Restos de dragón

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Autor: Helindir.

Una claridad molestó los ojos cerrados de Severus

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Una claridad molestó los ojos cerrados de Severus. Él los abrió, y poco a poco fue tratando de entender que ocurría. Estaba encima de algo blando y cálido, que parecía un colchón de hojas enormes, verdes y algo peludas. Alrededor suyo, un follaje funcionaba como refugio.

Velozmente y algo adormecido, salió de allí, parándose en el exterior y viendo un refugio similar al lado del suyo.

Se agachó, encontrándose a Albus, dormido. Iba a despertarlo pero le pareció que estaba bien y que era en vano sacarlo del sueño si aun no se había repuesto.

Al fin y al cabo, el anciano había soportado mucho y era comprensible que aun durmiera.

Se levantó y al elevar la vista, se encontró con algo que lo sorprendió. Extendió la varita frente al desconocido, que lo miró como si el temible Snape fuera un pésimo chiste.

Ese alguien frunció el seño y caminó sin hacer el mínimo ruido hasta el rió, donde lavó sus manos.

Severus no lograba diferenciar del todo su género. Parecía un hombre afeminado, o una mujer varonil. Pelo corto con tonos de amarrillo descolorido y blanco, piel muy blanca y ojos de un azul pálido, casi grises. No debería tener más de 30 años.

Notó algo cuando esa persona se agachó, y eran las orejas.

"Elfo" Comprendió Snape al ver las orejas levemente puntiagudas "Quizás un andrógeno... Por eso no parece ni este ni oeste. ¿Pero que hace aquí?"

Él buscó algo con la mirada. El dragón negro ya no estaba.

"¿Es el dragón? ¿O que?"

El pocionista pensó en preguntarle, pero no se veía perfectamente amigable. Tenía un algo muy similar a él, esa presencia tosca y la actitud de que el mundo es el enemigo. Y si era como él, entonces estaba seguro que interrogarle seria lo mismo que entablar una comunicación con un caracol, igual de provechoso.

Vio como el refugio en donde había estado, desaparecía en el suelo, como si las hojas fuesen absorbidas por la mismísima tierra.

"Lo que dijo el anciano... Si veo vegetales comportándose extraño, es Diamhair"

Pese a que su cerebro le decía que no, Severus se acercó al elfo, quien afirmaba cordones y correas dispuestos en sus piernas y que sujetaban unas largas botas de cuero claro.

- ¿Eres Diamhair?- Le preguntó.

- Mjm...- Masculló el sujeto de manera afirmativa, apenas y sin prestarle atención ni levantar la mirada.

- Entonces eres el dragón de anoche ¿Cierto?

- Mjm...- Volvió a decir, ajustando sus mitones, unos guantes cortos de color marrón, sin dedos.

Ahora Severus sabía quien era, todo un avance. Sabia el nombre, sabia que era mujer, elfa, dragona y que controlaba las plantas. Una mezcla terrible.

Ella se levantó mirándolo de reojo y se alejó ágilmente rumbo a los árboles, perdiéndose ente ellos.

Debido a eso, el pocionista pudo analizarla. Descubrió su delgadez, característico de los elfos de esa clase, la camisa y el pantalón en tonos de marrones claro y el silencio al caminar.

- Veo que ya conociste a Diam...- Dijo Albus, caminando lentamente hacia su ex agente doble y estirándose- ¿No te atacó?

- ¿Debió?

- No es... amigable... Es decir, no es el enemigo... Aunque puede serlo si quiere...

- ¿De que estas hablando?- Gruñó Severus- ¿Es aliado o no?

- Neutral... Todo lo que la afecte negativamente, a ella o a su pueblo, es enemigo, lo que no, es neutral, y el que ayuda, quizás sea aliado... Pero son muy renuentes a entablar amistades con nosotros. Es un milagro que haya venido por mi llamado.

De entre los árboles, la elfa regresaba con una rama bastante grande, llena de pequeñas hojas verde claro y unos diminutos frutos rojos.

- Praebeo- Dijo ella en latín, en un claro tono de orden, mientras se sentaba en el suelo, dejando la rama frente a si. Su voz era firme y segura, sedosa pero con un toque de vanidad.

- Dijo que nos sentemos- Tradujo el director, sabiendo que su compañero no comprendía.

- ¿Por que tenemos que adecuarnos a sus deseos? ¿Por qué no habla como nosotros?- Siseó Severus.

- Primero, nos rescató. Y segundo, tradición. Ahora siéntate muchacho, no seas mal educado. ¿No ves que Diam esta esperando?- Albus se acomodó en el suelo- Y agradece que habla latín. Si decidiera comunicarse en su lengua natal, ni yo la entendería. Es por seguridad, cuando te tenga confianza, comprenderás lo que dice. Siéntate...

- No voy a obedecerla...

Un gruñido similar al de un dragón, salió de la garganta de la elfa. Con un gesto de sus manos, un grupo de lianas surgidas desde el suelo, atraparon al pocionista, sentándolo a la fuerza.

- Si aio praebeo, est qui debeo praebeo. Nec meus adversusdico- Dijo Diamhair, con fuerza.

- Diam dijo: Si digo siéntate, significa que debes sentarte. No me cuestiones- Aclaró el anciano.

-¿Por qué demonios debería hacerlo?- Gruñó Severus, quitándose las enredaderas con fuerza.

- Cálmate...- Intentó serenarlo Dumbledore- Cuando te tomes la molestia de aprender a comportarte ante un elfo, le demostrarás que no la consideras alguien menos que tu. Cuando lo hagas, lo calificará como un símbolo de igualdad y entonces no usará la fuerza.

- Nutrire es folium ac fructus ab esse, quia dare es vis quasi parare ire ad Hogwarts- Dijo ella, nuevamente.

- Bien... Entendí Hogwarts... Todo un avance- Siseó Snape.

- Dice que comamos las hojas y frutos de esta planta, ya que nos dará la energía suficiente como para transportarnos a Hogwarts- Dijo Albus.

- Por fin algo útil...

Bajo la constante mirada de una elfa no muy amigable, ambos magos comenzaron a comer aquella planta, de sabor dulce y picante. Poco a poco sintieron un aumento en su energía, lo suficientemente grande como para sorprenderse.

Sin dudas, las habilidades medicinales de los elfos, era prodigiosa, y la de esta elfa en particular, no parecía ser menor.

Ádhmharaighe | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora