Capítulo 23.

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La noticia de que la condesa murió había llegado al castillo días posteriores de su partida, ya que el rey envió una carta a Min Ho, diciéndole que hubo inconvenientes a su regreso, siendo atacados y que Jung Soo había tenido miedo y quiso huir, por lo que fue herida de gravedad, y que no importaba si lograron huir y los doctores que la atendieron, porque había sido muy tarde para ella.

El rey también les informó que él prefería que su prima fuera enterrada junto a la realeza, y Min Ho no creyó que debiera oponerse a pesar de que Jung Soo era su esposa, pero ni siquiera estaba seguro de que en el futuro quisiera visitar su tumba o llevarle flores cada año, y por la lejanía él podía excusarse y decir que no podía ir.

A pesar de que la carta del rey Jae Joong no le pedía que fuera, Min Ho creyó que era su obligación ir a la velación del cuerpo, y sus padres también creyeron que lo era, y al conde le hubiese gustado poder llevar a Taemin y su hijo con él, pero por respeto a la memoria de Jung Soo, además de que Taemin no estaba en condiciones de viajar, tuvo que quedarse en el castillo, esperado que su amante regresara bien.

Taemin se había acostumbrado a tener la presencia del conde a su alrededor, y lo estaba extrañando demasiado encerrado en las paredes de su alcoba, pero tampoco le gustaba tener a guardias detrás de él en cada paso que daba, pero Min Ho había sido claro en las órdenes que les dio a los hombres, en donde sus cabezas iban a rodar si algo le pasaba a alguno de los dos, aunque ahora el concubino sentía que no había peligro, ya que ni la condesa, ni Na Yeon estaban en el castillo, y nadie más parecía querer hacerle daño a él.

También una de las razones por las que se había mantenido en la alcoba era porque si salía siempre tendría a Tae Yeon preguntándole si estaba bien, además de recordarle que debía de ser cuidadoso, y eso con el paso de los días se volvía cansado, por lo que había decidido salir al jardín con su hijo en brazos, creía que para Ji Oh era bueno que saliera de las paredes de la alcoba.

—Señor Taemin —escuchó la voz de Tae Yeon cerca —¿necesita algo?

—Estoy bien.

Tuvo que controlar el impulso de bufar, sí, él y su bebé estaban bien, además de que si algo sucedía los guardias estaban a pocos pasos de él, y eso porque les había pedido que guardaran distancia, ya que no quería sentirse asfixiado, y él entendía que sólo cumplían órdenes y que Min Ho deseaba protegerlo, sólo... quería su espacio.

—Si necesita algo sólo tiene que...

—Decirle —completó la frase Taemin, viendo a la mujer —lo sé, estoy bien, Ji Oh y yo sólo necesitamos aire fresco.

—Entiendo, sólo me aseguraba que estaba bien.

Taemin asintió viendo como la mujer se retiraba y suspiró, bajando la mirada a su bebé que en ese momento dormía, y no pudo evitar sonreír al verlo, era tan pequeño, pero representaba tanto, y cuando lo miraba sus ojos parecían hipnotizarlo, por lo que había escuchado que eran muy parecido a los suyos porque tenían el mismo color, la misma manera de mirar, aunque él creía que no era así, que su hijo tenía unos ojos mucho más bonitos.

Besó la mejilla del niño viendo cómo se removía entre sueños, haciendo movimientos con su boca como si estuviera succionando antes de que se calmara otra vez, robándole un suspiro a su papá, ya que Taemin no creía que se cansaría de ver a su hijo, era hermoso, y una representación física de sus sentimientos por Min Ho y viceversa, porque él sabía que el conde también sentía lo mismo por él, pero lastimosamente él no podría ser más que el concubino.

—¿Puedo sostenerlo?

Aquella pregunta lo tomó por sorpresa, ya que no vio a nadie acercarse, pero cuando levantó la mirada se encontró con Jin Ki a pocos pasos de él, quien parecía dudar incluso de dar un paso más cerca de él, y Taemin se lo agradecía, porque no podía decir que los últimos recuerdos que tenía del hombre eran los mejores, no después de que pareciera que su lealtad era dedicada a la condesa.

Prometo amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora