Promesa

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Zack y Rachel tenían su juramento: la próxima muerte de ella. Pero... ¿Zack realmente sería capaz de hacerlo?

Ahora la amaba. 

No. No era eso. Era un sentimiento aún más grande que el amor. Él se sentía cómodo junto a ella, se sentía la persona más feliz del universo. Haber conocido a Rachel, esa pequeña niña, le había traído demasiadas emociones que creía jamás podría tener en su vida.

Sentir amor hacía alguien y que este correspondiera era la mejor sensación. Verla todos los días lo hacía el ser mas feliz, aún mejor que la de matar.

¿Como podría matarla?

Alguien que le había llenado de esperanza, que lo había aceptado aún siendo un monstruo.


- Ray, dime, ¿Aún quieres morir?

- Moriré cuando lo decidamos. Es algo que habíamos dicho hace un tiempo, ¿Por qué la pregunta?

-Yo... Simplemente no sé si quiero hacerlo... 

->Tú... ya sabes que te has convertido en alguien importante para mi, ¿cierto?

- Si, pero si no me matas, ¿No te convertirías en un mentiroso? No quiero que sea de esa forma...

-> Hay veces en las que me siento culpable por haberte pedido aquello, porque... No quiero dejarte solo, ni mucho menos de hacerte un mentiroso.

- Ray...


Un juramento que jamás iban a poder borrar, se mantendría por toda la vida.


- Pero, sabes, Zack.

-> Ese juramento, puedes cumplirlo hasta que sea necesario.

- ¿A qué te refieres?

- Si llegara a estar mi vida en riesgo o tuviese un dolor o una enfermedad insoportable, podrías cumplirlo.

-¿Eh?

- Dime, Zack, ¿Es que acaso... quieres matar ahora?

- ¡Claro que no, tonta!

-> No te mataría ahora... ni nunca.

- Entonces, hagamos una promesa, Zack.

- ¿Otra?

-No es un juramento, es una promesa. Una que solo los dos conoceremos y podremos cumplir.

- ¿Y cuál es?

- Zack, prométeme que te quedaras conmigo siempre, por favor. - Rachel miró a Zack directamente a los ojos. Sus ojos se encontraron, sus ojos azules como una luna azul, brillantes y calmados.

-...


Con miedo, Zack miraba a su ahora novia, tan paciente y tranquila, esperando su respuesta.


- No tienes porque preguntarlo, siempre estaré contigo.


Una promesa que llevarían hasta el fin de sus días, creó un lazo aún más estrecho entre ambos.

Solo se necesitaban el uno del otro. Si estaban juntos, no tenían miedo, y nada era imposible.

Zack y Ray: Nuestros Días Juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora