Epílogo.

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Bueno, llegó el momento más difícil de todos, decir adiós.

Diremos adiós a ésta historia que ya ha terminado, y que espero les haya gustado y no se confundieran mucho por ir del pasado al presente, porque fue una historia que desde el primer momento que la pensé deseé escribirla de ésta manera.

También quiero agradecerles a todas las personas que apoyaron la historia hasta aquí, y espero que les haya gustado.

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Vio a su hijo jugar frente a la cabaña, el niño se veía tan entretenido mientras recogía piedras, las cuales ya mancharon su ropa, pero que él no pudo siquiera regañarlo debido a lo feliz que se veía, eso, hasta que el pequeño posó su mirada en el pequeño establo que había sido construido junto a la cabaña, en el que estaba Tormenta, un caballo algo viejo pero al que el conde le confiaría la vida de su hijo y de su esposo, por eso cuando el día anterior Taemin había querido ir a la cabaña fue el caballo que le fue dado.

—Papi —señaló el establo —bayo, bayo —dijo dando pequeños saltitos.

Taemin sonrió ante la petición que su hijo estaba haciéndole, porque Ji Oh parecía tener los mismos gustos que su otro papá, y cada vez que veía un caballo, quería subir a éste, y el niño era quien más disfrutaba de los pequeños paseos a caballo que solían dar por el bosque hasta llegar a la cabaña, e incluso en ocasiones, solía alguien llevar al caballo por el campo y alguien cuidaba al niño para que no cayera y éste era feliz.

—¿Quieres subir al caballo? —preguntó bajando levantándose del pequeño escalón de la cabaña.

—Sí —el niño volvió a saltar.

Taemin se acercó tomándolo en brazos y dio un beso a su mejilla, para luego llevarlo al establo, dejándolo a una distancia prudente mientras desataba a Tormenta, y luego tomó otra vez a su hijo mientras conducía al corcel afuera, y luego subía a su hijo en éste, cuidando de no soltar la rienda del caballo ni de descuidar al niño, lo que lo llevó a caminar en círculos hasta que su hijo pareció satisfecho.

No volvió a dejar a Tormenta dentro del establo, sino que lo amarró a un árbol, porque ya mismo anochecería y debía de volver al castillo, ya que al parecer Min Ho no había podido ir con ellos como les había dicho que intentaría, pero ahora que el marqués estaba un poco enfermo él tenía que hacerse responsable de todos los asuntos de su padre.

Al entrar en la cabaña lavó las manos de su hijo y lo dejó en la cama, para luego tomar una pera de las frutas que llevó al día anterior y se la entregó, viendo como los ojos de Ji Oh parecían iluminarse mientras mordía la dulce fruta, mientras Taemin terminaba de recoger las frutas y otros alimentos que había llevado con él, ya que en la cabaña no vivía nadie y muy pocas eran las veces que ahora tenía permitido ir ahí, porque Min Ho parecía seguir temiendo que alguien pudiera hacerles daño, y le era dicho que si él quería ir debía llevar guardias con él, algo que no le gustaba a Taemin, debido a sentía que la cabaña era un lugar muy íntimo, uno que ni siquiera le gustaba compartir por completo con Dae Kyung.

Miró a su hijo antes de salir de la cabaña y fue hacia fuera para colgar la bolsa alrededor del caballo y tomando una manzana se la dio a éste también que la devoró en minutos segundos, haciendo reír a Taemin, porque al animal parecían gustarle las manzanas.

—¿Os gustan esas, eh?

Sonrió y tomó otra manzana del bolso y se la dio, dejando palmaditas en su cabeza y entró una vez más a la cabaña por su hijo.

Taemin revisó la cabaña por última vez antes de tomar a Ji Oh en brazos para salir, pero se detuvo cuando escuchó el galope de un caballo acercarse, casi seguro de que Min Ho había enviado a Dae Kyung a buscarlo, porque ya que se resistía a llevar guardias con él, su esposo solía enviar al adolescente a buscarlo, y eso era algo en lo que Taemin no estaba completamente de acuerdo, porque creía que podía sucederle algo al chico, quien ya no era una niño, tenía quince años ahora, pero para él seguía siéndolo, no sabía qué iba a suceder si volvía a estar alejado de él.

Prometo amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora