Ocultalo

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La alarma sonó. He intente hacerle caso omiso para seguir durmiendo. Sentía como si cien elefantes estuvieran encima de mis ganas de ir al instituto.

Jack Grey.

Caí sentada. Los ánimos de pronto volvieron. Había un desconocido en casa y yo actuaba normal. Me había quedado dormida como si estuviera en completa soledad. Mire y no lo vi, el sillón estaba con las sabanas regadas y una almohada descansaba en el suelo.

¿Y esa confianza? Puerco.

Ya llegando al instituto abrí el casillero y con el espejo que allí tenía empecé a hacerme una coleta.

— ¿Bianca o Nora? — moví un poco la ventanilla de la casilla y lo vi.

Tenía nuevamente los espejuelos que llevaba en la biblioteca la primera ves que lo vi. La última ves que lo vi en la práctica del parqué no los traía pero el queso en la cara me había robado más la atención.

— ¿Como es que no te veía antes y ahora te veo en todos lados? — volvía a peinarme.

Se coló por detrás de mi y quedo a mi lado. Podía verlo por el espejo  y estaba tan pegado que su colonia inundo mis fosas nasales.

— Respóndeme primero. — exigió.

— Nora. — le mire. — Me llamo Nora. — vi cómo río jovial.

Tire de la puerta de la casilla y vi a Bianca que subía platicando con Nelly por las escaleras.

— Ella es Bianca. — la señale. — La de los rizos abundantes. — pero no la miro, se quedó ahí pegado mirándome, acto que me incómodo.

Lo mire de nuevo y reaccionó con una risa.

— Me gustas. —

¡¿Que?!

Fruncí el ceño tanto que dolía. ¿Que le gusta? Confundida reí. Estaba nerviosa, me había puesto nerviosa pero el lo gozaba.

— ¿Perdón? — pedí explicación.

— Digo que me gusta tu manera de ser. — lo mire, lo mire como si me hubiera dicho que se había muerto alguien. — Eres divertida. Me gustas. — expuso de nuevo. Entonces ya no lo vi como un Esteban normal.

Ayer tenía al estupido de Jack diciéndome fea y había caído en su juego mental. Hoy estaba frente a un chico que fuera de mi físico decía que le gustaba mi manera de ser.

Mientras más lo pensaba más su presencia se me hacía incómoda. Me estaba echando piropos y a diferencia de Bianca nunca había visto documentales de cómo reaccionar a este tipo de situaciones. Mis mejillas ardían y supe que me había echo sonrojar.

— Hola. — expuso Bianca mirándome a lo que yo más bien llamaría estudiándome. — Hola de nuevo Edw... — trataba de recordar. — Esteban. — corrigió el.

Nally comprimió los libros a su pecho y así como llego, saludo así mismo se despidió y se fue.

— Bueno... — chocó sus mano. — Yo me voy. ¿Nos vemos luegos? — me miró.

Bianca se sentía fuera de grupo, como si en aquella conversación sus palabras no tuvieran valor se limitó a hablar y despedirlo.

— Si, claro. — dije sonrojada como un tomate.

Ya la presencia de Esteban no era tan tranquilizante. No después de haber echo un comentario comprometedor. Era un chico bonito, se me hacía súper raro que no lo hubiera notado antes y más cuando se pasaba con Jack todo el día.

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