Autor: Helindir.
Con la mirada perdida y el cerebro trabajando como el expreso de Hogwarts, Severus escuchó a Dumbledore tararear algo, sentado en el suelo.
Lo miró como quien ve a un demente. No entendía como el anciano podía dedicar sus restantes pocas horas de vida en canturrear una melodía.
- ¿En serio? ¿Cantar?- Gruñó Snape- ¿No podría hacer algo un poco más útil?
- No... Es lo mejor que puedo hacer...- Albus levantó la mirada- Y deberías cantar tu también. Seguro la conoces, es el cántico de las almas perdidas.
- No voy a cantar una estúpida canción... Prefiero pensar en como escapar de aquí.
- Yo ya lo pensé... Por eso canto...
Severus giró los ojos, hastiado. El famoso mago de larga barba solo estaba demostrando que estaba más desorientado que nunca. Y lo peor, tendría que aguantarlo por un buen tiempo.
Albus cantó bajo por casi una hora, aquella copla de antaño, que casi todo el mundo mágico conocía. Un himno corto que hablaba de almas que se perdían en la noche, en la búsqueda de la luz, que caían irremediablemente en la oscuridad, y que el guía de las ánimas rescataba para regresarlas a su mundo.
Para Severus, era un tonto cuento infantil ya en desuso, una antigua leyenda que hacia miles de años podría tener sentido, pero que en ese momento, era mas inútil que un fósforo mojado.
Sin embargo, el pocionista notó ciertos cambios en la letra de lo que Dumbledore cantaba. Cambios leves, con palabras extras en otro idioma.
- ¿Por qué le agrega esas palabras?- Gruñó Snape- ¿No sabe la letra original?
- No...- Susurró el anciano- La letra original esta en céltico... Y lo único que se de aquella versión, son las palabras que cambio.
- No quiero saber por que...
- Shhh...- Lo silenció- Mira...
Lejos de la celda, unas partículas de polvo y suciedad se movieron, como apartadas por una ráfaga de aire suave.
La brisa parecía moverse de cualquier dirección, pero lo llamativo era que no había lugar en donde pudiese entrar ese aire. Las partículas cambiaron de trayectoria y volaron mas rápido, rumbo a la jaula, donde el viento movió suavemente los cabellos de los magos.
Ambos oyeron el susurro incomprensible en el aire y Albus se levantó rápidamente.
- Quédate en el centro de la jaula- Le dijo el director- No intentes escapar y, hagas lo que hagas, no la ataques.
- ¿De que esta hablando?- Preguntó Severus.
Dumbledore no respondió.
Pocos segundos después, una de las paredes laterales se derrumbó ruidosamente, arrojando rocas por doquier y levantando una nube de polvo en donde se alcanzaban a ver un par de ojos de un amarrillo brillante.
Severus se preocupó, pero notó el semblante calmado del anciano. Supo que no por nada el director no se perturbaba.
Un inmenso dragón negro entró derribando más muros y fijó su vista en la celda. Gruñó levemente y se abalanzó sobre los hierros, trabando sus garras en ellos, mientras ambos magos se mantenían inmóviles, aunque uno mas alterado que el otro.
Unas chispas rojas lo repelieron con fuerza. Aquella magia que volvía seguro a aquellos hierros obligó a la criatura a soltarlos.
El dragón rugió, enojado y sus escamas adquirieron un tono rojo oscuro. Nuevamente se arrojó a la celda, trabando sus afiladas garras y dientes en los barrotes, recibiendo mas chispas rojas, pero sin soltarlos.
Con un solo movimiento, dobló aquellos gruesos trozos de metal como si fuesen de papel, desquebrajando también el suelo de concreto y rompiendo las escrituras.
Las centellas dejaron de producirse, por lo que la criatura finalizó de apartar las varas y retrocedió unos pasos, emitiendo un leve humo negro de sus fauces.
Albus salió velozmente, seguido de un Severus que no entendía bien lo que sucedía.
- ¡Diamhair!- Le dijo el anciano, acercándose peligrosamente.
- ¿¡Que hace!?- Lo detuvo Snape, violentamente- ¡Es un dragón, lo va a matar!
- Es Diamhair, no te preocupes. Y vayámonos antes de que los mortífagos vengan.
El dragón vio al mago de negro con recelo. Conocía ese aspecto a oscuridad y notó esos ojos firmes y fríos que el pocionista llevaba consigo desde siempre. Fue en ese momento en que el experto en oclumancia pudo contemplar la majestuosidad de aquella criatura. Totalmente negro, de enormes alas, cabeza espinosa y unos seis metros de alto, era lo suficientemente grande como llevar una persona en cada una de sus garras y para que un par murieran fácilmente entre sus dientes
- Cálmate, es mi fiel amigo- Le dijo Albus al enorme ser- Hay que llevarlo con nosotros.
El reptil bufó, como resignado y sujetó a ambos magos con sus patas delanteras.
Severus sintió el fuerte agarre y vio como el dragón escupía un combo de fuego y humo negro hacia un grupo de mortífagos que aparecía por una puerta.
Entre las flamas sorpresivas y la nube negra y tóxica, los seguidores de Voldemort perdieron valioso segundos, los cuales la bestia utilizó para salir de allí, trotar unos cuantos pasos y remontó pesadamente.
El suelo desapareció velozmente bajo los ojos de Albus y Severus, y las nubes oscuras de una noche sin estrellas surgieron alrededor de ellos.
Era muy claro que levantar vuelo era lo más difícil, ya que entre las nubes, el animal se lució extendiendo las alas al máximo y acelerando a cada segundo.
- ¡Albus!- Le gritó el mago de ojos negros al anciano, a un par de metros. El viento impedía oír bien- ¡Dile que no presione tan fuerte!
- ¡Diamhair!- Llamó el director al dragón- ¿Oíste?
El ser mostró los dientes, como respuesta afirmativa, mientras soltaba un poco el agarre.
Pronto se movió ágilmente a un lado, esquivando una bola de fuego proveniente de atrás, como si lo hubiese presentido.
- ¡Mortífagos!- Gritó Dumbledore- ¡Que no te alcancen!
Sosteniendo a ambos magos, el dragón se vio en la ardua tarea de volar por los cielos, esquivando ataques y magos oscuros envueltos en humo negro.
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Ádhmharaighe | SS
FanfictionÁdhmharaighe es una palabra celta que puede traducirse a "herida afortunada". Es decir, un accidente paradojal; cuando ocurre una cosa incorrecta en el momento correcto, produciendo un resultado mucho mejor que el esperado por un suceso planeado. Ád...