¿Cuánto he estado aquí? Quizás algunos minutos, quizás algunos años, recuerdo que iniciaba la primavera, yo recogía flores en una colina, a la lejanía, logré divisar un barco de velas rojas muy desgastadas, pensé que serían mercaderes y acerté; corrí colina abajo, llegue a la plaza principal, donde los mercaderes, tenían un puesto improvisado.
Y lo ví, de pie, acarreando cajas de un lado para el otro, un hombre de altura considerable, de ojos negros como piedras ónix, cabello oscuro azabache.
Por un segundo, nuestras miradas se encontraron. Tu me sonreías, mientras cerrabas los ojos, y otra persona te regañaba por no darte prisa, yo simplemente, me sonroje, al punto que puedo decir que cualquier tomate estaría celoso de mi. Me apresuré a comprar lo que necesitaba, quizás por los nervios, o el miedo.
Tiempo después me enteré de que el barco de velas rojas, estaba averiado y que por lo tanto, toda lo tripulación se quedaría en la isla.
Sin querer, mi mente viajo hasta el recuerdo de aquel azabache de ojos ónix.
Sin saber porqué, me arregle lo mejor que pude y salí de mi residencia.
Por azares del destino, te encontré, estabas en un fuente, viendo a los niños jugar, esos niños, eran mis hermanos menores, de quienes yo me hacía cargo, desde la muerte de nuestros padres; mi príncipe y mi princesa, como yo les llamaba, puesto que siempre les contaba historias de dragones, poderosos príncipes y grandes héroes.
Me acerqué un poco, y grandes fue mi sorpresa al ver que te ponias de pie y te acercabas a mi , me dedicaste otra de tus sonrisas y me dijiste:
- Hola, te ví hace unos días , soy Takeshi- le extiende la mano.
- Si, yo también te recuerdo, soy Hanna- acepta su mano. Me comenzaba a sentir más cómoda junto a él.
Mientras nosotros dos hablabamos, mi princesa se cayó y lastimó sus tobillos, no podía caminar devuelta a casa, ni mi príncipe ni yo podíamos cargarla, así que el ahora conocido como Takeshi, se ofreció a acompañarnos y a llevarla en sus hombros
Llegamos a casa y dejaron a mi princesa en cama, mi príncipe se quedó junto a ella por si necesitaba algo.
Cuando Takeshi iba de salida, se desató una tormenta, así que le pedí que se quedará, para no enfermar, él al principio renegó pero logré convencerle, y nos pusimos a platicar gustosos en la comodidad de mi hogar.
Nos pusimos a hablar de nuestros gustos y pasatiempos, nuestros sueños
Resultó ser que te gustaban las flores, y leer, algo que teníamos en común, su pasatiempo era coleccionar flores y estudiarlas, eras un gran sanador y utilizabas las hierbas para ayudar a los demás, su sueño era ir a Japón, un lugar cercano a mi humilde isla, querías ir por tres razones.
1.- querías una Sakura, por que creías que tenía propiedades increíbles y las descubriria.
2.- Para conocer el lugar donde nacio, porque se fue de muy pequeño y no recordaba mucho.
3.- La más importante para ti, conocer a tus padres, porque no los recordabas y querías al menos conocer sus nombres.
Me contaste que tus padres habían muerto, era lo único que recordabas de ellos y sus rostros, también, que eras como el doctor de la nave, que el capitán te encontró de pequeño y desde entonces viajaban por todo el mundo. Me dijiste que que mi nombre significaba "flor" y que está en japonés, y que el tuyo significaba "ángel".
Yo te conté, que mi sueño, era conocer el mundo, y aunque nunca lo admití, te envidiaba porque eras libre.
Así pasaron las horas y el amanecer nos descubrió todavía platicando, en cuanto unos pequeños rayos de luz llegaron a tu rostro, te reíste y te despediste de mi, me diste unas hierbas para mí princesa, y te fuiste, con la promesa de volver, después de una horas de sueño.
Volví adentro, hize mis deberes, dormí un poco, y el ocaso se hacía presente, perdía las esperanzas de que volvieras. Mientras les leía a mis príncipes, escuché los golpes en la vieja madera de mi puerta principal. Y te ví, de pie, en la entrada, con una sonrisa nerviosa y un pequeño rastro de arrepentimiento en tus ojos, en tus manos una rama de flores de ciruelo, lo noche anterior, me dijiste que significan "mantén tu promesa", yo sonreí y te invite a pasar, me obsequiaste las flores, te hiciste amigo de mis príncipes, porque les contabas historias de todas partes del mundo y no las de mi reducida biblioteca, mis príncipes se quedaron dormidos escuchando tus historias.
Me dijiste que aprender de otras culturas también era conocerlas, aunque nunca hubiese puesto un pie ahí.
Con el tiempo, tus visitas eran más constantes, mis príncipes se encariñaron contigo, te quedabas a dormir en la habitación de mis padres, siempre jugabas con mis príncipes, comíamos juntos y nos contabas historias.
Pasaron alrededor de seis meses, tu barco ya estaba listo, y tu sueño en pie, cabe decir que en ese tiempo nos hicimos pareja, y mis príncipes estaban encantados con la idea.
Llegó el día en que tu tripulación se iría y fuimos a despedirte.
Te despediste de mis príncipes revolviendo sus cabellos, y de mi con un beso y una promesa de volver, y que cumplirías mi sueño y me volviste a obsequiar una rama de ciruelo. Mientras susurabas a mi oido " mantendre mi promesa".
Y yo sigo aquí, esperándote, y veo como poco a poco mi esperanza de volver a verte, se pierde, mientras veo esa rama de ciruelo ya seco entre mis manos y lo atesoro como el recuerdo mas preciado de tu PROMESA. Y sigo viendo el orizonte donde vi tu barco por primera vez. Y sigo ansiando, volver a ver ese barco de velas rojas y desgastadas. Creo que comienzo a perder la percepcion del tiempo.
¿Cuánto he estado aquí? Quizás algunos minutos, quizás algunos años, en realidad no lo sé.Eso ha sido todo chic@s