Salí del baño luciendo todo lo estoica que se puede lucir estando envuelta en una manta que apenas llega a cubrir lo que se necesita cubrir estando desnuda. James estaba sentado en uno de los sillones individuales, fumando en su vaper. Levantó la vista apenas escuchó mis pasos apagados en el piso de madera y me sonrió lánguidamente. Verlo sentado allí, con esa sonrisa relajada en la cara que hacía que sus ojos brillaran, me hizo dudar de mi decisión. Pero me compuse rápidamente y, encuadrando los hombros, caminé hasta donde estaba mi vestido. Le sonreí, y comencé a vestirme sin decir nada.
Sus ojos estaban clavados en mí, y pretendí no notarlo.
-¿Por qué...?
-No puedo quedarme, James -lo interrumpí, ansiosa- Es mejor así -sacudí mi cabeza mientras anudaba torpemente el lazo en mi cintura.
-¿Para quién? -se paró. Seguía desnudo. Levanté apenas la mirada, y me obligué a dejar de mirarlo como si estuviera estúpidamente hipnotizada.
-Para ti, para mí... para todos. James, esto estuvo bien, y creo que podremos ser amigos, pero es todo. No estoy buscando...
-¿Otra vez con eso? A veces lo que buscas y lo que encuentras no coinciden, ¿sabes?
Levanté mi clutch, que estaba tirado en el piso, y lo apreté entre mis manos. James suspiró, dejando salir todo el aire en sus pulmones, y comenzó a ponerse un pantalón. Caminé hacia la puerta, y me detuve frente a la caja que contenía la escultura que me había comprado el día de la exposición.
-¿No encontraste un lugar donde ponerla todavía? -miró la caja y me miró a mí.
-No, no es eso -dijo poniéndose la camiseta.
-¿Entonces?
Caminó hasta mi lado, abrió la puerta, y se agachó para hablarme de frente.
-Abriré esa escultura cuando realmente represente lo que tiene que representar. Cuando finalmente estés lista para salir de tu encierro, le encontraremos el mejor lugar que pueda haber.
-Te dije que esa escultura no soy yo.
-Y te dije que sé que eso no es verdad.
No pude contestarle nada. Lo único que podía ver eran sus ojos, que brillaban de una manera particular, con una mezcla de desafío y algo que no podía descifrar.
-Vamos.
-¿A dónde?
-Te llevaré a tu casa.
-Puedo tomarme un...
- Mia...
No dije más nada. Cuando las puertas del ascensor se abrieron me apoyé contra la pared fría y me crucé de brazos. Estaba nerviosa, y hasta yo podía notar mi incomodidad. No quería irme, quería quedarme con él. Quería pasar la noche completa con él, quería repetir lo que había pasado en ese sillón.
Varias veces.
Muchas veces.
Y no sólo en el sillón.
Quería conocerlo. Quería saber de él. Quería contarle de mí. Y sin embargo, irónicamente, todo eso que me desarmaba de ganas de quedarme, era lo que me forzaba a irme. James terminó atarse las zapatillas y se paró junto a mí, con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos. Su cabeza estaba cubierta por la capucha de un hoodie negro, y podría jurar que estaba sonriendo, pero no quise girar a verlo.
-¿De verdad quieres irte?
-Si.
-No quiero que te vayas.
Bajé la cabeza, y me miré los zapatos, moviéndolos nerviosa.
Porque yo tampoco quería irme.
Sus mano se deslizó por la baranda del ascensor y buscó mis dedos, y se enredaron lentamente con los míos. Puso su otra mano en mi barbilla, y levantó mi cara hacia él con suavidad. Subí mis ojos y rogué que dijera algo que me hiciera quedar.
Porque yo quería quedarme.
-No tengas miedo y yo tampoco lo tendré -se agachó hacia mí y apoyó su frente en la mía- Es todo lo que puedo proponerte.
Cerré los ojos y lo besé. Despacio. Recorriendo con cuidado sus labios, acariciándolos con los míos. Su boca me correspondió, y sus manos acariciaron dulcemente mi cintura. Nuestros ojos permanecían cerrados. Enredé mis brazos alrededor de su cuello y me abrazó con fuerza, estrechándome junto a su cuerpo. Mis pies estaban prácticamente en el aire, y así me sentía yo.
Y no me fui.
Y, aunque muy pequeña, una parte de mi escultura quedó al descubierto.
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Dos corazones en guardia
FanfictionMia ama el arte; es pintora, tranquila y ama su independencia y su soledad. James ama las motos; es extrovertido, tosco y persuasivo. Ambos se esconden en sí mismos, pero, a pesar de sus corazas, descubrirán que tienen mucho más en común de lo que...