró mucho más, ambos se despidieron y siguieron con su caminos.

°*°*°*°

Una vez bajo el resguardo del techo del castillo, Percy se puso los lentes que le permitían traducir el inglés al griego antiguo, un regalo de Dumbledore que había recibido en su segundo año para ayudarle a leer mejor. 
Leyó la carta de su madre rápidamente, donde le deseaba que le estuviera yendo bien en su periodo escolar y además le preguntaba si volvería a casa por Navidad. 

La azabache supuso que podía ir a casa el día siguiente al Baile de Navidad, quería pasar tiempo con su madre y Paul, además de ir al Campamento un par de días para ver a Annabeth.

Cuando ese último pensamiento cruzó su mente, tuvo el repentino deseo de hablar con Quirón, quería contarle sobre el Torneo de los Tres Magos y quería saber como estaban las cosas en el campamento, cómo iba la reconstrucción y la promesa que los dioses le habían hecho.

Harry Potter y la Hija de Poseidón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora