Estaba anocheciendo. Aquella noche pude notar las estrellas en el cielo. A lo lejos podía ver nubes tapándolas. Una tormenta estaba por acercarse. Nosotras acabábamos de salir del bar. Las chicas y yo estábamos caminando. Conversábamos y fumábamos cigarrillos. Aún había bastante tráfico y bastante gente en las calles. Era viernes en la noche. Pasamos cerca de un grupo de chicos. Nos voltearon a ver. Uno de ellos miraba mis piernas. Era alto y delgado. Tenía un rostro atractivo, así como también una sonrisa cautivante. Las chicas se detuvieron. Uno de los chicos conocía a dos de mis amigas. Conversaban. La noche aún era joven. Del otro lado de la calle había un grupo de homosexuales fumando marihuana. Conocía a dos de ellos, así que alce mi mano. Ambos me saludaron de manera efusiva y luego siguieron su camino. Di la vuelta y frente a mi estaba el chico que me estaba mirando...
- Hola, ¿Cómo estás? – dijo el chico. Sus dientes eran preciosos, y el color de su cabello era fascinante. No estaba acostumbrada a que un chico de ese tipo se me acercará. Toda mi vida los chicos me ignoraban o me veían asco. Sonrojada y nerviosa conteste. El chico se acomodó el cabello y me sonrío de manera sensual - ¿Cuál es tu nombre?
- Puku – conteste – Puku Mori.
- ¿Eres de aquí? – dijo el chico con curiosidad. Estaba consciente de que mis rasgos asiáticos indicarían que probablemente ni siquiera era Americana. Tuve las ganas de mentirle y hacerme pasar por una turista japonés o algo así, pero no tendría mucho sentido hacerlo. Era mi primera vez hablando con un chico fuera del Internet.
- No... soy de California, pero estoy estudiando aquí... y viviendo con mi hermana – el chico sonrío. Me invito uno de sus cigarrillos, ya que el mío comenzaba a acabarse. Tome el cigarrillo y el me lo encendió. Comencé a sentir algo de frio, y mi corto vestido no ayudaba a que la situación fuera menos obvia. El chico tenía un saco en el hombro, así que me lo ofreció. No acepte el saco. El frio era muy fuerte, y no quería sentir que me estaba aprovechando de él.
Una de las chicas dijo en voz alta que iríamos a otro bar. La noche era joven, así que todos aceptamos. Caminamos y el chico se mantuvo a mi lado. ¿Acaso era la noche de conquistar gordas? El chico era demasiado guapo como para fijarse en mí. Los pocos chicos que se habían fijado en mi eran usualmente perdedores o pervertidos, y este chico no tenía cara de ser ninguno de esos dos. Caminando observaba como las chicas y el grupo de chicos nos habían apartado de ellos. Nos estaban dando algo de privacidad para hablar, pero nada parecía salir de la boca de alguno de los dos. Una de mis amigas me sonrío desde lejos, parecía que me felicitaba o algo así. Comenze a reír, y el chico volvió a mirarme.
- ¿Qué pasa? – dijo mirándome. Evite decirle lo que pasaba y comenzamos a tener una pequeña conversación. El chico había estudiado en la misma universidad en donde Dobuita iba actualmente. Le pude calcular unos veintidós años, y a pesar de llevarme bastante edad, no podía evitar perderme en él. Su cuerpo era perfecto, y su mirada resultaba atrapante. Su profunda y relajante voz me hacía sentir escalofríos, y su propia presencia resultaba tranquilizadora. Tal vez eso era lo que Dobuita sentía por Daniel. Tal vez ese era el sentimiento del que todas las personas en la televisión parecían estar hablando.
Llegamos al bar. Todos entramos gratis, ya que era una noche especial. Había bastante gente, y por todos lados encontrabas personas ebrios chocando. Yo era una adolescente inadaptada. Era la primera vez que salía a un bar. Era la primera vez que tenía un grupo de amigas que no estaba lleno de perdedoras gordas obsesionadas con estrellas pop. Esta vez era diferente. Estaba viviendo la vida universitaria. Todos tomaban alcohol, tomaban fotos y bailaban a la música que el DJ ponía. No era como las fiestas de la preparatoria llenas de patanes molestando a perdedores. Esto era una fiesta. No sé si hubiera vivido esto si no hubieran expulsado a Dobuita de la universidad en Alemania. Pero estoy agradecida. Por primera vez me siento feliz por lo fracasada que es mi hermana. Aunque aun así resulta interesante. La chica más popular, atractiva e inteligente de la escuela era ahora una gorda fracasada. A pesar de que había vuelto a estudiar, y seguía siendo igual de brillante que en el pasado... algo en ella había cambiado. Ambas nos encontrábamos en la misma posición. Éramos gordas tratando de encontrar la aceptación de las personas.
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La Atleta (Un Relato Fetichista)
LosowePaso de ser una chica atlética campeona en la liga femenil de basquetbol, a ser una mujer gorda campeona en concursos de comida. Esta es la historia de Dobuita Mori; la mujer más gorda de todo Brooklyn. Inspirado En La Historieta Corta; "She Had It...